VALENCIA
Un convoy de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) con 150 pasajeros descarriló poco después de las 13:00 horas de ayer en una curva a la entrada de la estación de Jesús, en el barrio de Patraix, en el centro de la ciudad. Tanto el Gobierno valenciano como el Ayuntamiento manifestaron que el suceso había sido fortuito. El subdelegado del Gobierno español en Valencia, Luis Felipe Martínez, concretó que el accidente pudo deberse al exceso de velocidad del convoy y a la rotura de una de sus ruedas. La versión de la Policía era que el primero de los cuatro vagones descarriló por exceso de velocidad, al segundo se le rompió una rueda y ambos volcaron.
El sindicato UGT mayoritario en FGV, en cambio, opinó que era un diagnóstico precipitado. Su portavoz, Antonio Soler, dijo que no entendía «cómo se pueden saber» las causas del siniestro sin antes haber hablado con los técnicos. La Policía española investigaba ayer las causas de siniestro.
Varios pasajeros de los vagones siniestrados llamaron con sus teléfonos móviles al servicio de emergencias, que estableció un hospital de campaña en la boca del metro y movilizaron más de 30 unidades sanitarias para trasladar a las víctimas. También ofrecían ayuda sicológica a los heridos y a los familiares de las víctimas.
El número de fallecidos era de 37 personas, confirmó el portavoz de la Generalitat valenciana, Vicente Rambla. Los cadáveres rescatados fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal. Rambla explicó que algunos de los cuerpos están «en situación de difícil reconocimiento». Por ello, pidieron la colaboración de los familiares. Al anochecer, en estas dependencias se encontraban ya unas quinientas personas, entre familiares y allegados a posibles fallecidos. Los funerales se celebrarán hoy a las 19.00 en la catedral de Valencia.
Debido al accidente fueron hospitalizadas 39 personas. Dos heridos se encontraban en estado «muy crítico» y cinco graves. Varios de los heridos leves fueron dados de alta durante el día de ayer. El maquinista resultó herido, aunque al parecer estaba fuera de peligro.
Unidad revisada
La unidad de la línea 1 accidentada es del modelo UTA 3736 y tiene «todas las revisiones técnicas completadas», informaron fuentes de la Generalitat. A esta unidad iba unida otra UTA, ambas construidas y puestas en servicio durante los años 1989 y 1990. La última revisión de la unidad se realizó el 27 de junio, según las mismas fuentes. Las series a las que pertenecían los convoyes accidentados fueron construidas por CAF y Alstom. Una de las víctimas rememoraba el momento anterior al accidente. «Oí un golpe, unos ruidos muy raros, unos fuertes movimientos y me quedé en blanco», describía. Otro pasajero, que se hallaba en uno de los dos vagones de atrás, que no volcaron, relataba a la Cadena Ser que no recordaba lo que sucedió en un primer momento. «Me han dicho que cuando llegaron los bomberos, no sé cuánto han tardado, es cuando hemos empezado a levantarnos. Yo estaba en el último vagón y he podido salir por una de las ventanas de una de las puertas», contaba. Otra víctima entrevistada por esa cadena de radio española, explicaba que «el tren ha volcado y yo he caído entre dos sillas. No sé si he tropezado con algo. La Policía me ha sacado a cuestas, rompiendo los cristales, porque no podíamos salir de allí». «No me he roto nada», añadía después, agradecida además porque alguien le dejó un teléfono móvil nada más ser rescatada para poder avisar a sus hijas de lo sucedido.
Asimismo, un hombre de 60 años que iba en el vagón que descarriló afirmó, a la salida del hospital, que recuerda que le golpearon trozos de carne sobre el cuerpo y que ha sido una experiencia «horrible», por lo que no volverá a subir más en el metro. «El convoy iba muy fuerte y ha golpeado con el andén en la curva de la estación de Jesús. Había mucho humo, pero no había fuego. He ido a rastras hasta alcanzar la estación», dijo. «Tengo el brazo roto y algunas magulladuras», explicó el herido, que suele tomar el metro casi siempre a esas mismas horas.
Una mujer de 79 años que también fue dada de alta ayer a la tarde recordó que la Policía rompió el cristal de la ventanilla y una persona le ayudó a salir. «Todo se puso muy oscuro enseguida», recordó. En el mismo hospital, una joven que buscaba a su madre afirmó que estaba segura de que ésta iba en el metro porque «siempre lo coge a la misma hora y no contesta al teléfono móvil».
«Se apagaron las luces»
Una joven que viajaba en el último vagón y que salió ilesa explicó que cuando el metro se acercaba a la estación de Jesús notó que incrementaba su velocidad y que se desestabilizaba. «Se apagaron las luces y se oyeron gritos, reacciones de pánico y ataques de ansiedad entre los ocupantes del vagón, aunque ninguno resultó herido», señaló. «Soy ATS, por lo que intenté ayudar y lo hice con una chica que estaba embarazada a la que atendí en el andén porque se quejaba de dolor en el abdomen», añadió.
Una joven que aguardaba al tren en el andén de la estación de Jesús dijo haber oído un ruido muy fuerte, luego vio un chispazo en el túnel por el que debía llegar el convoy. En el momento en el que se escuchó el estruendo, explicaba, la gente empezó a correr asustada en dirección a la salida. En ese momento, los trabajadores del metro abrieron los tornos para facilitar que la multitud pudiera salir.
Condolencias desde Europa
La ciudad de Valencia recibió numerosas muestras de solidaridad desde los ámbitos políticos y sociales. El presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, decidió acortar su visita oficial a India. También expresó su «profundo pesar» el Papa Benedicto XVI, quien visitará Valencia este fin de semana para asistir al V Encuentro Mundial de las Familias.
Además, autoridades de varios estados europeos, como el Estado francés, Alemania e Italia, así como desde el Parlamento europeo, enviaron sus condolencias.
