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Gara > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa 2006-05-12
Un «currículo vasco» integral

Un «currículo vasco» debe ser objeto de discusión y pacto de toda la comunidad educativa y, para legitimarse, es central que participe en su elaboración tanto el sistema público de enseñanza como el sistema de ikastolas y el resto de la enseñanza privada, así como sindicatos, asociaciones de padres y madres y direcciones de escuelas.

Un concepto integrador

Los objetivos pedagógicos, el enfoque integrador y los enunciados de los contenidos deben ser fruto de la pluralidad y el encuentro. Si se desea un resultado legitimado, de calidad y para el largo plazo la participación es tan importante como los propios contenidos.

Ese enfoque no existió en el periodo anterior. No se siguieron los pasos idóneos para la participación general (tenemos una tradición de minorías voluntaristas arrolladoras), y algunos agentes no se lo tomaron en serio hasta recientemente, cuando se ha visto que el proceso iba adelante. Ahora, con nuevas actitudes y la apuesta de Tontxu Campos para que sea de alcance general, se va corrigiendo.

Por una parte, en la iniciativa promovida por Ikastolen Konfederazioa fundamentalmente, y secundada por Kristau Eskola y Sortzen, no estuvieron todos. Ya EHIGE, Sarean, BIHE y la mayoría de los sindicatos han optado por hacer sus contribuciones desde su propia perspectiva. No se ha incorporado, por el momento, el sindicato mayoritario en la enseñanza, CCOO, quien el 6 de abril del 2006 publicaba una declaración muy ideológica y de repliegue educativo, cuando lo razonable sería su contribución y que los demás faciliten su participación.

Por otra parte, hay ya materiales valiosos con importantes hallazgos pedagógicos que no cabe ignorar ­sería absurdo empezar de cero­, aunque tampoco haya que tomarlos como materiales colectivos a mera corrección, tanto por razones de método como de enfoque y contenido (para un análisis crítico del material de Ikastolen Konfederazioa «Curriculum Vasco para el período de la escolaridad obligatoria (Enero 2006)» y aportaciones concretas, ver mi informe en las web de STEE-EILAS, EHIGE...).

Esta es una temática que no cabe gestionar ni por minorías entusiastas ni tampoco con la mitad más uno, sino con amplias mayorías. Me explico. La regla democrática operativa propia de una institución política (puras mayorías tras discusión) no vale aquí porque toca fibras sensibles, identidades personales y familiaresŠ Y eso requiere otro tipo de procesos, con amplios temas a consenso o a mayorías amplias.

Tampoco hay que olvidar que, se aplicara o no con rigor, ya existía y existe «un currículo vasco» (diseño curricular) con un porcentaje de materias propias definidas tras procesos de discusión en ocasión de la LOGSE, y que son las que se siguen impartiendo al alumnado.

El currículo resultante de todo el proceso de aportaciones quizás llegue a ser oficial en la Comunidad Autónoma de Euskadi (CAE), pero no lo sería, salvo en algunas ikastolas, en el resto de Euskal Herria. Y no puede ser hoy de otro modo. Sin embargo, será una herramienta y una referencia para los sistemas privados e incluso públicos de Navarra e Iparralde si ven ahí un material interesante. Y para que lo sea, la mirada debe ser de Euskal Herria en su conjunto y de sus partes, lo más libre posible de percepciones ideológicas que distancien y teniendo en cuenta las susceptibilidades ajenas (por ejemplo, de quienes compatibilizan españolidad con navarridad o vasquidad).

Hay que optar entre explicitar las creencias (enfoque ideológico que toma la educación como instrumento de hegemonía y acumulación política de fuerzas) o crear anchos bidegorris por los que circulen todo tipo de bicicletas (enfoque de contenedor plural pero orientado, que toma la educación como instrumento de identificación cultural, integración y generación de ciudadanía).

La mirada hacia adentro

Cultura vasca es traducible por Euskal Herriaren kultura, de la que una parte muy importante y fundacional sería euskal kultura (la cultura vasca en euskera); otra parte sería la que se expresa en erdera; otra la que tiene lenguajes que no son de lecto-escritura (artes visuales, expresión gestual, corporal, música...) y, en sentido amplio, todo el conjunto de conocimientos, patrimonios y destrezas que conforman nuestro capital humano colectivo. Ni qué decir tiene que sería cultura vasca toda la literatura o las películas hechas por vascos o vascas (sean en euskera o en erdera).

Es ese mix (y no un ideal) el que hace, hoy, a la cultura vasca específica y diferente a la cultura española o francesa, aunque esté muy influenciada por ellas y, por ello, tiene todo el derecho a desarrollar su «caja de herramientas» de forma integral y en respuesta a los retos sociales en la era postindustrial. Lo específico no es solo la cultura nuclear heredada (euskera, instituciones...), aunque sea lo más diferencial. Específico y diferencial no son sinónimos. Nuestra realidad cultural ya es específica.

