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"Terroristas" sentados esperando a la Policía

Lo decía el portavoz de los procesados en el «caso Jarrai-Haika-Segi", Ibon Meñika, antes de que a él y a otros 17 jóvenes independentistas se los llevara detenidos la Ertzaintza para cumplir la condena impuesta por el Tribunal Supremo español. «Una imagen vale más que mil palabras". Ciertamente, la imagen registrada al mediodía de ayer en Bilbo disipa algunas dudas y rompe muchos estereotipos. La batalla de la comunicación es clave en una sociedad expuesta cotidianamente a los medios. Es importante porque se utiliza para, quebrando las distancias, hacer partícipe a la ciudadanía de mensajes ideológicos, pero también para contagiarle emociones. De todo eso hubo en el frontón bilbotarra.

18 de los 23 jóvenes condenados por vincularse a una organización juvenil declarada «terrorista" comparecieron en una instalación deportiva. Ahí está el primer mensaje: unas personas que realizan un trabajo político y social público, que cuenta con el reconocimiento expreso, entre otros, del Consejo de la Juventud de Euskal Herria, se presentan en un lugar público de su país y esperan, acompañados de los suyos, en actitud absolutamente pacífica, a que la Ertzaintza los detenga para llevarlos a cumplir una dura e irracional condena.

Las dudas, sembradas en distintos medios, en el sentido de proyectar un viaje colectivo hacia la clandestinidad, se rompen con un acto político en el corazón del Casco Viejo bilbaino. Tampoco los estereotipos aguantan, porque la imagen de unos «peligrosos terroristas" no concuerda con la de unas personas que, junto a sus familiares y compañeros de labor política, aguardan sentadas a que les arreste la Policía. No encaja esa actitud desobediente y pacífica con el propósito criminalizador de un Estado que descarga sobre estos jóvenes, sobre tantos otros jóvenes, su impotencia por no haber logrado acabar por la fuerza con un problema político. El compromiso de todos en construir un escenario sin agresiones, en el que todos los proyectos se puedan defender en pie de igualdad, es fundamental. Es esencial avanzar si aspiramos a que, como en la canción de Manu Chao, la próxima estación se llame Esperanza.

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