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De tormenta tropical a huracán de categoría 5 en 24 horas

«Félix» se convierte en un huracán «potencialmente catastrófico»

El ciclón «Félix» se movía ayer rápidamente sobre aguas del Caribe convertido en un huracán de categoría 5 (por la tarde bajó a 4 para volver a reforzarse) y avanzaba hacia Honduras con vientos de hasta 275 kilómetros por hora, según el Centro Nacional de Huracanes de EEUU.

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Noel LEIVA - AGENCIAS | TEGUCiGALPA - MIAMI

Ante la inminente llegada de «Félix», el Gobierno de Honduras aumentó ayer la gravedad del aviso de huracán para toda la zona comprendida desde el este del país (en la frontera con Nicaragua) hasta la frontera con Guatemala, mientras los gobiernos de Nicaragua, Guatemala, México y Belize activaban también la advertencia de vigilancia de huracán -lo que significa que es posible que la zona se vea afectada por el ciclón en las próximas 36 horas-. En su boletín de mediodía, el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos aconsejaba que se realizasen lo antes posible los preparativos necesarios para proteger la vida y las propiedades.

El sureste de Honduras y el extremo noreste de la fronteriza Nicaragua pueden recibir esta misma mañana -algunos expertos vaticinaban que incluso antes, de madrugada- el primer impacto de «Félix», que en menos de 24 horas, del sábado al domingo, se transformó de tormenta en un huracán de la máxima categoría de intensidad (5) en la escala Saffir-Simpson, al igual que sucedió con el «Dean» hace dos semanas. Se trata de un huracán potencialmente devastador acompañado de vientos sostenidos de 235 kilómetros por hora (275 a primera hora).

Aunque «Félix» es un poderoso huracán tiene un campo de viento muy pequeño, ya que los vientos huracanados se extienden hacia afuera hasta 45 kilómetros del centro y los vientos de fuerza de tormenta tropical se extienden hacia afuera hasta 185 kilómetros.

La presión mínima estimada (por un avión «caza huracanes») es de 929 milibares.

Al mediodía de ayer, «Félix» se movía en dirección oeste a 33 kilómetros por hora y se encontraba a 425 kilómetros al sur de Kingston y a 685 kilómetros al este del cabo Gracias a Dios, en la frontera entre Nicaragua y Honduras. El centro del huracán se hallaba en ese momento en la latitud 14.2 grados norte y de la longitud 76.9 oeste.

Previsiones catastróficas

Todos los expertos de la zona esperaban que siguiera su actual trayectoria hacia el oeste sin cambios en las próximas 24 horas. A media tarde, los vientos redujeron un poco su velocidad, con ráfagas de 235 kilómetros por hora, lo que llevó a rebajar momentáneamente su categoría al nivel 4. En cualquier caso, los expertos aseguraron que seguía siendo «potencialmente catastrófico» y que su tendencia era a reforzarse de nuevo, lo que llevó a las autoridades hondureñas a ampliar la zona en alerta máxima y a advertir con gravedad que el huracán «es ya una realidad».

Las autoridades esperan auténticos diluvios allá por donde pase el huracán: algunos expertos predicen hasta 200 litros por metro cuadrado, grandes inundaciones y muy posibles corrimientos de tierra. El Gobierno ha exhortado a las poblaciones situadas en la zona de riesgo a que preparen provisiones (alimentos, agua y medicamentos) y a que tengan a mano sus documentos para casos de evacuación apresurada.

Los capitanes de los puertos deben ordenar a todas las embarcaciones que están en alta mar su regreso inmediato.

La advertencia de tormenta tropical sigue en vigor para Jamaica y las islas Caimán. A su paso por el Caribe, el huracán ha provocado fuertes lluvias en la isla de Granada, en la costa venezolana y en la península colombiana de La Guajira.

En Nicaragua, el presidente, Daniel Ortega, ha regresado de forma urgente al país de un acto oficial en Panamá y ha ordenado también la evacuación forzosa de las comunidades situadas en el noroeste del país, la zona de los misquitos.

Las autoridades alertan de que toda la región se encuentra muy saturada de agua tras una temporada muy lluviosa, lo que podría acelerar y agravar las inundaciones.

Los expertos prevén hasta nueve huracanes

En esta temporada, que comenzó el 1 de junio y acabará formalmente el 30 de noviembre, se han formado seis tormentas tropicales, «Andrea», «Barry», «Chantal», «Dean», «Erin» y «Henriette», de las cuales «Dean» derivó en el primer huracán de la temporada en la cuenca atlántica y alcanzó la categoría 5 cuando impactó en la península mexicana de Yucatán (y se teme que «Henriette» pueda convertirse hoy mismo también en un huracán).

La temporada de huracanes en la cuenca atlántica tendrá una actividad ciclónica superior a lo normal, según ha afirmado William Gray, profesor de Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Colorado (EEUU), aunque no parece que vaya a ser tan «hiperactiva» como las registradas en 1995, 2004 y 2005.

William Gray vaticinó en su último pronóstico de agosto la formación de 15 tormentas y ocho ciclones, de los cuales cuatro serían intensos.

Por su parte, los meteorólogos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos, con sede en Washington, prevén la formación de entre siete y nueve huracanes, de los cuales de tres a cinco podrían derivar en ciclones de gran intensidad (categoría 3, 4 ó 5, las mayores en la escala de intensidad Saffir-Simpson de un máximo de cinco.

En cambio, expertos franceses como Jean-Noël Degrace, de Météo-France, consideran que la temporada es «casi normal», aunque reconocen que lo extraño es que se sucedan huracanes de categoría 5, «y aún existe un fuerte potencial» hasta el fin de octubre.

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