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Gara > Idatzia > Iritzia > Editoriala 2006-03-30
Este no es el camino

El proceso que puede llevar a Euskal Herria a alcanzar un horizonte democrático de libertad y paz ya se ha puesto en marcha. Ni ese proceso, en su conjunto, ni la decisión anunciada hace ocho días por ETA, en particular, son producto de un inesperado brote primaveral, sino que han madurado gracias a una serie de acontecimientos y trabajos de trastienda que se han ido concatenando durante los últimos años.En este camino ha sido, y será, necesario cambiar de actitudes y, obviamente, eliminar las expresiones violentas del conflicto político.

Antes incluso de que ETA declarara el alto el fuego permanente para impulsar un proceso democrático, fueron muchos los portavoces políticos y los analistas que remarcaron que habían transcurrido «mil días» sin atentados mortales. El propio presidente español reiteraba que ése no era un dato baladí. A posteriori, han sido muchos los que han enlazado esos acontecimientos con otras decisiones como la de la tregua en Catalunya o la que hacía referencia al cierre del frente contra electos y dirigentes políticos españoles. Por esa senda ha llegado el proceso al hito del 22 de marzo.

Si se repasa el tiempo transcurrido desde la victoria electoral del PSOE, se podrá observar con qué actitud transitó el Gobierno español hacia el 22 de marzo. Es cierto que Rodríguez Zapatero alentó muchas esperanzas con la propuesta que el Congreso de los Diputados aprobó en mayo de 2005. Pero no conviene olvidar que, en apenas dos años de mandato, ha presidido un Ejecutivo que ha instado a ilegalizar candidaturas electorales; que ha permitido que se cambie, una vez más, la doctrina penal para imponer un auténtico «Código de la venganza» para los presos políticos vascos; que mantiene la dispersión penitenciaria incumpliendo la legislación vigente; que, tras mantener una actitud ambigua, consintió la prohibición del acto del BEC; que se ha «reilegalizado» a la formación abertzale...

Y ahora se dicta orden de encarcelamiento ­eludible bajo fianza de 250.000 euros­ al portavoz de la Mesa Nacional de Batasuna por haber llamado a participar en una jornada de movilizaciones y paros, lo que podría dar a entender, con la gravedad que ello conlle- varía, que el Estado español tiene intención de seguir actuando de forma violenta. Como es obvio, esa violencia no es compatible con el proceso democrático ni puede ser la brújula que guíe ninguna «hoja de ruta».

Ayer, 29 de marzo ­fecha que también quedará marcada con impronta propia en el calendario de este proceso­, uno de los interlocutores que están cargando con un mayor peso político en esta larga, dura y difícil travesía fue enviado a prisión por orden de un tribunal especial español. No se puede obviar que han transcurrido siete días desde que ETA hiciera pública su declaración; como no se debe obviar que la Ertzaintza practicó dos detenciones al cuarto día de entrar en vigor el alto el fuego ­uno de los arrestados fue puesto ayer en libertad y el otro, encarcelado tras pasar por la misma Audiencia Nacional­. Como ha ocurrido durante décadas con tantos otros militantes abertzales, Otegi, Olano y Petrikorena son procesados simplemente por participar en la vida política de Euskal Herria.

El acoso judicial a un interlocutor no es compatible con el avance del proceso en el que está participando. Es más, no es compatible ni comprensible encarcelar al portavoz de Batasuna tres días después de que el presidente español asumiera (así quedó reflejado en la entrevista publicada el domingo por “El País”) que «no cabe duda de que Otegi ha venido manteniendo un discurso a favor de la esperanza de la paz, y es fundamental que la izquierda abertzale participe en el proceso de paz». Ese no es el camino.

Para alcanzar ese horizonte esperanzador conviene mirar hacia atrás y reflexionar sobre cuál es el camino que hay que andar. Sólo uniendo fuerzas y cambiando actitudes se está consiguiendo avanzar. Y para ello es imprescindible contar con un fuerte impulso social, como el que se dará el sábado en las calles de Bilbo, donde la importante aportación de cada uno de los participantes ­y de quienes no podrán estar presentes­ multiplicará su valor gracias al esfuerzo común en pro de la solución a través del acuerdo y el respeto a la decisión de Euskal Herria.


 
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