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Alizia Stürtze historiadora

«Qui prodest?» ¿A quién beneficia?

En este Estado español en el que, al parecer, encarcelar y torturar da votos, hace 30 años, mientras a los de siempre nos apaleaban y mataban en las calles por pedir, entre otras cosas, la amnistía para los presos y la autodeterminación para Euskal Herria, a los elegidos por el Departamento de Estado USA como Felipe González o Fraga ya les habían diseñado perfectamente el invento de la «transición pacífica española hacia la democracia» que debía garantizar la CIA y que tenía obligatoriamente que asentar la corona de Juan Carlos, según el documentado libro «La CIA en España» de A. Grimaldos. Al PNV le correspondería el papel de «tonto útil», sólo que con la función no ya de combatir a un comunismo de partido cuya cúpula, con Carrillo al frente, estaba ya totalmente vendida, sino con el de debilitar a la naciente izquierda independentista. Los «malos» empezaban ya entonces a ser los que no se tragaron aquella milagrosa transubstanciación que fue el paso de un fascismo a una democracia sin depuración previa; o sea, mayoritariamente, los luchadores vascos de izquierda. Como en todos estos procesos hay vendidos, ahí apareció como caída del cielo una Euskadiko Ezkerra cuyos miembros más «ambiciosos» terminaron de lacayos o bien en el PSOE o bien en el PNV. Euskadiko Ezkerra sólo sirvió para lo que la potenciaron: para debilitar a los sectores resistentes. Cosa que no consiguieron.

Aunque la historia no se repite, sí que en coyunturas similares se reproducen esquemas parecidos y ahora, en 2008, nos encontramos (o los datos hacia eso apuntan) ante la configuración de un nuevo pacto de estado, que buscaría recomponer las lagunas del anterior, parchear los agujeros y, como máximo objetivo, hacer desaparecer del mapa político a esa maldita izquierda independentista convertida en claro referente. Es decir, ultimar la faena que no consiguieron rematar con su Transición, su Constitución y sus estupendos estatutos del «café para todos», y «legitimar» para otros treinta años una recomposición del estado aún más regresiva y represiva social, judicial, nacional, política y económicamente; con la diligente colaboración del PSOE/PNV, siempre tan dispuestos a hacer el trabajo sucio.

Ahí tenemos ya a todos los actores y figurantes colocados en escena, consciente cada uno del papel que le toca desempeñar y que, al final, se reduce tristemente a intentar mantener (o mejorar) el chollo propio a costa de participar en el asesinato del «gran cabrón» de los akelarres, es decir, en la eliminación de la izquierda abertzale (y, consecuentemente, de la izquierda catalana, castellana, española consecuente...). Ahí los tenemos, seguros de sí mismos, confiados, incluso agresivos, que para eso los medios se han encargado de demonizar todo lo que sea resistencia y lucha, y los aparatos represivos del estado, judiciales y policiales, de dejar bien claro que el «estado de derecho» sólo funciona para el que se pliega al statu quo.

Ahí tenemos a Ibarretxe, el sastrecillo valiente de Lakua, que nos promete vencer al inquebrantable estado con la simple potencia de «su Plan». Todo esto mientras acude «porque los vascos somos muy educados» a la cena del 70 aniversario del rey que nombró Franco y, a decir del presidente de Cantabria, aplaude con entusiasmo en nombre de Juan Carlos y de España. Todo esto mientras el PNV pacta con el PSOE (y pactará con el PP si es necesario) los temas realmente importantes y Urkullu va trabajando para el escenario post-elecciones de marzo el gran pacto con Madrid que permita a los jeltzales triunfar en las autonómicas de 2009 y llevar al límite su salvaje neoliberalismo. Sin que nadie les moleste. Qui prodest? ¿A quién beneficia la eliminación de la izquierda independentista?

