El poder flamenco sobre el barro se tambaleó ayer en Igorre. El culpable de esa osadía fue Francis Mourey. El francés dio un recital en el nuevo circuito de Olabarri, pero cuando tenía el triunfo en su mano una inoportuna avería dejó el camino libre a un Sven Nys que se impuso por segundo año consecutivo en el Euskadi Sari Nagusia. Unai Yus fue el mejor vasco.

Bajo el sol, Mourey arrancó como un relámpago sobre un circuito plano, pero embarrado, por lo que los 48 participantes tuvieron que patear más de la cuenta. El profesional en ruta con la Française des jeux pilló dormidos a Nys y Wellens. Y lo pudieron pagar caro porque el francés se mostró intratable, abrió una brecha de 40 segundos y ni siquiera Nys, pese a que redujo la distancia a la mitad, pudo con él.

La victoria era para Mourey, pero una avería le llegó en el peor momento posible, al final de la sexta vuelta. En la parte de asfalto, rompió el cambio y no le quedó más remedio que correr con la bicicleta al hombro hasta la zona técnica. El triunfo le quedó en bandeja Nys, que aún así tuvo que emplearse a fondo para batir a un peleón Wellens. El duelo se decantó del lado del corredor del Rabobank al no desaprovechar una avería de su máximo rival.

Así que venció el favorito, Nys, pero no desde luego sobre el guión previsto, y él mismo reconoció que Mourey fue superior hasta su desgracia. El flamenco sumó su tercera victoria en la Copa del mundo y consolidó su liderato. Sus números son de asustar: la de ayer supone su victoria número 40 en esta competición y la 199 de su carrera, así que la 200 la podría conseguir el jueves en Asteasu. Asimismo, ha ganado en cuatro ocasiones la Copa del mundo y en siete el Superprestigio. Su telón de aquiles es el mundial, aunque por lo menos se quitó la espina en 2005.

Inicio demoledor

El nuevo circuito fue atractivo, pese a que en algunos tramos estaba pesado, y el sol acompañó a la organización de Arratiako Ziklista Elkartea que rozó la perfección. El público llenó Olabarri y la emoción no faltó.

Mourey fue el que mejor se desenvolvió en un circuito rápido y técnico, pero en el que la fuerza era indispensable para mover la bici sobre el barro. El francés, uno de los pocos capaz de plantar cara a los flamencos, salió como un tiro y pronto abrió diferencias, 25 segundos en la segunda vuelta, 36 en la tercera y hasta una máxima de 44 en la cuarta. Nys y Wellens, por el contrario, salieron dormidos, sobre todo el segundo, y no estaban ni entre los diez primeros en el primer giro. Vanthourenhout y Vervecken perseguían en vano a Mourey.

Nys no tardó en reaccionar y en la tercera vuelta ya era segundo. Entonces comenzó la caza de Mourey y redujo hasta 22 segundos su desventaja al final de la quinta vuelta. Parecía que el rey del barro podía lograr lo que hacía dos vueltas parecía imposible, pero se quedó en un espejismo. Mourey no se vino abajo y se consolidó, mientras que por detrás Wellens alcanzaba incluso a Nys.

El dominio flamenco y de la selección belga quedaba en entredicho de nuevo esta temporada; el holandés Boom, ayer ausente, y el checo Stybar ya habían roto el dominio. Pero la mala suerte se cebó con Mourey en forma de una avería lejos del puesto de recambio de material, y en un suspiro dijo adiós a la victoria en Igorre para sorpresa de los centenares de aficionados que se acercaron a Olabarri. Le queda el consuelo de haber sido el vencedor moral pues, sin duda, fue el más aplaudido.

Las dos últimas vueltas se resolvieron en un duelo entre Nys y su archirrival Wellens. Este último, doble campeón del mundo, se mostró agresivo pero una avería echó por tierra sus ilusiones, y Nys venció de nuevo, con el campeón belga segundo, Vantornout tercero -el mismo podio de 2006-, con los veteranos Vervecken y Groenendaal a continuación y Mourey séptimo.