El gol de César apenas un minuto después de haberse adelantado tras haber realizado el mejor fútbol de la temporada hizo que Mendizorrotza se lamentara y se frotara los ojos para comprobar que no estaba asistiendo a otro déjà vu. El tesoro que tanto había costado conseguir volvía a esfumarse en apenas segundos y la sensación de otra oportunidad desperdiciada era considerable. Sin embargo, con la experiencia de Salamanca tan cerca, los albiazules mantuvieron la fe hasta el último instante y la constancia volvió a tener premio con un penalti sobre Toni Moral que permitió que la plantilla volviera a fundirse en una piña a la conclusión de los noventa minutos, esta vez por primera vez en casa.

Sin llegar quizá a la brillantez de la que alardeó Josu Uribe al término del encuentro, el equipo gasteiztarra fue justo merecedor de los tres puntos y sufrió demasiado para llevarse un partido que debió haber encarrilado mucho antes. Le costó un cuarto de hora amoldarse a su novedoso sistema de juego -con Astudillo y Sergio demasiado estáticos y sin proyecciones ofensivas de los laterales, la movilidad de Aganzo no tenía éxito- pero poco a poco le cogieron la medida y fue generando las ocasiones suficientes como para haberse adelantado en el marcador antes del descanso.

Peligro al margen de la pizarra

Desde un control de la pelota que no tuvo en el primer cuarto de hora y la mayor llegada de sus jugadores de segunda y tercera línea, el centro del campo funcionó como no lo había hecho durante esta campaña y por fin el equipo dio sensación de peligro al margen de la estrategia. Con más apoyos de los laterales, Mena y Toni Moral pudieron percutir y tuvieron dos clarísimas oportunidades ante el ex portero del Athletic. En el minuto 32, el catalán se presentó solo ante el vizcaino pero su remate picado salió desviado y, a pocos minutos del descanso, el de Talavera mandó fuera de cabeza, con todo a su favor, un balón peinado por Aganzo tras centro de Tarantino.

Cómo no, el mayor apuro en esta primera mitad llegó a balón parado. En el minuto cinco, en un lance muy similar al del primer gol alicantino en Copa, César llegó a conectar un testarazo completamente solo, pero afortunadamente su cabezazo esta vez salió desviado.

Sin embargo, a pesar de que el ritmo fue mucho menos constante y el cansancio se evidenció en transiciones mucho más lentas, fue en el segundo tiempo cuando se desniveló la balanza. Con mucha menos brillantez, la estrategia volvió a ser el factor desestabilizador.

El oportunismo de Aganzo volvió a fusionarse con la calidad de Sergio en un saque de esquina y el delantero madrileño volvió a demostrar estar en estado de gracia y abrió la lata al rematar por bajo un servicio del riojano desde la derecha.

No obstante, como en el día ante el Cádiz, el mazazo volvió a ser inmediato y la alegría no se disfrutó ni un minuto. Otro error en la defensa en zona de un córner sirvió a un César que incluso se permitió el lujo de rematar mal en primera instancia para empatar el partido.

Con los jugadores albiazules con el depósito en reserva, el juego se abrió peligrosamente en la parte final del partido, pero el ímpetu albiazul que había sustituido al juego fluido tuvo su premio en un penalti cometido por César a Toni Moral, al que arrolló de espaldas a portería. Aganzo engañó a Unai Alba en la ejecución, Mendizorrotza superó sus miedos y se ganó la opción de ilusionarse de nuevo con su equipo.