El punto de mirada es concebirse como una cultura diferencial que aspira a integral, y con una historia propia. A partir de ahí, unos sectores podemos pensarla como específica, integral y distinta, y otros la entenderán como específica, integral o mezclada (parte también de otras culturas, española o francesa, entendidas igualmente como amalgama). Con los únicos que será imposible establecer un itinerario común es con quienes piensen que nuestra cultura es un apéndice de las culturas oficiales, a las que se les atribuiría el papel de tronco central.

También se ha de evitar confundir cultura ­un hecho objetivo­ e identidad personal. Alguien que se sienta vasco y español, por ejemplo, no debe tener ninguna dificultad para saber que una cosa es la cultura vasca y otra la española, aunque esa persona haga en su cabeza un mix perfectamente legítimo y realizable de ambas, y entienda su identidad personal como una identidad mestiza a respetar. Pero no es de eso de lo que hablamos, sino de la especificidad de las culturas en la diversidad.

La mirada hacia fuera

Hay que hacerse cargo, de verdad, del 100% del currículo: del 45% por competencia propia exclusiva, pero también del 55% porque siendo una competencia del Estado, y respetando los enunciados obliga- torios, pueden ser compartidos, releídos y redefinidos desde aquí, tanto lo universal, científico e instrumental, como también las materias obligatorias generales para todo el Estado relativas a la cultura española (Geografía, Historia, Literatura, Artes o Lengua) y que el Ministerio exigiría para que estén homologados y sean oficiales los planes de estudios e itinerarios.

No se entendería que la mirada sobre el repertorio de conocimientos de carácter universal y europeo se hiciera desde nuestro país de forma metódica, y no se adoptara también ese mismo punto de enfoque de interpretación autorreferencial para la otra parte del currículo obligatorio procedente del Ministerio, y referido a temática española.

Su no abordaje obligaría al alumnado a crearse su propio mundo interpretativo para conectar lo personal, lo propio, lo español y lo universal. Además, dada la abdicación del sistema educativo, lo tendría que hacer sin ayuda sistémica, bajo la influencia de los poderosos media y las realidades relacionales (internet, cine...), y además cada cual llegaría a su menú individual, lo que, desde el punto de vista colectivo, sería un problema.

Supondría entregarle nuestro alumnado al ministerio y a las empresas editoriales grandes y foráneas con sus manuales y su concepto uniformador de estado uninacional, y les den su versión de lo español, ya sea con traducción o no.

¿Cómo hacerse cargo? Se puede hacer evitando el punto de vista político e ideológico y tratando de interpretar el hecho vasco, español-francés, europeo y universal desde la mirada de un «nosotros» plural que, hoy, es una sociedad «plurilingüe e intercultural». Se trata de referenciar culturalmente en Euskal Herria como punto desde el que se observa la cultura propia, y las otras, y admitirse, al menos, como nación cultural, un concepto prepolítico y pacífico que no contradice nin- gún proyecto político salvo el puramente centralista y excluyente.

Se debe evitar partir de una pretensión ideológica. Las ideologías son legítimas, pero no son misión del sistema educativo, sino de los procesos de socialización que se dan en el entorno. Aquí de lo que hablamos es de la cultura y la educación a transmitir, con carácter colectivo, en una comunidad diferenciada.

En el caso de Hegoalde, eso no se puede hacer con un criterio único. En algunos temas, por ejemplo Geografía de España, no habrá mucho que añadir, y quizás sólo enunciar o quitar la parte vasca porque se debería ver en Geografía de Euskal Herria. Pero en otras temáticas obligatorias, Historia de España, por ejemplo ­y existiendo otra materia sobre Historia de Euskal Herria­, es seguro que el punto de mirada sobre más de la mitad de los temas (las invasiones godas y musulmanas, la vivencia medieval, las Cortes de Cádiz, las guerras carlistas, el surgimiento del Estado español, la guerra civil, el franquismo, la transición, las ideologías, los conflictos vascos, ETA, los nuevos es- tatutos), y siempre con aparataje científico cotejable, será distinto si es visto desde Madrid, Barcelona o Euskadi. ¿Por qué renunciar a explicarla desde aquí, además de explicar la nuestra?.

En parte ocurriría lo mismo con las artes, las literaturas o las economías.

Para concluir. Tanto el debate de la cuestión de la mirada como de la pe-dagogía y de los contenidos pueden dar lugar a un currículo en el que ca- si todos puedan reconocerse. Constituiría de hecho la identidad, el imagina- rio y el capital humano de una generación que tendría la oportunidad de educarse sin violencias contextuales y, ojalá, con una visión de nosotros mis- mos menos banderiza que la que hemos conocido, tenido y sufrido. -


 
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