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Gasteiz recordará mañana a las 16 presos de La Paz que fueron fusilados en Azazeta

Mañana se cumplen 70 años desde que un piquete formado por guardias civiles, requetés y falangistas fusilara en el alto de Azazeta a 16 presos de la cárcel de La Paz. Un acto de Ahaztuak 1936-1977 les recordará mañana en Gasteiz a ellos y a todos los represaliados del franquismo.

Iker BIZKARGUENAGA |

Unos 350 alaveses fueron fusilados durante el franquismo, y muchos de ellos lo fueron tras ser sacados de la cárcel gasteiztarra de La Paz. Una prisión que estuvo en activo hasta 1973, y por la que pasaron miles de ciudadanos y ciudadanas vascas, víctimas de la represión fascista. Entre ellas, 16 prisioneros que en la noche del 31 de marzo de 1937 fueron conducidos en camiones al alto de Azazeta para ser disparados a quemarropa.

Mañana, coincidiendo con el 70 aniversario de este negro capítulo de la historia de este país, Ahaztuak 1936-1977 realizará un acto en homenaje y recuerdo a esas 16 personas, así como a los presos que pasaron por la cárcel de La Paz, y a todos los represaliados del franquismo. Será a las 12.30, en la plaza del Hospital de la capital alavesa, y participarán familiares de las personas que fueron terriblemente ajusticiadas y varios represaliados.

En una comparecencia celebrada el miércoles, el portavoz de Ahaztuak en Araba, Lander García, dio cuenta del contenido del acto, y valoró que lo sucedido con todas estas personas «son historias que resulta necesario recuperar».

«Queremos denunciar lo que supuso la realidad represiva en Araba, y lo que supuso también una dictadura que fue cerrada en falso en una transición que se olvidó de esa realidad, y que ha dejado un déficit democrático que vemos en el día a día, que sufrimos como ciudadanos y como colectivos en muchos aspectos, en la vulneración de derechos civiles y políticos», señaló en la rueda de prensa.

Durante su intervención, García hizo mención de las actitudes que desde determinados ámbitos políticos y mediáticos «justifican la dictadura franquista», y se refirió al «relativismo y la amnesia colectiva que se intentó buscar desde la transición» como responsables de que aún haya quien enarbole sin rubor la bandera franquista.

A este respecto, el representante de Ahaztuak tuvo palabras especialmente críticas con el diputado general de Araba, Ramón Rabanera, que se negó a acatar el mandato de las Juntas Generales de erigir un monolito en memoria de las víctimas de la represión franquista. Recordó, en este sentido, que Rabanera argumentó que el recuerdo habría que dirigirlo «a las víctimas de ambos bandos».

«En Gasteiz, los únicos bandos que existieron fueron el de los asesinos y el de los asesinados», apuntó como respuesta.

García también censuró que el alcalde de Gasteiz, Alfonso Alonso, que participó en la marcha convocada en Iruñea por el Gobierno de Nafarroa, y que fue secundada por el PP. Según destacó, «nos resulta desagradable, como familiares de asesinados y represaliados políticos del franquismo, que mientras recordamos la memoria del alcalde republicano asesinado, el actual alcalde desfile con falangistas».

«El olvido y la impunidad»

Y es que, entre las 16 personas que fueron fusiladas en Azazeta, se encontraba el alcalde de Gasteiz por Izquierda Republicana Teodoro González de Zarate. «Nuestra lucha es tanto contra el olvido y contra la impunidad.

Uno de nuestros lemas es hacer memoria para hacer justicia, porque la memoria nos permite apender del pasado para transformar el presente y construir un futuro mejor, un futuro sin represaliados políticos, en paz, un futuro en el que se respeten los derechos humanos y los derechos civiles y políticos», concluyó García, que estuvo acompañado ante los medios por personas que han conocido de primera mano la represión del franquismo.

El mismo que fusiló a su tío

Jesús Estrada, es sobrino de uno de los 16 fusilados en Azazeta, y él mismo pasó bastante tiempo encarcelado en la prisión de La Paz. Allí, coincidió con el fascista vitoriano Bruno Ruiz de Apodaca, el mismo que había comandado el piquete de guardias civiles, requetés y falagistas que habían disparado contra el hermano de su padre y quince personas más.

Estrada explicó que cuando el matarife, que se jactaba de haber acabado con la vida de 108 personas, se encontró con él y comprobó su nombre -el padre de Jesús le había puesto ese nombre en memoria de su hermano- pensó que estaba viendo un fantasma. «No puede ser, no puede ser» dice que repetía sin parar el verdugo. Junto a él, comparecieron ante los medios Pakita Goikoetxea, que estuvo presa en La Paz a partir de 1969, y Victor Manuel Perea, hijo y sobrino de personas que estuvieron prisioneras en esa cárcel.

El de la familia de Perea es también un claro ejemplo de la crueldad de un regímen fascista como el del franquismo.

Su tío fue muerto en 1939 por las tropas franquistas, y fue después cuando los tribunales fascistas impusieron al fallecido una multa que ascendía a 5000 pesetas. Esta cantidad la tuvo que abonar su familia.

En marzo de 1937 el líder del alzamiento fascista, Emilio Mola, arribó a Gasteiz con una idea clara: había que «sembrar el terror en la retaguardia» para evitar posibles revueltas entre la población civil. Incluso había hecho un cálculo, por el que sesenta vecinos de Gasteiz debían dejar sus vidas.

Dio la orden, y los requetés y falangistas que junto a las autoridades que gobernaban la ciudad le escuchaban en la sede de la Hermandad Alavesa no tardaron en elaborar una mesa.

Esa misma noche, Teodoro Bazán fue sacado de La Paz para ser fusilado. Al día siguiente sería el turno de otros 16.

A todos ellos y a miles de represaliados del franquismo se les recordará mañana en la capital alavesa.

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