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«Ingmar Bergman y yo sabíamos que `Saraband' simbolizaba un final»

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Liv ullmann

PREMIO DONOSTIA

A pesar de que su nombre quedará ligado para siempre al de Ingmar Bergman, gracias a películas como ``Persona'' (1966), ``La hora del lobo'' (1968), ``Secretos de un matrimonio'' (1973) o ``Saraband'' (2003), Liv Ullmann ha demostrado a lo largo de su carrera una versatilidad y una inquebrantable vitalidad intelectual muy poco común. De ahí que el Zinemaldia le haya otorgado su más preciado galardón.

Koldo LANDALUZE | DONOSTIA

Antes de que se abra la Suite 504 del Hotel María Cristina, revives escenas que hablan en blanco y negro. Recuerdas primeros planos en los cuales el maestro Bergman atrapó para siempre a Liv Ullmann. Ahora, cuando los colores recuperan el tiempo real y la luz otoñal que se coló a través de una ventana hace brillar su cabello rubio recogido y aquellos ojos profundamente azules, comprendes el significado final de una mirada que transmite más que mil palabras.

Saluda cordialmente y esboza una sonrisa que no abandonará durante toda la entrevista, ni siquiera cuando las emociones y los recuerdos se transforman en lágrimas que interrumpen brevemente la entrevista.

Nada mejor que iniciar la charla desde el final.

¿Tanto Bergman como usted fueron conscientes del adiós definitivo que supuso «Saraband»?

Ingmar y yo sabíamos que «Saraband» simbolizaba un epílogo. Cuando rememoro aquellos días de rodaje en la isla de Faro, regresan a mi memoria escenas que parecen extraídas de una película sobre fantasmas felices. Imágenes de algunas secuencias rodadas ante un espejo que nos hablan de un adiós inevitable. Aquella experiencia fue definitiva en todos los sentidos porque absorbió mucha esencia de ambos. Jamás se me olvidará la imagen de Ingmar cuando se despidió de nosotros. Finalizada la pequeña fiesta que hicimos tras el rodaje, se levantó silenciosamente, nos miró, alzo la mano y nos dijo: `Adiós, ahora me voy'. Entonces se marchó para siempre a la isla de Faro. Cuando se da una situación tan extrema y testimonial, lo mejor es cerrar un ciclo y dejar entreabierta la puerta.

De echo, por esa puerta se colaron dos guiones de Bergman que, posteriormente, usted se encargó de dirigir.

Exacto. Eran dos proyectos que, personalmente, me transmitían infinidad de cosas y su desarrollo dramático me resultaba muy interesante. Afortunadamente, ambos guiones cobraron forma en «Encuentros privados» e «Infiel».

Cuando Bergman decidió recluirse en la isla de Faro, ¿fue una decisión coherente con su discurso artístico?

Bergman era una persona extremadamente inteligente y a pesar de que en aquella época se extendió la idea de que era una persona muy huraña y desencantanda con nuestra sociedad, mostraba, a su manera, pequeños gestos y detalles que sus más allegados interpretábamos como símbolo inequívoco de que, a pesar de todo, era un optimista que miraba con cierto recelo a su alrededor. Jamás he considerado que Bergman se aisló por completo del mundo. Sabía en qué planeta habitaba y todo lo que en él ocurría.

¿Dreyer y Bergman siguen siendo referentes para esta nueva hornada de autores escandinavos?

Yo creo que sí. Quizás hubo un tiempo en el cual este legado era mucho más evidente. Pero si te refieres a la generación de cineastas nórdicos de los 90, es indudable que el discurso de Dreyer y Bergman ha quedado un tanto difuminado. Creo que ahora impera un estilo cercano al cine norteamericano de los 70; a esas maravillosas crónicas urbanas retratadas por cineastas como John Cassavetes. De todas formas, es tal la fuerza que tiene la herencia de estos dos maestros que, indudablemente, ello afecta a muchos directores. Muchas de las temáticas abordadas por autores jóvenes están relacionadas con las dudas espirituales y el constante desplome del estamento familiar.

Son dos temas muy habituales también en su filmografía.

Yo, al menos, me identifico plenamente con estos discursos. Quizás se deba a que me considero una persona muy creyente y ello me obliga a reflexionar, constantemente, sobre mis propias dudas.

En ese sentido, conectaría a la perfección con Luis Buñuel cuando participó en «Leonor».

Bueno, no era exactamente una película muy espiritual que digamos. Pero, al menos, cuando descansábamos entre toma y toma, siempre salía a relucir este tipo de temas que a Buñuel, como a todo buen ateo, siempre le interesaban. De todas formas, lo que más recuerdo de Luis Buñuel es la alegría y vitalidad que transmitía durante y después del rodaje.

