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Declaración de guerra al proyecto independentista

Baltasar Garzón ordenó anoche detener a una veintena de destacados militantes de la izquierda abertzale. Policías españoles aprovecharon la circunstancia de que en la localidad de Segura se celebraba una reunión de la izquierda independentista para proceder a cumplir la orden del magistrado. De acuerdo a las primeras informaciones emanadas anoche del tribunal especial español, el magistrado que instruye el sumario 35/02 contra Batasuna habría decidido que por el hecho de celebrar una reunión política algunas de las personas ahora detenidas habrían incurrido en una «actividad ilegal».

Con la prudencia a la que obliga el manifestarse sobre unos hechos de extrema gravedad con los pocos datos que anoche se conocían sobre la operación en curso, cabe esbozar un primer análisis. En consonancia con las declaraciones realizadas horas antes por el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, estamos efectivamente ante una operación que sólo puede entenderse desde la errónea lógica de querer cerrar expectativas al diálogo. Aunque el mandatario del PSOE aludiera a ETA como la destinataria de su mensaje, la actuación mantenida por su gobierno durante el último proceso de negociación y, más tarde, tras el cese del alto el fuego permanente por parte de la organización armada vasca, denota una vocación de eludir las raíces políticas del conflicto para reservarse a la mera estrategia de acoso policial al conjunto del independentismo vasco.

Zapatero también llega tarde en esto. Repitió los errores de sus predecesores al tratar de imponer un proceso de diálogo exento de contenido y vuelve a equivocarse ahora al recurrir a la fórmula de la venganza política que trasluce este operativo policial, precedido de la detención de Joseba Alvarez y Oihana Agirre, como antes de la encarcelación de Juan Mari Olano, antes aún de la de Arnaldo Otegi...

Se encastilla Zapatero en el diagnóstico equivocado. Ya con anterioridad el Estado al que representa, con otro presidente en Moncloa, encarceló a la Mesa Nacional de HB, y entonces otros hombres y mujeres tomaron el relevo, como siempre que el camino hacia los objetivos independentistas ha puesto a prueba a la izquierda abertzale.

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