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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2006-09-08
Fernando Vaquerizo Gómez (*)
La cancelación de la deuda externa

Después de cuatro meses de intenso trabajo, el pasado febrero logramos el primer objetivo de la ILP-carta de justicia y solidaridad con los países empobrecidos, superando con creces las 30.000 firmas válidas exigidas (45.254 han sido aceptadas).

La cancelación de la deuda externa es uno de los ejes centrales de la carta de solidaridad al ser uno de los principales elementos que contribuyen a perpetuar la situación de subordinación, explotación y dependencia en que viven los países empobrecidos al generar empobrecimiento y pérdida de la soberanía económica.

El empobrecimiento de los países del Sur. La deuda externa es una de las causas primeras de la pobreza en el mundo. Hoy 1.500 millones de personas viven con menos de un dólar al día, siendo la mayoría de ellas mujeres. Y junto a esta miseria la brecha entre países ricos y pobres se agranda año tras año, al igual que crecen las fortunas de las personas más ricas del planeta.

El hambre. Es uno de los efectos más visibles de la pobreza, 800 millones de personas la sufren diariamente. Las enfermedades relacionadas con ella matan diariamente a 34.000 niñas y niños menores de cinco años; esto significa que este verano morirá de hambre el equivalente a toda la población de Euskal Herria.

Las enfermedades son otra lacra empeorada por la pobreza. Cada año mueren de enfermedades fácilmente curables once millones de niños y niñas. Lo más indignante es que la mayoría de estas enfermedades serían fácilmente evitables con una pequeña inversión.

La esperanza de vida al nacer ha aumentado en las tres últimas décadas en el planeta en siete años más. Pese a ello, ha disminuido en 23 países, siendo en diez de ellos (todos de Africa) inferior a cuarenta años. De estos diez países ocho están a la cabeza de incidencia del sida. La influencia de esta enfermedad en la esperanza de vida es evidente.

Flujo de dinero a los países ricos. En el periodo 1980-2002 los países empobrecidos han suministrado al Norte el equivalente a 52 Planes Marshal (cuando EEUU, el país más rico del mundo, tardó tres años en dárselo a Europa).

El objetivo de la reducción del gasto público es que las personas se paguen su salud, educaciónŠ con lo que las personas pobres se quedan sin estos servicios mínimos. La correlación entre reducción en gastos de sanidad y el aumento de muertes es evidente.

En el caso de la eliminación de subsidios se pretende que el estado libere liquidez para pagar su deuda. Así, se eliminan los subsidios en la agricultura, con lo que se da la paradoja de que el arroz y el maíz de EEUU o de la UE se vendan más baratos que el nacional; la razón está en que EEUU y la UE sí subvencionan su agricultura.

Privatización de la tierra y de las empresas públicas. Para pagar la deuda con esos ingresos extras, lo que supone un paso más en la pérdida de soberanía al perder el país el control de elementos claves de la economía.

Propuesta al Gobierno Vasco

La propuesta que hacemos de cancelación de la deuda externa por parte del Gobierno Vasco no supone un cheque en blanco a los gobiernos de esos países y menos a los no democráticos. Los mismos planteamientos que se utilizan para la ayuda al desarrollo se deben emplear a la hora de cancelar deuda (que se utilice para beneficio de la población: sanidad, educación..., que tenga en cuenta las desigualdades de genero...). La cancelación de la Deuda Externa tampoco significa olvidarse de cómo se han enriquecido los corruptos del Norte y del Sur, debemos seguir exigiendo responsabilidades y la devolución de lo robado a los países empobrecidos.

Hoy, desgraciadamente, la cancelación de la deuda externa se emplea más como elemento de presión política que como elemento real para mejorar la situación de los países empobrecidos.

Es verdad que la cancelación de la deuda externa es un paso necesario para acabar con la miseria de millones de personas, pero no es suficiente si no va acompañado de otras medidas políticas y económicas. Es evidente que se deben cam- biar las instituciones financieras internacionales como el FMI, BM y la OMC, que habría que cambiar las relaciones de comercio haciéndolo más justo, que tendrían que controlarse los flujos financieros y a las transnacionales, que deberíamos llegar a ese 0.7% y más del PIB y aplicar la tasa Tobin, que hay que devolver a la ciudadanía del mundo empobrecido lo que se le ha sustraído y exigir responsabilidades de la corrupción a los países deudores y acreedores, que es necesario establecer un impuesto excepcional sobre el patrimonio de las grandes fortunas, que vuelvan al dominio público los sectores estratégicos que fueron privatizados... Y todo ello debe ir acompañado de la necesaria democratización de esos países y de la igualdad entre hombres y mujeres. Todo eso es tan cierto como que no podemos esperar a que se den esos cambios. La cancelación de la deuda es posible hoy y tiene una importancia vital para la población de los países empobrecidos al poder empezar de cero en dos aspectos claves: no tener que pagar deudas y la vuelta a la soberanía económica que pueda servir para elaborar políticas pensadas en sus poblaciones y no en las directrices del BM o del FMI. -

(*)Fernando Vaquerizo es responsable de sensibilización de PTM-mundubat para Gipuzkoa


 
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