¿Es también el tipo de cine que le gusta ver a Liv Ullmann?

No. En absoluto. Si estuviera constantemente inmersa en este tipo de mundos dramáticos y angustiosos, sería un tanto aburrido. Prefiero dejarme llevar por todo tipo de películas. Es algo que siempre he hecho. Muchos se sorprendieron cuando recalé en Hollywood y trabajé en películas que eran diametralmente opuestas a las que interpreté junto a Bergman. En la mayoría de los casos, me decanté por ese tipo de producciones porque me atraía el reparto. Trabajar junto a actores como Peter Finch o John Gielgud suponía una oferta muy tentadora. Ahora me sigo guiando por ese instinto de curiosidad. Me gusta ver lo que hace actualmente la gente joven. Por ese motivo, Zinemaldia me parece una oportunidad formidable para ver este tipo de obras. Recuerdo que, recientemente he podido ver un western que me causó una grata impresión. Está protagonizado por Brad Pitt y se titula `The assassination of Jesse James'. Es una película formidable que incluye muchas escenas filmadas en paisajes naturales increíbles. Ver al personaje de Jesse James enmarcado en esos cielos tan poderosos me hacía exclamar «¡Dios mío, qué hermoso!».

En la actualidad, tiene varios proyectos guardados en el cajón. Finalmente, ¿cuál será el elegido?

Si, es cierto. ¡Hablamos de nuevas generaciones y me olvido de mí! (gesticula mientras sonríe). En realidad, tengo en mente adaptar una historia muy pequeña que me ha cautivado por completo.

También persevero en mi empeño por llevar a cabo un atípico biopic dedicado a Hans Christian Andersen. Siempre he imaginado esta historia basada en el genial contador de cuentos como una obra disparatada en la cual se alternarían pasajes de sus cuentos más conocidos y piezas musicales muy diversas. Es una autor que te invita al juego y es un reto que todavía me sigue apeteciendo.

¿Qué supone para Liv Ullman el Premio Donostia?

Es formidable. Para mí es un auténtico honor formar parte del brillante palmarés que tiene este festival conocido mundialmente. Pero lo que más me llama la atención es descubrir cómo la gente de esta ciudad quiere a su festival. Es una maravilla ver auténticas riadas de gente acercarse al cine y descubrir el cariño que te muestran cuando paseas por sus calles. Estoy muy nerviosa y todavía no sé ni lo que diré en el discurso de agradecimiento.

El Festival de Cine de Donostia rinde homenaje a una de las mejores intérpretes contemporáneas

Una de las grandes damas del cine europeo, Liv Ullmann, fue reconocida ayer por el Festival con el Premio Donostia, un galardón con el que el certamen donostiarra ha querido homenajear a «una de las mejores actrices contemporáneas». La entrega del galardón a la intérprete y directora noruega fue el contrapunto a la ceremonia del pasado domingo, segunda jornada del Zinemaldia, cuando el actor Richard Gere recogió el otro Premio Donostia de este año, tras haber recibido un verdadero baño de multitudes en la calle.

El glamour y las fans que reunió Gere fueron sustituidos ayer por el comedimiento en el tributo a una mujer que despierta entre los aficionados al cine un profundo respeto.

Con un largo aplauso fue recibida en el escenario del Kursaal esta actriz de padres noruegos, nacida en Tokio en 1938, cuya extensa carrera está unida al cine del gran realizador sueco Ingmar Bergman y que anoche tuvo palabras de recuerdo para las mujeres oprimidas que hay en el mundo.

La escena con la que comienza y concluye ``Saraband'', la última película de Bergman, en la que Ullmann muestra varias decenas de fotos sobre una mesa, fue el hilo conductor para repasar en imágenes la trayectoria de esta actriz «de ojos tan hermosos y mirada tan profunda», según palabras del actor mexicano Diego Luna, encargado de presentarla.

«Ella es una de las culpables de que varios de nosotros estemos en esta profesión. El tándem que formó con Ingmar Bergman fue uno de los más fructíferos de la historia del cine, con películas que son tesoros, que obligan al espectador a hacer un trabajo de introspección y a mirarse en la pantalla», destacó el actor de ``Y tu mamá también''.

Fue la también actriz Marisa Paredes quien entregó el premio a Liv Ullmann, que se mostró muy agradecida con Donostia, donde volvió a profesar su amor al cine, como ha venido haciendo en sus comparecencias con la prensa durante la jornada de ayer.

«El cine une por encima de diferencias culturales y religiosas», aseguró la actriz y directora al recoger el galardón, una distinción que también posee otro actor del universo Bergman, Max von Sydow. GARA

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