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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2007-02-03
Adolfo Muñoz Sanz, Txiki - Responsable de Negociación Colectiva de ELA
Ahora toca la «flexiseguridad»

Una amplia delegación de representantes de las Juntas Generales de Bizkaia y periodistas ha estado en Dinamarca para analizar in situ su sistema económico, laboral y social. El viaje ha sido organizado y financiado por el Departamento de Economía de la Diputación de Bizkaia. Han regresado y nos quieren convencer de que aquéllo está muy bien.

Hacer comparaciones entre sistemas no es tarea fácil, se corre el riesgo de ser parcial y de que primen factores subjetivos que hagan perder rigor al análisis. Cada lugar tiene sus especificidades, pero lo importante es el conjunto. Además, hay que analizar las tendencias de fondo de cada país para saber de dónde venimos y a dónde se nos quiere llevar.

Tampoco debemos perder de vista que en la política y en la economía hay personas muy interesadas en buscar «palabras mágicas» que puedan utilizarse para esconder la perversión de la cruda realidad que fomentan quienes nos gobiernan, y su propia responsabilidad en ello. Palabras de esas hay muchas: modernidad, responsabilidad social de la empresa... Ahora toca flexiseguridad. Unos términos que ayudan a desideologizar el debate de fondo.

Si hablamos de tendencias de fondo, en nuestro país se pueden poner unos ejemplos.

Por ejemplo, se bajan los impuestos. Se defiende ­paradójicamente sin debate político­ ampliar la diferencia de presión fiscal con la UE en detrimento de la vasca. ¿Cómo? Bajando los impuestos a las personas más ricas, con el efecto que eso tiene en las políticas de gasto, especialmente en las sociales. Hacen lo que han hecho los neoliberales en todo el mundo en los últimos años: reducen los impuestos a las rentas altas, a los amigos y amigas que poseen rentas empresariales y de capital. Próximamente les reducirán el Impuesto de Sociedades. Para hacer política sobre las cosas de comer se ponen de acuerdo sin problemas PNV, EA y PP, con el apoyo de PSOE. En Dinamarca, la presión fiscal es mucho más alta y los tipos marginales de quienes más ganan son 16 puntos superiores a los de la CAPV. Casi nada.

Las diputaciones hacen su política fiscal a escondidas, sin contar con la opinión de los sindicatos (en el caso del Impuesto de Sociedades, hacen seguidismo de las demandas de la patronal, aunque ésta sea insaciable). No existe un órgano en el que podamos dar nuestra opinión y debatir antes de que estas reformas sean aprobadas. En Dinamarca tampoco eso es así, existen órganos de participación y consulta para que quienes defienden los intereses de los trabajadores y trabajadoras puedan dar su opinión. Y las reformas se debaten, y no se aprueban en un mes.

Las diputaciones cierran el ejercicio con superávit presupuestario. No parece que para quienes gobiernan existan déficits sociales que cubrir. Ni en residencias, ayuda domiciliaria, vivienda, sanidad, medio ambiente... Tampoco debe ser necesario mejorar las condiciones de trabajo que imponen a las trabajadoras y trabajadores de las empresas a las que subcontratan servicios. En Dinamarca, dicen quienes han estado en este viaje, el nivel de coberturas sociales es muchísimo más amplio que el nuestro. ¡Qué le vamos a hacer!

En Bizkaia, los representantes políticos de la Diputación Foral exprimen a las trabajadoras de la Residencia de Durango obligándoles a renunciar a los derechos regulados en su convenio (menos salario y muchas más horas de trabajo). La Administración Foral, sin ningún escrúpulo, hace lo que cualquier desalmado empresario. En el caso de Durango, aprovecharon el cambio de empresa subcontratista y la inexistencia de obligación de subrogar para tratar a esas mujeres de la peor manera. No sabemos si esto sucede en Dinamarca; dicen quienes han estado que discriminadas, lo que se dice discriminadas, sólo están las personas inmigrantes. A la vista de la voracidad con la que se emplean empresarios y administraciones, el ejemplo suele terminar cundiendo muy deprisa. Aquí, al menos, eso es lo que está pasando.

En Dinamarca hablan de salarios medios mucho más altos que los nuestros, de prestaciones por desempleo generalizadas, con cuantías superiores a las de los salarios vascos, de una temporalidad mucho más reducida (el 11%), de una jornada legal bastante más reducida (37 horas frente a las 40 del Estado español). Demasiadas diferencias.

Sí se puede afirmar que hay algunas cosas similares, si atendemos a lo que nos cuentan. El despido también aquí es libre. Libre, cada vez más barato y subvencionado a los empresarios por la administración. Por cierto, los datos son tercos, y muestran que la tasa de temporalidad sube tras la enésima reforma laboral.

Se nos trata de hacer creer que los sistemas de «diálogo social» danés y español son similares, y que tenemos un problema en Euskal Herria. La verdad es que el problema que aquí tenemos es que, además de aplicársenos los acuerdos que en el ámbito del Estado español suponen un continuo retroceso en los derechos sociales o laborales, las administraciones vascas, dentro de sus competencias, se esfuerzan en sacar nota en neoliberalismo. Así, nuestro estado del bienestar está a la cola de Europa, y el danés, a la cabeza. Pocos parecidos. Esta semana han anunciado otro «gran acuerdo», el que hace referencia a las pautas de negociación colectiva para el 2007. Siendo todo eso así, cabe preguntarse ¿por qué funcionando tan bien como dicen ese «diálogo social a la española» las condiciones de precariedad se extienden? Sencillamente, porque ha sido vaciado de contenido, y a lo que asistimos es a la perversión de un concepto ­diálogo social­ para que se puedan seguir legitimando políticas muy duras contra la gente trabajadora.

Una cosa sí podemos afirmar: quienes gobiernan aquí, en Euskal Herria, llámense de centro, de derechas, de izquierdas o socialdemócratas, tienen sana envidia del proceso de desactivación sindical que se ha dado en el Estado español, y querrían, cómo no, clonarlo aquí. Y es que quienes aplican políticas neoliberales quieren que todo el mundo les aplauda. Eso no va a suceder aquí. ELA no está por la labor porque siguen existiendo muchas razones para denunciar y luchar. -


 
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