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«A Sarri hay que darlo a conocer, no por su biografía, sino por su alta literatura»

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Raul Zelick
Escritor y traductor

El escritor alemán Raul Zelick visita Durango estos días invitado en calidad de traductor al alemán, junto a Petra Elser, de «Lagun izoztua», de Joseba Sarrionandia. Residente en Berlín, Zelick es un gran conocedor de la realidad latinoamericana y autor de varias novelas. Una de ellas, «La negra», editada en castellano, trata sobre la guerrilla colombiana; la última, inédita aquí, está ambientada en el conflicto vasco.

Karolina ALMAGIA | BILBO

«El amigo armado», la última novela de Raul Zelick (Munich, 1968) ha salido en Alemania prácticamente a la vez que «Lagun izoztua», de Joseba Sarrionandia. Ambas están muy relacionadas, según cuenta en esta entrevista Zelick, co-autor, junto a Petra Elser, de la traducción de la novela de Sarrionandia.

¿Cual es su relación con esta tierra y cómo llegó a aprender euskara?

Siendo estudiante de Secundaria conocí en Francia a un chico que tenía familia en un pueblo de Navarra; me invitó a conocer su tierra natal, vine y me gustó mucho. Tanto, que empecé a venir casi todos los años. Digamos que me hice parte de una familia, a la que quiero mucho. Empecé a aprender euskara con ellos, en su caserío, y luego me metí en un barnetegi. Pero de eso hace ya veinte años.

¿Cómo llegó a Sarrionandia y por qué quiso traducirlo al alemán?

Llegué a él porque es un mito. Todos sabíamos de la fuga de la cárcel; incluso en Alemania, donde nunca se ha entendido bien el conflicto vasco, ni siquiera en la izquierda, se conocía la historia. Además, escuchábamos la canción de Kortatu... Lo que más me interesó de Sarri fue su actitud: escribe en una lengua minoritaria y considera que la lengua es un medio válido tanto para cambiar las cosas como para experimentar. La literatura que hace trata de ser vanguardista en la forma, además de un arma de cambio político. Admiro la forma en la que, en su época, él se acercó a una literatura joven para tratar de crear algo moderno y nuevo. Esa visión de que hay que inventarse una literatura nueva y al mismo tiempo procurar cambiar el mundo en lo político me interesó mucho. Yo había leído poco de Sarrionandia: dos o tres libros. Cuando empecé a leer «Lagun izoztua», al principio no entendí todo, pero capté su sonido, su ambiente tan particular. Además, en ese libro aparecen sitios que han sido muy importantes para mí. Yo he estado en Nicaragua, estoy muy vinculado a Colombia, conozco la vida de los refugiados vascos porque si te mueves por América Latina te los encuentras aquí y allá. Cuando le propuse a la editorial traducir este libro me enteré de que Petra, casualmente, también estaba en ello. No nos conocíamos, aunque yo había oído que había una alemana que sabía euskara. Cada uno tradujo el libro por su lado y luego nos juntamos, vimos las dudas y los errores, hicimos varias versiones, las cotejamos... realmente fue un trabajo muy intensivo, de casi tres años.

¿Es lo primero de Sarrionandiaque se traduce al alemán ?

Hay una edición de «Ni ez naiz hemengoa», pero traducida del castellano. Lo mismo sucede con Bernardo Atxaga, que publica en Alemania con una potente editorial, pero traducido del castellano. Creo que a Sarri hay que darlo a conocer, no dentro de un programa de literatura euskaldun, ni tampoco por su biografía, sino como autor de una literatura de altísimo nivel europeo. En eso estuvo de acuerdo la editorial, que es pequeña y joven, pero no tiene nada que ver con el mundo de la izquierda y que, aunque publica pocos títulos al año, ha tenido un éxito sorprendente en las páginas culturales de los diarios.

¿Ha tenido repercusión `Lagun izoztua' en los medios literarios de Alemania?

