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LA BLANCA | LLEGA CELEDÓN

La más multitudinaria, emotiva y calurosa bajada inicia las fiestas

La bajada del Celedón de este año se va a recordar durante mucho tiempo. el carismático muñeco cumplió medio siglo, se «transformó» en dos celedones de carne y hueso y la oleada de calor y gente fue mayor que nunca. el mejor comienzo para unas fiestas que prometen.

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Jokin BEREZIARTUA-Itziar AMESTOY

Desde unas cuantas horas antes del ansiado acontecimiento, la Plaza de la Virgen Blanca estaba ya repleta de gente cargada con botellas baratas de champán -para arrojarlo al gentío no merece la pena pagar mucho- y vestida con ropa que rara vez volverá a utilizar. Y, cómo no, con unas ganas locas de pasárselo en grande. La plaza este año lucía de color naranja; y es que la guerra que cada año protagonizan las diferentes empresas por regalar gorros la había ganado Euskaltel.

Los preparativos en la balconada no se mantenían ajenos a la plaza. Pañuelos bien doblados esperaban el gran momento en los bolsillos de todos los presentes. La discusión ya conocida y estudiada entre las rayas y el rojo tampoco faltó a la cita. Pero cuando Celedón aparece en la torre, poco importa el color del pañuelo.

Como se trataba de una fecha especial, el número de invitados a la balconada rondaba los 750, cifra superior a años anteriores. Así, a medida que se acercaban las seis de la tarde moverse allí era tan impensable como en el centro de la Virgen Blanca. «No sé que es peor, si estar aquí o ahi abajo», gritaba una mujer señalando la multitud. Pero por mucho que hubiera más gente invitada, el privilegio de disfrutar de la bajada seguía estando en unas pocas manos. De ello se hicieron los electos de ANV, que decidieron ceder sus acreditaciones a miembros de Etxerat con el objetivo de acercar a agentes sociales el privilegio del que gozan los políticos.

Cuatro txupineros

Los encargados de lanzar el txupinazo sonreían al acercarse a mirar los gasteiztarras que se habían acercado hasta la plaza. «Es muy emocionante, la verdad es que me parece que ha sido un detalle muy bonito que pensaran en nosotros para este momento», explicaba Jesus Jiménez, quien, junto a Amado López de Ipiña, José Luis Madinaveitia y Luis Mari Sánchez, tenían en sus manos la obligación de dar inicio a las fiestas. Con buenos coloretes, consecuencia del calor y de la buena comida que los cuatro amigos habían tenido en el Portalón, rememoraban de forma detallada cómo vivieron aquel 4 de agosto de hace ya 50 años.

Menos experimentados se les veía a los políticos que estrenaban cargo. Tanto Xabier Agirre como Patxi Lazcoz coincidieron en expresar la emoción con la que vivían el txupinazo. Algo menos hablador estaba Alfonso Alonso, que aseguraba disfrutar del momento tanto como el año pasado. «Ya me he asomado para ver el ambiente», decía, y sonreía al intuir adonde podían ir a parar este año los ya tradicionales «huevazos».

Como es habitual en casi todas las fiestas de Euskal Herria, no faltaron las reivindicaciones políticas. Las pancartas que demandaban el derecho a decir o la amnistía para los presos políticos vascos o que exigían la paralización del proyecto del Tren de Alta Velocidad se dejaron ver, por tierra y por aire, durante todo el multitudinario evento.

Y sonó el txupinazo

Entre conversaciones, abrazos y preparativos, las seis de la tarde llegaron de repente a la balconada. El artifiero recordaba a López de Ipiña cómo tenía que lanzar el cohete, mientras los presentes ayudaban a los otros tres txupineros a subir a la tabla pegada al balcón para facilitar su labor.

Todo salió como debía. Amado dio fuego a la mecha, todos se apartaron prudentemente y sonó el esperado pum. Después todo perdió el orden. Saltos, gritos y puros recién encendidos completaban los primeros minutos de fiestas mientras Celedón descendía tranquilamente por la cuerda. Y lo hizo, como no, con el habitual baño de champán y con el humo de los puros, que estuvo más presente que otras veces.

Después de que el muñeco realizará su trayecto, se vivió otro momento histórico. No fue un solo Celedón el que realizó el trayecto hasta la balconada de San Miguel, sino que, por primera vez en estos cincuenta años, hubo dos celedones. Gorka Ortiz de Urbina, el Celedón de los últimos años, e Iñaki Landa, su antecesor.

Pero aún había más novedades. Los celedones fueron escoltados por una comitiva voluntaria de los blusas y una charanga y tardaron unos siete minutos -más de lo habitual- en llegar hasta la balconada. Pero no había prisa. Los músicos vivieron de forma especial el paseo. Tal y como explicó Iñaki Ruiz de Viñaspre, estaban contentos por cómo les habían recibido.

A pesar de que hasta ahora el Celedón solía ser escoltado por la Policía Municipal, no hubo incidentes considerables excepto algún que otro intento de robo de la txapela de Landa.Un hecho sin importancia según Iñaki, que destacaba el buen ambiente que se había vivido en la plaza. Eso sí, aseguraba que no podía concebir un celedón sin txapela.

Tras subir la escalinata, Iñaki Landa y Gorka Ortiz de Urbina aparecían en la balconada exhaustos pero con una cara de felicidad palpable. Como después explicó Gorka, le había insinuado a Iñaki que fuera delante: «Tiene más experiencia». Los dos celedones se hicieron de rogar y tardaron bastantes minutos en aparecer ante la multitud. Mientras, momentos de una emoción increíble. Abrazos entre los cuatro txupineros y los dos celedones, comentarios con los congregados, saludos a familiares, incluso Iñaki y Gorka aprovecharon para recolocarse todos los elementos del traje.

Al final, 20 minutos después de que sonara el txupinazo aparecieron los dos celedones en la balconada y, arropados por los aplausos y gritos de los gasteiztarras, abrieron sus dos paraguas. Entre «Ha hecho una casa nueva» y «Celedón, Celedón, Celedón», Iñaki Landa gritó los goras de rigor. Sin embargo, fue el recuerdo de José Luis Isasi el gran protagonista de las palabras de Iñaki. «Isasi gogoan zaitugu», coreaba la plaza en honor al que fuera el primero en encarnar al aldeano de Zalduondo y que por motivos de salud no pudo acudir.

Muy emocionados, ambos celedones explicaban la experiencia que calificaban como «gozada». «Te asomas y ves la plaza llena con gente que incluso llega hasta la Florida y claro, es increíble», resumía Landa. El anterior Celedón vivió el día de ayer de forma muy especial y es que reapareció en el txupinazo por la celebración del 50 aniversario. Recordando su larga trayectoria como protagonista de las fiestas, afirmaba que había sido una suerte volver a vivir en la piel de Celedón el día 4.

La emoción inicial fue perdiendo intensidad a medida que avanzaban los minutos. Aun así, hubo de transcurrir más de una hora para empezar a ver la plaza medio vacia. Mientras la gente desaparecia por las calles de Gasteiz asomaban los numerosos vidrios, huella de los litros de champán que se habían lanzado por la plaza.

Tampoco faltó la tensión causada por quienes no ven en el día 4 un motivo de celebración. Y es que la Ertzaintza decidió aportar su toque identificando a quienes de habían unido hacia las 19.30 en el gaztetxe para denunciar, a través de una kalejira, las obras del Tren de Alta Velocidad.

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