Ya sin el paraguas de la Copa de la UEFA ni excusa posible sobre el cansancio generado por el apretado calendario -los jugadores han confirmado a lo largo de la semana que están bien físicamente-, Osasuna se enfrenta al reto de sumar su primera victoria liguera en casa en lo que se lleva de segunda vuelta.

Un triunfo que no sólo acabaría con esta nefasta racha sino que además pondría en franquicia la presencia de los rojillos una temporada más en la Primera División. Aunque no de manera matemática, cosechar los tres puntos ante los castellonenses prácticamente aseguraría la permanencia, máxime ante la poca reacción que se observa en el furgón de cola.

Ziganda pondrá en liza a un once con un carácter eminentemente ofensivo, ya que, como principales novedades, opta por ubicar a Raúl García en el doble pivote y sentar en el banquillo a Nekounam, además de colocar en punta a un dúo atacante inédito en El Sadar, formado por Valdo y Soldado.

Savia nueva en punta

Con ello, el de Larraintzar busca savia nueva en la punta del ataque para aportar frescura en un equipo que no está encontrando puerta en los últimos partidos, a la par que posibilitar las ayudas del leonés al medio campo y guardar en la recámara la bala de Webó.

El técnico rojillo se desdijo del calificativo de «final» que imprimió al partido entre semana -lo hizo seguramente con el objetivo de ponerles las pilas a sus pupilos-, ya que aseguró que «una final es cuando se acaba todo y éste, en cambio, es un encuentro no el último, pero sí trascendental porque lo que está en juego es lo suficientemente importante como para no especular con la ventaja que llevamos ahora mismo».

Ziganda reconoció que «nos hemos estado engañando con la UEFA», en referencia a que ello ha ocultado la mala trayectoria liguera en propio feudo, una circunstancia «para valorarla con profundidad más adelante». Respecto al rival, el míster osasunista señaló que el Villarreal «no vendrá a especular y debemos hacerles que se sientan incómodos al tocarla».