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Nubes en el horizonte Miedo a la desaceleración

Carmelo RODRIGO Analista bursátil

Todos los momentos de la vida tienen su propia historia; pequeña o grande, pero historia al fin y al cabo. El año 2007 que se nos ha ido de las manos pasará al recuerdo económico como el de la expansión inmobiliaria que se quedó en bastante menos. Si no lo creen, vean cómo el conjunto de empresas del sector se ha dejado en el año más del 40% de su valor. Cierto es que los movimientos bursátiles acostumbran a sobredimensionar -o exagerar, si lo prefieren- tanto las alegrías como las penas, pero en cualquier caso el auge y caída del «ladrillo», herido de consideración por la ya archiconocida crisis de las hipotecas subprime -moneda común en el ambiente anglosajón-, será el referente al que recurriremos en los próximos años para explicar lo que ocurrió en éste. Pero como ya no tiene remedio, hora es de intentar una aproximación a lo que nos pueda venir encima en los siguientes meses. Desde luego el ambiente geopolítico no está en su mejor forma; el reciente atentado de Pakistán añade, si es que cupiera, aún más riesgo a una región que quita el sueño y mueve los cimientos en los que se sustentan las economías de Occidente. La mezcla de pobreza por un lado, paradójicamente frente a la opulencia del petróleo y el aderezo del fanatismo religioso puede resultar un plato indigerible.

Aunque ahora mismo yo me quedaría con las consecuencias de las mencionadas hipotecas de baja calidad y su influencia en la liquidez de los mercados. Sinceramente pienso que estamos dando palos de ciego sin tener una aproximación razonable a la cuantía del daño que este tipo de productos haya provocado al sistema, y por tanto se castiga a los valores, sobre todo de los sectores construcción y financiero, sin separar el grano de la paja, «por si acaso». Y esto será así hasta que manejemos datos fiables que podrían aparecer allá por la primavera de 2008.

El pronóstico a medio plazo es, lamentablemente, de alta volatilidad, alerta vigilante a los resultados empresariales y lucha semiperdida contra una inflación que se ha convertido en el enemigo declarado de los políticos, sean del color que quieran. Esperemos que la microeconomía en forma de beneficios de las compañías sea suficiente para contrarrestar lo negativo, aunque no lo creo. Pero, ¡cuánto me gustaría equivocarme!

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