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Habas con tocino eta borroka

Fede de los Ríos

Ya viene el Carnaval. Adoremos a Baco y a Carna, de las pocas deidades creadas por imaginación popular merecidas de devoción.

Dicen los etnólogos que su origen se remonta a las fiestas paganas de Invierno, a las celebraciones dionisíacas griegas y a las antiguas fiestas romanas.

Nada que ver con la interpretación de la Iglesia Católica y su prepararse para la Cuaresma.

Dioniso era considerado, por los griegos, promotor de la civilización por ser el dios protector del vino, de la agricultura y el teatro. Los romanos lo denominaron Baco.

Carna era la diosa celta de las habas y el tocino, creadora de la vida humana. Una diosa bisagra que tenía el poder de cerrar lo abierto y abrir lo que se encontraba cerrado.

El Carnaval es, pues, un signo de resistencia a la sociedad de «lo políticamente correcto» que los puritanos de nuevo cuño nos quieren imponer. Vino, habas con tocino y bacanales frente a Font Vella, tofú y el aburrido tálamo conyugal del sábado. Una expresión más de la lucha de clases.

Un anti Dioniso, Pitágoras, -aquél del teorema preferido de Miguel Sanz-, fue uno de los precursores del cristianismo. Montó una secta de aburridos estadísticos que reducían la realidad a números. Proponía el ascetismo para tener de premio un mundo maravilloso al que viajaría nuestra alma. Prohibía a sus seguidores la ingesta de animales y de ¡habas! Según decía, por su similitud a un órgano sexual y porque su digestión produce flatulencias. Y ese aire era almas de individuos, encarnados en leguminosa, que pugnaban por salir. También creía en la reencarnación. Así que el alma, después de tanto rollo teológico, no era más que un pedo. Menos mal que apareció Epicuro para guiarnos en el disfrute de la vida.

Carnaval puede ser un punto de inflexión en nuestras vidas. Decían los del mayo francés que no querían un mundo donde la garantía de no morir de hambre fuese la garantía de morirse de aburrimiento.

Los hierbajos, tan sanos ellos, fumémoslos. Hagamos caso por una vez a San Pablo y «bebamos y comamos, que mañana moriremos» (siempre sospeché que, a pesar de la ostia desde el caballo, algo de lucidez pagana le quedó). Y, en el ínterin, «pegar la piel» con quien te gusta tampoco estaría nada mal.

Lo decían los batasunos, años ha, jaia eta borroka.

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