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Gara > Idatzia > Mundua 2006-03-29
La corrupción persigue a Lula hasta las urnas
A seis meses de las elecciones, y justo cuando el presidente Lula repuntaba en las encuestas, el viejo fantasma de las acusaciones de corrupción ha provocado la dimisión de su ministro de Hacienda. No obstante, la renuncia de Antonio Palocci, antiguo trotskista y neoliberal converso, podría, si el corto tiempo lo permite, permitir a Lula desmarcarse de su política económica ultraortodoxa.

El acoso y derribo de Antonio Palocci ha seguido el guión de la ya larga campaña orquestada por la oposición y los poderes fácticos brasileños en los últimos años del Gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva.

El dimisionario ministro de Hacienda fue salpicado por las acusaciones de corrupción que el año pasado acabaron con la muerte política del brazo derecho de Lula, José Dirceu.

Durante el escándalo en el que la dirección del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula fue acusada de sobornar a parlamentarios para asegurar su fidelidad ­práctica habitual en el Brasil reciente y mucho más extendida en anteriores legislaturas no petistas­, Palocci fue acusado de fraudes ­financiación del partido a través de subcontratas a empresas de limpieza y de servicios­ durante la época en la que fue alcalde del municipio de Ribeirao Preto, de medio millón de habitantes y en el estado de Sao Paulo, antes de asumir su cargo en el gabinete de Lula.

Estas acusaciones no fueron nunca demostradas. Pero el contraataque llegó hace dos semanas, de la mano de un testigo que le implicó en pagos por corrupción y en «orgías» en una vivienda frecuentada por allegados de Palocci en Brasilia.

El ministro negó las acusaciones y, simultáneamente, una popular revista informaba de un depósito por valor de 38.000 reales (18.000 dólares) en la cuenta del testigo.

Este depósito resultó ser legal, y el escándalo principal pasó a ser la violación del secreto bancario en la que el testigo tenía su cuenta, en la Caja Económica Federal, que depende del Ministerio de Hacienda.

Contra el secreto bancario

Paradójicamente obligado a dimitir ni más ni menos que por violar el secreto bancario en un intento de defenderse de las acusaciones de corrupción, Palocci fue coordinador del programa de gobierno que llevó a Lula a la Presidencia del «continente» brasileño en 2002. Viejo trotskista convertido a la ortodoxia financiera y presupuestaria, Palocci, médico y padre de tres hijos, llegó a la cima de su carrera política con la cartera de Hacienda.

Palocci, quien asegura haber vivido «el tercer o cuarto infierno de Dante», es el responsable de la política económica del Gobierno Lula, claramente neoliberal y continuista con respecto al Brasil de Fernando Henrique Cardoso, y que le ha valido a Lula hasta escisiones desde la izquierda.

Con Palocci se va el último hombre fuerte de Lula, a la estela de los dimisionarios Dirceu, ex jefe de la Casa Civil de la Presidencia, del ex presidente del PT, José Genoino y de Luis Gushiken, El Chino, compañero de lucha sindical de Lula y ex coordinador de comunicación de Lula, además de ideólogo de la nueva ética que el PT sueña para el país.

Otros muchos compañeros de Lula dejaron el Palacio del Planalto por propia voluntad, muchos de ellos desengañados por los magros logros de su gestión.

Resultados que tienen mucho que ver, entre otras cosas, con la gestión de Palocci. Una gestión criticada por el propio Lula, quien recientemente le pidió explicaciones tras la divulgación, en vísperas del Carnaval, del pírrico crecimiento de la economía brasileña (sólo un 2,3%) en 2005.

Como recuerda Altamiro Borges en un reciente artículo en alai-amlatina, Lula se siente traicionado por su equipo económico, compuesto en parte por tecnócratas que sirvieron al Gobierno de Cardoso, y que prometieron un crecimiento económico sostenido con el puro mantenimiento del recetario ortodoxo neoliberal.

«El resultado es el famoso vuelo de gallina, con fugaces períodos de crecimiento y trágicos períodos de retracción».

Por contra, crece un «gran consenso en torno a la necesidad de destrabar el crecimiento de la economía brasileña, superando de una vez la actual ortodoxia neoliberal», consenso en el que el analista incluye hasta a «sectores significativos del empresariado productivo».

El mismísimo sustituto de Palocci al frente de Hacienda y escudero económico de Lula, Guido Mántega, está alineado con la corriente desarrollista y defiende la reducción de las tasas de interés en Brasil (las más altas de todo el mundo) y el aumento del gasto público.

Un gasto del Estado que se incrementó ya en los primeros dos meses del año, reduciendo el, para el neoliberalismo, sacrosanto superávit.

El fantasma de la corrupción ­en la persona de Palocci­ irrumpe en un momento en el que Lula recobraba una gran ventaja sobre sus adversarios.

A la luz del refranero, «nunca es tarde si la dicha es buena» o «no hay mal que por bien no venga» si sirve para que Lula enderezca el rumbo y fíe su posible reválida a algo más que su carisma personal. -


 
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