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Gara > Idatzia > Euskal Herria 2006-04-20
Txapartegi: «Me llevaron a un cuarto, me desnudaron entre cuatro y me violaron»
Nekane Txapartegi fue detenida el 9 de marzo de 1999. El 10 de marzo, a las 14.25, según consta en el informe policial, le llevaron a que hiciera una primera declaración. Se negó. Los guardias civiles se encargaron de que no volviera a hacerlo. La Sala que la juzga escuchó ayer cómo: «Me desnudaron entre cuatro y me violaron».

MADRID

«Me dijeron que habíamos llegado a la comisaría de Tres Cantos y que empezaba lo mejor». «¿Qué fue lo que empezó entonces?». «Cinco días de auténtico calvario». La declaración de Nekane Txapartegi, respondiendo a las preguntas de su abogado, Kepa Landa, hizo honor a esa definición.

Golpes, amenazas, «la bolsa», electrodos, un simulacro de ejecución, y la brutal experiencia de ser violada por sus captores. Pero, basándose en esas declaraciones, el fiscal pide quince años de prisión en su contra. En cambio, nadie ha sido juzgado por su denuncia; de hecho, acaba de ser llamada a ratificarla por primera vez, siete años después. Ratificó ese día que un guardia civil «me metió los dedos en la vagina».

Ayer explicó al tribunal que la pesadilla comenzó el 9 de marzo de 1999, cuando se disponía a aparcar en Tolosa, donde había acudido al masajista. «Me pusieron una pistola en la sien y me tiraron al suelo».

Tras tenerla durante dos horas dando vueltas en el coche, la llevaron a casa de su madre, a quien también encañonaron.

Añadió que, tras el registro, la llevaron a Madrid, esposada a la espalda y encapuchada. Durante todo el trayecto, fue golpeada y amenazada, y le hicieron infinidad de preguntas. «Tenían un puzzle preparado, y yo era una pieza que tenía que encajar», narró Txapartegi, agregando que los guardias civiles insistieron en vincularle con Mikel Egibar y Lander Etxebarria. Pero no fueron directamente a la capital española. A la altura del alto de Etxegarate, detuvieron el coche, la llevaron a un bosque, y tras atarla de pies y manos, la pusieron de rodillas y realizaron un simulacro de ejecución. «Me pusieron la pistola en la cabeza y noté cómo la apretaban».

De vuelta en el coche, empezaron a aplicarle «la bolsa» hasta producirle asfixia, una práctica que se repitió en numerosas ocasiones durante los interrogatorios.

«Cada vez era más duro»

Txapartegi explicó que en la comisaría madrileña los interrogatorios eran constantes y «cada vez más duros». Dijo que le obligaron a memorizar declaraciones previamente preparadas, en las que tenía que incriminar a otras personas y aceptar que era militante de ETA. Concretamente, que se encargaba de las infraestructura y transporte de material en Europa.

Sin embargo, la primera vez que le llevaron a declarar, rechazó hacerlo. A partir de ahí comenzaron los electrodos, las amenazas de detener a su madre y hermano... «Una vez me desnudaron, me humillaron y me tocaron los pechos», declaró. «Me anularon como persona y me humillaron como mujer. Ya me daba igual todo».

Txapartegi siguió relatando que en un momento dado, le condujeron a la habitación en la que estaba siendo interrogado Mikel Egibar ­que como explicó el martes, estaba encapuchado­, y le obligaron a decir delante suyo lo que ellos querían, «que él me había captado».

«Luego me llevaron a una habitación contigua, y ahí me desnudan y me violan», siguió explicando. «¿Cuantas personas estaban en ese momento?», preguntó su letrado. «Cuatro».

Los interrogatorios continuaron, y con ellos el maltrato. Txapartegi señaló que no contó estos hechos al forense de la Audiencia Nacional, al que le conducían periódicamente, porque «la puerta estaba abierta y oían lo que le decía». Sólo le dijo en una ocasión que le dolían mucho las muñecas. «Me recetó una pomada y me pidió dinero para pagarla», narró.

Cuando la llevaron ante la juez, Teresa Palacios, sí denunció las torturas, pero ésta no le hizo el menor caso. También manifestó que no quería declarar, pero «me machacó a preguntas», denunció. Antes, en los pasillos de la Audiencia Nacional, los guardias civiles le habían advertido que o ratificaba su versión o volvería con ellos.



Los testigos comienzan a declarar el próximo martes
Tras declarar los procesados de todas las piezas de este sumario, y después de que el lunes lo hagan Jokin Gorostidi y David Soto, el próximo martes comenzarán a pasar ante la Sala los testigos. Primero lo harán los propuestos por el fiscal, empezando por varios presos políticos vascos, y siguiendo con agentes de cuerpos policiales y otras personas. A continuación serán llamados los testigos de la defensa. Gorostidi, que por razones de salud fue exhimido de asistir a toda la vista, será el último acusado de la «pieza Xaki» en comparecer. Por su parte, David Soto, encausado en la pieza de Ekin, no pudo ser interrogado en su momento por habérsele detectado una grave enfermedad, de la que tuvo que ser operado. -



Antxia relata su labor con los deportados vascos

MADRID

Joxerra Antxia comenzó a trabajar como abogado en las Gestoras pro-Amnistía en 1989, concretamente en la asistencia a los deportados vascos, que, tras la ruptura de las negociaciones de Argel ese año, se multiplicaron. Ayer explicó a la Sala cuál era su labor y cuáles las condiciones de vida y las necesidades de esos deportados. Narró, a este respecto, que esas necesidades eran tan básicas, «a veces de carácter fisiológico casi», que «no necesitaba que nadie me dijera lo que tenía que hacer». Y es que el fiscal puso en duda que no tuviera que rendir cuentas ­concretamente ante ETA­ por su labor, y le acusa de formar parte de una «comisión de deportados» de la organización armada.

Antxia, que al igual que Pepe Uruñuela respondió a las preguntas de la Fiscalía, rechazó esta acusación, y explicó que él propuso crear en Gestoras pro-Amnistía una comisión para asistir a los deportados políticos vascos, pero que ésta no llegó a constituirse.


 
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