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Pasado inalterable

Desde hace una temporada, el presidente del EBB, Josu Jon Imaz, anda jugando con la máquina del tiempo, pretuntándose qué hubiera sido de este país si el PNV hubiera hecho caso «a los del `no'». Otro al que parece que le gustaría disponer de un instrumento que permitiera echar marcha atrás en el calendario es el fiscal general del Estado, que empieza a dudar de si se le ha ido la mano con las listas de ANV.Imaz es joven, pero no tanto como para no recordar que el trazado actual de la autovía entre Irurtzun y Andoain es fruto de un acuerdo complejo, que la Mesa Nacional de Herri Batasuna celebró brindando con champán.

Iñaki IRIONDO

Se ve que Cándido Conde-Pumpido es hombre dubitativo. Dudar es bueno. Pero ha de hacerse antes de tomar las decisiones, para ponderar todos sus pros y sus contras. El fiscal general del Estado dijo en enero de 2006 que «nada impediría que las mismas personas que integraron un partido suspendido o disuelto constituyan una nueva formación política», pero en cuanto tuvo la oportunidad entró a degüello contra Abertzale Sozialisten Batasuna, apoyándose en bases jurídicas tan sólidas como que un programa televisivo de humor tiene unos personajes que se llaman «los batasunnis». Que se vayan preparando o cambiando de apellido todos «los Sánchez».

Muestra más reciente del ser contradictorio de Conde-Pumpido se produjo el pasado domingo. Primero, en una entrevista a un importante diario español, declaraba que el hecho de que líderes de Batasuna pidieran el voto para ANV podría ser motivo para tratar de suspender las actividades de este partido por vía de la Audiencia Nacional. La afirmación, evidentemente, era tan escandalosa como imprudente y peligrosa. Ese mismo día Pernando Barrena señalaba que la izquierda abertzale votaría a ANV porque de entre las opciones existentes era la que consideraban más apropiada, y no tardaron quienes empezaron a exigir a la Fiscalía que cumpliera con su palabra, a lo que esta institución hubo de responder que según la doctrina del Tribunal Constitucional no cabía actuar contra un partido porque otros pidieran el voto para él. De hecho, el propio Conde-Pumpido llegó a decir el miércoles que no era cuestión suya andar mirando a cuál de las listas legales iba a apoyar Batasuna.

Pero el colmo de este vacilar llegó ayer a la hora del desayuno. Resulta que al fiscal general del Estado le asalta ahora la duda de si en la impuganción de listas de la izquierda abertzale «no se ha ido demasiado lejos», porque en algunos pueblos no ha quedado prácticamente ninguna candidatura.

¡A buenas horas! Aquí ya no hay interruptus que valga. Coito (tradúzcase como «la jodienda») consummatum est. Ni siquiera los imaginativos y creativos tribunales Supremo y Constitucional pueden hallar la manera de arreglar el desaguisado que han montado de consuno con el Gobierno de Zapatero.

En cualquier caso, las dudas no generan mala conciencia a Conde-Pumpido. Porque tras el interrogante viene la afirmación verdaderamente llamativa. Lo que cualquier persona puede entender que es de juzgado de guardia. La que, nada menos que el fiscal general del Estado, lanza sin vergüenza alguna: «Es posible que nos hayamos pasado, pero ha colado».

Ésos son los parámetros en los que se mueve el Derecho en el Estado español. Así es como se juega con los derechos de las ciudadanas y ciudadanos vascos. Y le llaman democracia.

Otro de los que últimamente están muy pendientes del retrovisor es Josu Jon Imaz. Para tratar de justificar proyectos como el del Tren de Destrucción Masiva, se pregunta en sus discursos qué hubiera sido del país si el PNV se hubiera dejado arrastrar por «los del `no'». Suele poner siempre dos ejemplos. Uno, el del museo Guggenheim «del que ahora todos estamos muy orgullosos pero que entonces sólo queríamos nosotros». Otro, el de la autovía de Leitzaran que, según comentó en su mitin de Irun, «en papeles de KAS se decía que era para que por ella pasaran tanques de la OTAN. Y aún -concluía el presidente del EBB- siguen saliendo a la calle sin que se les caiga la cara de vergüenza».

Las afirmaciones de Josu Jon Imaz merecen, cuando menos, alguna matización. El proyecto de autovía de Leitzaran no debía ser tan bueno ni inofensivo cuando fue la máxima representación del PNV en la Diputación Foral de Gipuzkoa la que, de espaldas a sus socios de EA, comenzó a negociar los cambios de trazado con la Coordinadora Lurraldea. El actual presidente del EBB es joven, pero no tanto como para no recordar que el trazado que en estos momentos sigue la autovía desde Irurtzun hasta Andoain es fruto de un acuerdo complejo, muy trabajado, y que la Mesa Nacional de Herri Batasuna celebró brindando con cava, fotografía que a buen seguro muchos recordarán en el PNV.

Pero puestos a echar la vista atrás y hablar de grandes proyectos, se echan de menos las referencias de Imaz al caso de Lemoiz. «¿Qué hubiera sido de este país si les hubiéramos hecho caso?». En las hemerotecas están las arengas pronucleares de Xabier Arzalluz, prediciendo que si no se construía la central tendríamos que andar con velas y tratando de deslegitimar con falsedades similares a quienes entonces se oponían a semejante atentado ecológico.

Pero entonces, «los del `no'», que eran muchos -y para ser fieles a la historia habrá que recordar que combinaron todos los métodos de lucha y oposición-, consiguieron impedir que los deseos de Iberdrola, la UCD y la dirección del PNV se impusieran al sentido común. Y, por cierto, hasta la fecha no se ha escuchado la voz de ningún jeltzale echando de menos aquella central nuclear. Ni, a la vista está, este país necesita iluminarse con velas, salvo cuando el mal mantenimiento que hace de sus redes Iberdrola (a quien Josu Jon Imaz tanto ha ayudado en su expansión internacional) deja sin luz a miles de ciudadanos y ciudadanas y, en ocasiones, durante varios días.

Está bien que el lema electoral del PNV sea «hay que hacer» y se aplique en ello. Pero, claro, ni cualquier cosa, ni a cualquier precio. Hacer por hacer es un mal negocio, salvo para el constructor.

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