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Raimundo Fitero

El tercero

Los mejores guionistas del momento están en la Fórmula 1. No se puede pedir más emoción a un fenómeno de masas. La resolución del campeonato de este año ha contado con todos los ingredientes de un folletón. Le ha faltado algo de sexo, que lo ha habido, pero ha quedado desplazado a un segundo o tercer término. Hasta se ha hablado de un supuesto milagro del antiguo Papa polaco, que dicen que intervino para que el espectacular accidente de su paisano Kubika se quedase en lesiones leves, todo porque llevaba en el casco el nombre de Wojtyla.

Para ajustarnos a la verdad, se ha hablado de milagros en diferentes momentos y en direcciones diversas. La virgen de Covadonga estaba convocada al circuito para que ayudara a Fernando Alonso que por alguna razón que descubriremos en los próximos días se ha mostrado muy sereno en la resolución final. Creo que se llama el síndrome Goncourt, es decir cuando hay dos favoritos, que concitan odios y pasiones, que crean bandos y enfrentamientos, siempre sale beneficiado un tercero, como así ha sido. El ridículo está en los responsables del equipo Maclaren, que se han quedado sin ninguno de los premios a los que aspiraban cuando con uso más racional de los egos y los intereses comerciales hubieran podido hacer una temporada magnífica. Ha ganado el frío islandés y todos contentos, porque no ha ganado el otro. Es así de imbécil la condición humana.

La tarde del domingo fue una tarde auténticamente automovilística. Las circunstancias de la carrera proporcionaron un interés añadido al asunto, lo que ayudó a la acumulación de audiencias. En las tabernas se veían los coches, en muchas casas sonaban los teléfonos para comentar lo que estaba sucediendo. Incluso había un ambiente un poco asfixiante porque todos parecían haberse convertido súbitamente en expertos mecánicos, en estrategas de los alerones y químicos del compuesto de los neumáticos. Y se especulaba a gritos, se comentaban exaltados los avatares. Viví los momentos más intensos en una taberna popular multirracial y fue algo excepcional. Yo sigo en las mías. Ha decidido el ganador Don Vito. Insisto. Miren las apuestas.

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