Nos hemos llevado una sorpresa. Paralelamente a la publicación del libro de Sarri, yo he sacado una novela que tiene muchas referencias a `Lagun izoztua' porque uno de los protagonistas es la persona que supuestamente ayudó a Sarri a escapar de la cárcel. Queríamos publicar las dos novelas a la vez, para llamar la atención en un mercado tan grande. Pensábamos que mi novela iba a tener una recepción negativa porque es bastante cercana al conflicto vasco y que, sin embargo, la novela de Sarri lo iba a tener más fácil porque literariamente es muy superior. La sorpresa fue que la prensa alemana, incluso la de centro-derecha, recibió muy positivamente mi novela y en todas las referencias decían que estaban muy interesados en leer la novela de Sarri. Han pasado siete semanas desde que se editó «Lagun izoztua» y tememos que pase desapercibida en un mercado tan enorme. De momento, sólo han salido dos críticas, las dos muy positivas. En todo caso, quienes la han leído han mostrado su sorpresa porque es una novela melancólica y porque no encuentran en ella una interpretación concreta sobre el conflicto.

¿Qué más nos puede contar de esa novela que ha escrito sobre el conflicto vasco? ¿La vamos a poder leer aquí?

Txalaparta quiere publicarla en castellano y en euskara. Es una novela sobre la amistad. El protagonista es un académico precario que es invitado a trabajar sobre un proyecto en torno a la identidad cultural europea. Viaja a Bilbao y se entera de que la policía busca a un amigo suyo de hace veinte años que conoció en Latinoamérica. Ese amigo es Zubieta, el que ayudó a escapar de la cárcel a Sarrionandia. Por una serie de circunstancias acaba llevándole en su coche por la Península. En ese viaje resurge la amistad, pero también pasan otras cosas y discuten mucho sobre el conflicto vasco. Aparecen todas las críticas que puedas tener hacia la izquierda abertzale, pero también el otro punto de vista. El lector no encontrará respuestas claras en esta novela, nunca se dice quién tiene razón. Simplemente, trato de contar que también hay otros puntos de vista.

«Hago novelas políticas porque creo que uno tiene que escribir de lo que vive de cerca»

Su novela «La Negra», publicada en castellano por Virus, describe el mundo de las guerrillas colombianas sin ocultar todas las contradicciones que se dan en ese modo de lucha.

Si te acercas a la lucha armada o revolucionaria y vives sus situaciones concretas, ves que no tiene nada de heroico. En Colombia la gente está sufriendo mucho y se dan muchas contradicciones. Es una realidad muy compleja y «La Negra» trata de reflejar esa confusión que sientes cuando te acercas a ella. La novela entrelaza muchas historias y poco a poco te vas dando cuenta de cómo están vinculadas unas con otras.

«La Negra» es una novela dura, pero a la vez tierna, en la que se habla mucho de la soledad.

Exactamente, pero es que Colombia es así. Es un país con una vida muy intensa. Los colombianos pasan el día haciendo chistes, pero son protagonistas del drama más terrible de Latinoamérica. Lo que ha hecho el paramilitarismo allí es increíble. Están envenenando al país entero, matan cada año a cinco mil personas, ha habido masacres con motosierras... La violación de derechos humanos y la guerra sucia ha llegado en Colombia a extremos que Argentina, por ejemplo, nunca ha conocido. La dictadura de Pinochet comparada con la supuesta democracia colombiana es como una huerfanita. Hay mucha tristeza, mucha melancolía en todo ello. Por otro lado, es hermoso y esperanzador ver cómo en América Latina todavía hay deseos de cambiar el mundo.

A la hora de hacer literatura, ¿qué le interesa de los conflictos armados y políticos?

Yo diría que uno debería escribir de los temas que conoce y siente de cerca. La militancia política, o el deseo de cambiar la sociedad, siempre ha estado presente en mi vida. He sido activista en Alemania en movimientos anti-fascistas y también he estado en Colombia compartiendo la vida con sindicalistas y campesinos amenazados, he vivido en comunidades cercadas por el Ejército y los paramilitares... todas esas vivencias las he trasladado a la literatura. Por otra parte, en Alemania hoy día ha desaparecido la literatura política, que tan presente estuvo en los años setenta. En este sentido, también lo hago porque veo que nadie más lo hace. Y trato de no hacerlo como alguien que propaga algo, sino que procuro acercarme con todas las dudas, temores y contradicciones.     K.A.

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