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Iñaki Aldekoa y Patxi Zabaleta (*) Miembros de la Mesa de Altsasu y de Aralar

Jose Luis Elkoro: solidaridad y testimonio

El enfoque jurisprudencial del 18/98 no es homologable en democracia y conlleva la criminalización de ideas o fines políticos

Los firmantes de esta carta pública nos sentimos en la obligación personal y política de expresar nuestra solidaridad con José Luis Elkoro, que deseamos hacerla extensiva a todos los encarcelados estos días por la previsión de su condena en el macrosumario 18/98.

Nos consta y somos testigos del sentido y de la preocupación profundamente pacifista -concepto real y verdadero- de muchos de los condenados en dicho macrosumario, que conocemos personal y directamente. Pero queremos referirnos al caso de José Luis Elkoro por su carácter emblemático y por el testimonio que podemos dar de algunas actitudes del mismo en determinados momentos. Expresamos así nuestro radical disentimiento con la sentencia que se está dando a conocer periodísticamente, y específicamente con la falta de argumentación jurídica personalizada y relacionada con hechos fácticos concretos de todo el procedimiento. Denunciamos la aplicación de un sistema penal que arguye de lo genérico a lo particular. No procesaron al BBVA, ni al BSCH cuando procesaron a Ibarra o a Botín... El enfoque jurisprudencial del 18/98 no es homologable en democracia y conlleva la criminalización de ideas o fines políticos, y conculca la presunción de inocencia y por lo tanto los derechos humanos.

Nosotros compartimos experiencias con Elkoro en la lucha antifranquista y ya tuvimos entonces en frente a algunos de los que ahora vociferan en defensa de la democracia. Coincidimos con Elkoro en la Junta que se formó tras la Mesa de Alsasua y luego en la primera Mesa Nacional de HB. Desde nuestras discrepancias, que ya afloraban entonces, somos testigos de que siempre, junto a Telesforo Monzón, Elkoro era de los que se posicionaba en que había que seguir esperando, en que no podíamos empujar más que por detrás del último...

No podemos saber los sentimientos de José Luis el último domingo cuando acudió a la iglesia de San Pedro, junto a la casa de Tesleforo. Pero estamos seguros de que no andaría lejos de su ánimo algo de lo que escribió su amigo: «Si el ruido de las campanas molesta se puede hablar con el obispo y con el cura, pero al final hay que hablar también con el campanero».

«Dialogar vosotros que aún podéis», fue el mensaje de la hija de Ernest Lluch en la manifestación de homenaje a su padre recién asesinado. Y nosotros tenemos la obligación de dialogar, de hablar y de dar testimonio.

En el caso de Elkoro, somos testigos de su enraizamiento en esta tierra, tan profundo como el del magnolio del jardín de Telesforo Monzón, que no arrancará ningún viento. Por eso al leer el Auto del Tribunal del Sumario 18/98 en que se le manda encarcelar a Elkoro por el «riesgo muy elevado de fuga» (sic), no podemos sino reflexionar y replicar con rotundidad: Srs. del Tribunal, el riesgo de fuga de José Luis Elkoro no es mayor que el del magnolio del jardín de su amigo.

Esa falta de acierto del Auto de prisión es también presagio e indicio de la falta de adecuada interpretación democrática y personalizada de la sentencia.

Esperamos y deseamos que, como sucedió con la sentencia condenatoria de la Mesa Nacional de HB, también ésta resulte rectificada en alguna instancia superior. Lo esperamos así por los propios procesados, por la democracia y por la convivencia.

Creemos que los déficits y los males de la democracia sólo se curan con más democracia. No tiene ni rigor ni fuerza el defender los derechos políticos sin la defensa simultánea de los derechos humanos. Pero tampoco tiene lógica ensalzar con vehemencia y sublimidad los derechos humanos sin respetar íntegramente las libertades y todos los derechos políticos.

A nadie en democracia se le debe juzgar ni condenar como parte de un montón. Estamos seguros de que no han llegado a conocer a José Luis Elkoro personalmente, ya que, si no, no dirían que existe muy elevado riesgo de fuga. Tampoco habrán conocido, por lo tanto, a cada uno, de uno en uno, de los demás.

(*) Los firmantes escribieron este artículo antes de que Jose Luis Elkoro quedara en libertad

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