Aún sin terminar su trilogía «América, la tierra de las oportunidades» -que comenzó con «Dogville», continuó con «Manderlay» y espera cerrar con «Washington»-, Lars von Trier parece haber entrado en una nueva etapa vital y artística. Según ha publicado él mismo en su reciente «Declaración de revitalización», tras cumplir su cincuenta aniversario quiere recuperar su entusiasmo original por el cine y reducir la marcha.

«Direktoeren for det hele» («El jefe de todo esto») es el primer resultado de esta nueva etapa vital. Rodada en cinco semanas (bajo algo de presión por parte de la productora Zentropa) y con un presupuesto reducido (al que, seguro, le sacará chispas), el nuevo filme del autor de «Los idiotas», además de rodarse en danés, ha evitado contar con la presencia de estrellas internacionales en el rodaje, tal y como hiciera en «Dogville» y «Manderlay». Así, el reparto es enteramente danés y, curiosamente, las relaciones que ha mantenido con los actores han debido de ser bastante más amables que con los hollywoodenses.

«Fue muy interesante trabajar con Lars von Trier. Él es muy conocido en nuestro país. Todo el mundo desea saberlo todo acerca de su trabajo. Mi experiencia general ha sido genial, realmente divertida. Lars es más dulce de lo que realmente parece. Puedes jugar al ping pong con él como si fuera tu vecino de enfrente», nos confiesa la actriz Iben Hjejle, la protagonista de cintas como «Mifune» (el tercer largometraje Dogma «dirigido» por Soren Krag Jacobsen) y de «Alta Fidelidad», del director Stephen Frears.

«Una película inofensiva»

«El jefe de todo esto» comienza con la voz over de Lars von Trier, realizando una especie de presentación o advertencia al público: «Aquí comienza una película; es una comedia inofensiva». La historia se centra, por un lado, en lo confusas y complicadas que resultan las relaciones laborales y, por otro, en la difícil situación en la que se encuentran muchos actores que no lo tienen fácil a la hora de encontrar trabajo. Valiéndose de un excelente guión, von Trier nos adentra a través de esta comedia satírica en el sentido del humor danés, algo masoquista, por cierto, según admitió el propio director: «Es típico de los daneses morirse de risa cuando les tratan de estúpidos. Y, en este caso, cuando los islandeses les gritan y les tratan de tontos, están contentísimos». Y es que la historia de la rivalidad entre islandeses y daneses tiene más de cuatrocientos años, tantos como los que los islandeses han estado bajo la ocupación de la corona danesa.

Por otro lado, el filme indaga en ese sentimiento tan humano que nos lleva a creer en la necesidad de sentirnos queridos, tal y como explica Iben Hjejle:«Se trata de una película sobre lo que eres capaz de hacer para conseguir ser aceptado y querido. Pero, al mismo tiempo, es una tragedia». Y así es, porque entre una y otra escena hilarante también hay alguna que otra sobrada de crueldad, pero, aún así, continúa siendo una comedia, género que domina otro de los protagonistas, Casper Christensen, cómico y presentador de programas muy populares de la televisión danesa y que lleva media vida en este género. «He trabajado toda la vida en comedia, no soy actor, soy cómico. Curiosamente, cuanto más tiempo llevo trabajando en el género de la comedia, más difícil me resulta», explica.

Según otra de las actrices del reparto, Mia Lyhne, compañera del anterior en la serie «Klovn» -la versión danesa de «Larry/Curb your Enthusiasm»- «nada así se había realizado antes en Dinamarca». «Nunca se había filmado nada igual aquí. Es un tipo de película muy danesa, para qué negarlo». Pues sí, así es, y no sólo en cuanto al contenido. La forma tiene mucho de particular: «Todo el sistema Dogma presupone una forma de trabajo. Y el modo en el que hemos trabajado aquí con el framing ha posibilitado que lo que se quería contar fluyera; ha hecho que la comedia funcionara», añade Iben Hjejle, quien se reafirmó en la idea de que el buen ambiente de trabajo ha sido fundamental para obtener buenos resultado. «El equipo al completo resultó ser encantador, te sentías segura trabajando», agregó.

Probablemente, Lars von Trier sea el director de cine más controvertido, provocador e impredecible del continente europeo. Sin embargo, hay quien no descansa en su empeño por demostrar que se trata de un fraude y que hace películas sin sentido que pretenden significar algo. Puede que sí, puede que no. Lo que está claro es que nadie niega que, a pesar de su fama y reconocimiento, son pocas las concesiones que hace a la industria. Pero, por encima de todo, es un cineasta vocacional, un artista que continúa en su empeño: la búsqueda, sin descanso, de nuevas formas de hacer cine.

«Lookey» o acertijo visual

Muestra de ello es que el director haya prometido ofrecer 30.000 coronas (unos 4.000 euros) y un papel como extra en su próxima película a quien resuelva el acertijo visual que ha incluido en «El jefe de todo esto». El nuevo trabajo del cofundador hace una década del movimiento Dogma ofrece a los espectadores una serie de pistas visuales que, juntas, forman un código que hay que descifrar. El pasatiempo se llama «Lookey», una contracción del inglés Look for the key (Busca la llave), «un juego simple en el que la película actúa a modo de tablero», en palabras del creador de «Rompiendo las olas».

Un lookey es una perturbación visual que nada tiene que ver con el resto de la película y que, para los no iniciados, puede llegar a parecer un error. Cada filme con este sistema puede incluir entre cinco y siete lookeys. Lars von Trier ha anunciado que pondrá a disposición de cualquier creador cinematográfico el concepto de lookey, para que pueda utilizarlo libremente.