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Antxon ITURRIZA «Aizpel»

Pedro Udaondo, el alpinista que murió con las botas puestas

Desde ese momento, Udaondo vivió por y para la montaña. Su alianza deportiva con Ángel Landa dio como resultado una de las cordadas más brillantes del alpinismo estatal en los años sesenta. Ya en 1956 habían asombrado con la primera ascensión invernal al Naranjo de Bulnes y dos años después con la escalada de la Canal del Pájaro Negro, en Peña Santa de Castilla. Pero su gran hazaña como equipo sería la escalada del Pilar Bonatti en la aguja del Dru en 1961.

Formando cordada con diversos alpinistas vascos, Udaondo fue acumulando a lo largo de su vida un impresionante historial de escaladas de dificultad: más de 300 itinerarios en Picos de Europa, de los cuales casi cuarenta eran rutas nuevas; 160 en Pirineos, con seis aperturas, así como medio centenar de ascensiones en los Alpes.

Pero, además de este denso historial, quizás el mérito más relevante de Udaondo haya sido su perseverancia en el alpinismo de dificultad durante más de medio siglo, hasta el mismo día de su muerte. Y ha ido a morir con las botas puestas, como correspondía a una vida dedicada en cuerpo y alma al alpinismo.

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