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79 muertos en un atentado en el corazón económico de Bagdad

Horas después de que el Gobierno colaboracionista anunciara el inicio del Plan de Seguridad de Bagdad, un doble atentado en sendos mercados del corazón económico de Bagdad, en la zona chiíta de la capital, dejaba un saldo de 79 muertos y 165 heridos. Los supervivientes dirigieron sus iras contra el Ejecutivo de Nuri al-Maliki y su incapacidad para evitar estas masacres. Su plan sí ha «logrado" unos embotellamientos monstruosos en la ciudad iraquí.

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Un doble atentado sacudió ayer a la capital iraquí, dejando un saldo provisional de 79 muertos y 165 heridos.

El ataque, en dos barrios predominantemente chiítas situados en la ribera oriental del río Tigris, tuvo como objetivo el corazón económico de Bagdad.

A las 12.15 horas, tres coches-bomba explotaron en un centro comercial próximo al mercado de Chorja, el mayor de la ciudad. Un primero estalló en el aparcamiento del subsuelo y los otros dos habían sido estacionados a uno y otro lado del establecimiento. Las explosiones destruyeron todo en un radio de 700 metros alrededor.

Quince minutos más tarde, otro artefacto hizo explosión en un mercado en el barrio de Haraj, a un kilómetro escaso.

Yasser Asafar, un joven comerciante, no ocultaba sus lágrimas entre los restos de su tienda de artículos para la casa. «Ya hemos sufrido varios ataques. Si no nos han herido hoy, nos herirán mañana. Sólo queda una solución: irse del país», añade impotente y dirigiendo las manos hacia el cielo.

Asafar no duda en señalar que estos ataques, «que han destruido el barrio y uno de los mayores centros comerciales de la capital, tienen como objetivo destrozar la economía del país».

Irónico, este comerciante muestra su «agradecimiento al Gobierno por ayudarnos a apagar el fuego y a evacuar a los heridos. Comienzan a ser expertos en estos trabajos», añade.

Expertos, pero cuatro horas después pequeñas explosiones revelan que el fuego ha alcanzado los depósitos de las gasolineras cercanas.

Los comerciantes tratan de recuperar enseres de entre los escombros. La cólera se mezcla con la desesperación.

«Mi tienda ha quedado abrasada por el fuego. He perdido 100.000 dólares», señala indignado Mohamed Haida. «Y, mientras tanto, los del Gobierno sentado en sus cómodos despachos», agrega este comerciante.

 

Al-Maliki ni se inmuta

Al primer ministro, Nuri al-Maliki, el atentado no le pilló sentado sino en plena comparecencia en rueda de prensa. Como mostraron las cámaras de televisión, la impresionante detonación no mereció para él más que una ligera mirada a sus guardaespaldas, tras la que siguió con su discurso.

Un discurso similar al que ofreció el domingo a última hora, y en el que anunció la puesta en marcha del Plan de Seguridad para Bagdad.

Un plan que no evitó nuevos atentados pero que sí provocó impresionantes embotellamientos, sobre todo en los puentes que unen la parte occidental y oriental de la ciudad.

A falta de éxito, el Gobierno ofreció un análisis del nuevo atentado, relacionándolo con el primer aniversario del oscuro ataque contra la mezquita de Samarra, gestionada por los chiítas y que exacerbó los enfrentamientos interconfesionales entre estos y los sunitas.

cAstigo
El Gobierno colaborador anunció la muerte de 12 resistentes en una operación de castigo en Al Dawasir, a unos diez kilómetros al sur de Baaquba, capital de la provincia de Diyala. Un paramilitar iraquí murió en la acción.
horca
Un tribunal de Apelación del Irak ocupado condenó a morir ahorcado al derrocado vicepresidente, Taha Yassin Ramadan, quien había sido condenado a cadena perpetua en la sentencia que acabó con la vida de Saddam.

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