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El Haski niega haber mantenido relación alguna con ETA

En la segunda jornada del juicio por el 11-M, uno de los acusados de haber planeado los atentados, Hassan el Haski, negó categóricamente haber mantenido relaciones de ninguna clase con ETA. Al igual que en la víspera, todos los acusados proclamaron su inocencia.

M.D. |

Hassan el Haski, quien se enfrenta a una petición fiscal de 38.656 años de cárcel al estar considerado como uno de los autores intelectuales del 11-M, negó ayer categóricamente haber tenido relación alguna con ETA.

«¿Cómo voy a tener una relación con ellos si ni siquiera sé hablar español?», respondió El Haski, que comparó esta posibilidad con la teoría del ácido bórico, el veneno para cucarachas encontrado en su casa de Lanzarote y que fue utilizado por «El Mundo» y la COPE para montar una de sus peregrinas teorías sobre el 11-M.

El Haski, al igual que los otros dos acusados que declararon ayer -Youssef Belhadj y Jamal Zougam-, negaron haber participado en los atentados del 11-M y su vinculación con Al Qaeda.

Así, El Haski, considerado como el líder del Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM, el grupo que llevó a cabo el atentado de Casablanca en mayo de 2003) en el Estado español y como el portavoz de Al Qaeda en Europa, llegó a decir que no conocía a ninguno de los procesados y retó a que se encuentre a alguien que le conozca para someterse a un careo.

Por su parte, Youssef Belhadj, a quien se le acusa haber reivindicado los atentados en el vídeo que fue depositado en una papelera junto a la mezquita de la M-30, condenó el ataque, al igual que hizo la víspera Rabei Osman el Sayed.

«Estoy en contra de la violencia», señaló antes de destacar que nunca ha recibido instrucciones de Osama bin Laden o de personas cercanas a él.

Jamal Zougam también negó estar relacionado con alguna organización vinculada a Al Qaeda. Zougam, a quien se le piden 38.654 años de prisión al estar considerado como autor material de los atentados, fue detenido cuando se localizó una mochila sin estallar en la que había una tarjeta de teléfono de su propiedad.

En este sentido, explicó que trabajaba en un locutorio del barrio de Lavapiés, pero que no se ocupaba de vender tarjetas de móviles, sino de reparar los aparatos estropeados.

Pese a ello, negó estar capacitado para sincronizar los móviles. Los teléfonos fueron empleados como detonadores para hacer estallar el explosivo que fue colocado en mochilas que fueron depositadas en los vagones que fueron atacados el 11-M.

Al ser preguntado por qué se utilizaron en los atentados tarjetas telefónicas de su locutorio, Jamal Zougam no supo responder y explicó que no llevaban ningún control de las tarjetas que vendían.

«Vendíamos y cuando se acababan volvíamos a comprar», explicó.

Siete perpetuas
Un tribunal turco sentenció a siete sospechosos de ser militantes de Al Qaeda a cadena perpetua al considerar probada su participación en los atentados de 2003 contra dos sinagogas en Estambul.

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