Termina la campaña y, analizando los programas electorales de los diferentes partidos, desde el ámbito de la cooperación aún nos surgen dudas de qué decisión tomar.

Si miramos despacio la preocupación de los partidos por un desarrollo humano, equitativo y sostenible para todos, veremos que no es tanta la preocupación por hacer propuestas concretas ni el interés por llevarlas a cabo.

En el ámbito de la cooperación llevamos más de 20 años en Euskadi trabajando por un desarrollo a escala humana, por intentar hacer comprender a políticos y sociedad civil, que nuestra forma de vida, influye en cómo viven en otros lugares del mundo.

La gestión del presupuesto municipal y foral no puede circunscribirse al ámbito local sin un enfoque global del desarrollo para que sea sostenible, pero sobre todo justo. No vale hacer referencias al escaso presupuesto. La obligación moral de la cooperación descentralizada es igual para todas las instituciones, y para nada se basa en la envergadura de sus fondos.

¿Cómo vamos a poder hacer una cooperación coherente y coordinada cuando hay partidos que no ponen énfasis en la coordinación institucional? Dicha coordinación debería ser a todos los niveles, local, estatal e internacional. Es triste y penoso que se nos exija a las ONGD una coordinación, que ya la hacemos, y que las instituciones a fin de lograr una mayor eficacia y facilidad en su trabajo no sean capaces de apostar por trabajar de forma coordinada. Nos lleva a pensar que no han sabido entender el fundamento de ba-se como es el «trabajar con otros/as», que no han descubierto lo que es «co-operar».

Nuestro objetivo final no es únicamente la creación de áreas específicas de cooperación, sino que toda acción que llevemos a cabo desde cualquier ámbito, personal, local, foral..., conlleve antes una reflexión sobre cómo va influir al resto, a nuestro entorno más cercano y más lejano, en aras a una mayor coherencia y una desarrollo más humano para todos y todas.