Ahí tenemos a los consejeros de EA sacando adelante (se supone que con presiones de ciertos sectores) un «Plan Vasco de Educación para la Paz y los Derechos Humanos (2008-2011)» que piensan imponer en todos los centros públicos y concertados, y cuya prioridad fundamental (y única) es la «deslegitimación radical del terrorismo como práctica frontalmente transgresora de los derechos humanos» es decir, la deslegitimación de ETA y de «su mundo». Al parecer, educar para la paz y por los derechos humanos, no tiene nada que ver con denunciar, por ejemplo, el terrorismo de Estado, las torturas, las leyes represivas o el creciente negocio «humanitario» de exportación de armamento y de instrumentos de tortura a países violadores de los derechos básicos como Marruecos, Arabia Saudí, Colombia o Sudán, negocio que favorecen y vehiculizan tanto el rey como las demás instituciones y que Amnistía Internacional lleva años denunciando. Qui prodest? ¿A quién beneficia la enseñanza de una asignatura pensada única y exclusivamente para demonizar la lucha de la izquierda independentista? Quizás, entre otros, a EA, empeñada en sacar adelante una coalición electoral de vascos defensores del «derecho a decidir» obviando lo más obvio: que unas elecciones donde la izquierda independentista no pueda participar niegan ya de principio cualquier derecho democrático y son un fraude a Euskal Herria.

Ahí tenemos a Aralar, la nueva y nada original copia aggiornada de Euskadiko Ezkerra, cumpliendo el triste papel que históricamente corresponde a tales grupos: desgastar, tergiversar, engañar a la gente con una supuesta tercera vía cómoda y sin riesgo (que no existe), para montarse la vida ocupando una representatividad política que porcentualmente en absoluto les corresponde. Ahí tenemos también a Madrazo y su familia de sangre y/o de coalición, jugando a lo mismo, controlando puestos, «regalando pisos» y colocando sus piezas a costa de la supresión de los derechos ciudadanos que nos corresponden a, por lo menos, unos 150.000 ciudadanos vascos votantes de la izquierda independentista. Qui prodest? ¿A quién beneficia la anunciada ilegalización de EHAK y de ANV?

Ahí tenemos a un clientelista PNV dispuesto a cualquier cosa para sacar adelante sus macroproyectos, sus macropuertos, sus macroinfraestructuras, su Tren de Alta Velocidad... para llenar los bolsillos de las concesionarias amigas, y que se ve frenado por la democrática negativa de los pueblos donde, al gobernar ANV, el pueblo puede vehiculizar su voz. Qui prodest? ¿A quién beneficia que los ekintzales desaparezcan de ayuntamientos y demás instituciones públicas?

Ahí tenemos al PSE, es decir al PSOE, votando junto al PP para que ese remedo de inquisidor dominico que es Rubalcaba no tenga que dar ninguna explicación sobre lo ocurrido durante los días de detención incomunicada de Portu y de Sarasola. No importa que el tratamiento informativo dirigido estos días por el ministro de Interior suponga un claro paso adelante en la institucionalización de la tortura, como hizo Mitterrand en 1956 para detener la lucha por la independencia de los argelinos. No importa que Rubalcaba fuera el hombre en la sombra en el período de los GAL, ni que eche por tierra el testimonio de un vecino de Arrasate testigo de las detenciones de los lesakarras por ser familiar de un etarra, volviendo así a los tiempos en que, por poner un ejemplo, el testimonio de un vecino normal valía seis veces más que el de un agote. Qui prodest? ¿A quién beneficia esta estrategia de guerra del PSOE, esta ofensiva fascista contra un sector importante de Euskal Herria, esta negativa a reconocer que las raíces del conflicto son políticas y que no hay otra solución que la negociada? Qui prodest?

Hemos mencionado unos cuantos de los que sacan beneficio de la prolongación del conflicto y desean fervientemente (aunque no lo digan abiertamente) que la izquierda independentista desaparezca de la vida política institucional. También se dice que el PSOE de Zapatero se ha apartado de la vía negociadora y ha apostado fuertemente por la vía represiva y por la aplicación salvaje de las antidemocráticas leyes diseñadas por el PP con la finalidad principal de ganar las elecciones.

El auténtico beneficiario de esta apuesta por la represión salvaje del independentismo vasco es el Estado español que, como estructura imperial y dominadora de pueblos que es, no está en disposición de reconocer los derechos de Euskal Herria, y necesita de una readecuación en sentido aún más regresivo del pacto de estado pergeñado a espaldas del pueblo hace treinta años. Y ello de cara, entre otras cosas, a bloquear el camino de Euskal Herria hacia su independencia y estructuración como estado, independencia y estructuración en cuya construcción progresiva está claro que sólo la izquierda abertzale tiene interés.

Borroka da bidea. La lucha es el camino y en ella todos cabemos porque la lucha tiene múltiples facetas y todos tenemos una función que cumplir, con imaginación, generosidad y compromiso... como durante estos últimos treinta años.

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