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CRíTICA Getxo Jazz

La única leyenda de esta memorable edición no defraudó

Javier ASPIAZU

Todo salió a pedir de boca en la clausura de esta memorable XXXI edición. Sólo la lluvia deslució durante breves instantes la actuación del pianista gorliztarra Jon Urrutia, uno de los jazzmen vascos de trayectoria más internacional. Desde «Homemade», álbum de sorprendente eclecticismo publicado en 2003 por el sello Errabal Jazz, no teníamos noticia de su evolución musical. En la Plaza del Getxo Antzokia ofreció una puesta al día de sus intereses y proyectos. Acompañado del bajo y el batería del grupo ecuatoriano «Pies en la tierra», con el que colabora en la actualidad, ofreció recreaciones de los temas de su maqueta «Solos & Duets», de próxima publicación. Incurrió profusamente en el jazz latino, faceta en la que se expresa con naturalidad, y en temas populares, incluso del folklore ecuatoriano. Terminó con una dosis de funky que rubricó su imagen de entertainer: pianista de sólida técnica y amplia formación musical capaz de desenvolverse con igual solvencia en muy diversos géneros.

En la sesión de clausura, el grupo danés «People are machines» recogió todos los premios posibles (mejor grupo y solista, el pianista Magnus Hjorth, tanto por parte de la crítica como del público) dejando a los rusos del «Andrew´s Quartet» el magro consuelo de su modesto segundo premio y los generosos aplausos del público, que a esas horas llenaba ya Biotz Alai. Este cronista vio injustificadas sus reticencias y quedó plenamente convencido de la superioridad del cuarteto danés, a lo largo de la actuación que, como vencedores, sucedió a la entrega de premios.

Los «machines», sobrados de repertorio y confianza en sí mismos, sólo repitieron un tema del concierto del pasado sábado y demostraron que no sólo son fuerza y audacia interpretativa, sino que dominan a la perfección los matices, transitando por una amplia gama de ritmos e intensidades: desde verdaderos exabruptos sonoros (a cargo del entonado tenor Marius Neset) hasta sutiles caricias, de tempos frenéticos (servidos por el meteórico batería Anton Eger) a morosas e inquietantes aproximaciones rítmicas.

A continuación, Chucho Valdés no defraudó. El mejor intérprete de jazz latino de nuestra época (y uno de los pianistas más dotados del mundo) ofreció el concierto que todos esperaban de él. Tanto el público ansioso del ritmo festivo como el que deseaba apreciar detalles de su portentosa técnica. Para todos hubo. Alguno de los solos que contemplamos fue un verdadero alarde de digitación independiente, difícil de creer si no se contempla en directo. Con los años, el maestro cubano ha ido cambiando la función de sus manos y, tal como vimos en Getxo, cada vez construye más melodía con la mano izquierda (como en «Poinciana», el tema de Ahmad Jamal) mientras que con la derecha hace trémolos, ostinatos y tantos adornos y florituras como la inspiración del momento le demande.

Con respecto a su banda, reseñar que no veíamos a un conguero de la calidad de Yaroldi Abreu desde que el Mañenguito recalara por nuestros lares. Su dúo a los chéqueres con el bajista Lázaro Alarcón, de ancestrales acentos yorubas, fue el momento cumbre de una actuación enriquecida, además, por el vozarrón de la hermana de Chucho, Mayra Caridad Valdés, protagonista de una apabullante exhibición de scat vocal que puso los ánimos del respetable por las nubes. Y así siguieron hasta el final.

Excelente clausura para una memorable edición que marcará un antes y un después en la trayectoria del festival.

Ficha

Artistas: Jon Urrutia & Pies en la tierra. People are Machines (ganador del concurso de grupos) y Chucho Valdés.

Lugar y fecha: plazas del Getxo Antzokia y Biotz Alai (Algorta), 8-7-07.

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