Moisés habla con acento francés. A pesar de este contratiempo mantiene todo su poder, al menos aquel por el que se hizo hollywoodiensemente famoso, la división del mar Rojo. Ahora no lleva barba, es pequeñito y se hace llamar Nicolas. Pero lo importante es su poder.

Desde que oyó la voz del dios Capital hablándole desde unas zarzas ardientes, Nicolas supo que tenía que dirigir a su pueblo hacia la tierra prometida. Antes, resolvió ascender al Elíseo donde recogió la tabla de los mandamientos. Desconozco cuántos son, pero sé que sus mandamientos se resumen en uno, amarás al Capital sobre todas las cosas y al dinero como a ti mismo. Sé también que en la lista se encuentran otros como no robarás a mano armada sino a través del mercado, o sólo los que aman a Francia forman parte del pueblo elegido, o no especularás en vano, o codiciarás la fortuna del vecino, o procurarás que lo que pertenece a todos pasa a manos de unos pocos.

Es en absoluto respeto de este mandato que Nicolas acaba de obrar su último milagro: partir en dos la multinacional Suez, de un lado las sociedades dedicadas a la gestión del agua y los residuos que quedarán a merced de los depredadores de la bolsa, y del otro las empresas del sector energético que son las que se fusionarán con la pública Gaz de France (GDF). En realidad, asegura Nicolas, no se trata de una privatización, que él prometió que de privatizar nada de nada. La operación es más bien un milagro económico que hará que los franceses puedan ver con orgullo cómo nace un campeón nacional de la energía.

Dice Michel Rocard, pagano socialista convertido al sarkozysmo, que no hay alternativa al mercado y que Nicolas ha hecho bien propiciando la nueva comunión energética. La cuestión no es saber qué rayos van a ganar los ciudadanos de la República con todo esto, que eso ya se sabe: más calambres en los bolsillos por medio del santo monopolio, y en cuanto a los trabajadores de GDF, sin duda despidos eléctricos favorecidos por la santa restructuración. La cuestión es saber qué paraíso han ofrecido los arcángeles del dios Capital al bueno de Nicolas.