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TENIS Abierto de Australia

Djokovic vence a Tsonga en la final y consigue su primer Grand Slam

El joven de 20 años se convierte en el primer serbio en ganar un grande tras imponerse al francés por 4-6, 6-4, 6-3 y 7-6 (2) en el primer encuentro entre ambos. El vencedor se afianza en el número 3 del mundo y el subcampeón asciende del puesto 38 al 18.

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GARA | MELBOURNE

Novak Djokovic se convirtió ayer en el primer serbio que gana un torneo del Grand Slam, al vencer en la final del Abierto de Australia al francés Jo-Wilfried Tsonga por 4-6, 6-4, 6-3 y 7-6 (2).

Acalambrado desde el comienzo del tercer set, y después de recibir masaje en el muslo izquierdo, Djokovic fue capaz de sacar el partido adelante, y alzar los brazos después de tres horas y seis minutos de lucha. Un triunfo que le sirve para mantenerse tercero del mundo, recortar diferencias y situarse con 5.165 puntos en la lista mundial, a 815 del español Rafael Nadal y a 1.465 del suizo Roger Federer.

Tsonga luchó con una solidez impropia de su primera final de un Grand Slam. No logró la victoria, pero al ganar un set impidió que Djokovic acabase el torneo imbatido, y que se diera la posibilidad de que tanto la ganadora femenina, la rusa Maria Sharapova, como el masculino coincidieran en su triunfo sin ceder un parcial, hecho que todavía no ha sucedido en toda la historia del Grand Slam.

Los padres de Tsonga, Didier y Evelyn, también llegaron a tiempo para animar a su hijo, que salió algo aturdido. Entró a la pista dando saltos, casi bailando, y se dio cuenta de que tenía el pantalón corto desatado cuando el juez árbitro de la contienda, el portugués Carlos Ramos, lanzaba la moneda al aire para determinar el saque.

El público se decantó desde el principio por él. El último de los 16 galos que entraron en el cuadro jugó un gran encuentro, logró 15 saques directos y acabó el torneo con 100, el más efectivo en este aspecto de todos los competidores (Federer fue segundo con 91), pero no supo aprovechar un punto de rotura en el undécimo juego del cuarto set y luego se desmoronó en el desempate al cometer su segunda doble falta.

Finalmente no peleó ni se centró en el primero de los cuatro puntos de partido que Nole dispuso y envió su derecha fuera. Djokovic caía de rodillas sobre el letrero de Melbourne, en señal de victoria.

Lo que Nadal no pudo hacer lo consiguió Djokovic. El serbio, algo desangelado al principio, aguantó el tremendo vendaval de Tsonga en el primer parcial, donde la velocidad de bola del francés y su tremenda pegada cuando se encuentra sólidamente situado en la pista le hacen invencible. Djordje, el hermano pequeño de Djokovic, de 13 años, fue el principal animador del jugador de Belgrado, saltando de su asiento, extendiendo los brazos y cerrando el puño derecho, contagiando a todo el banquillo con su entusiasmo.

Aunque hubo dos roturas por cada bando de entrada, Tsonga logró la definitiva en este primer parcial en el décimo juego, con dos golpes geniales, un tiro de revés y un magistral globo tras cazar un remate de Djokovic en la red. Pero Djokovic no se desanimó y demostró que está hecho de una pasta especial, dotado con la garra de los campeones, y a la hora y 15 minutos ya logró la rotura en el segundo set (4-3) que le abriría las puertas del triunfo.

«Lo siento por mi inglés, creo que juego mejor que lo hablo», dijo Tsonga en su discurso, «felicito a Novak por su gran lucha y gracias a vosotros», dijo dirigiéndose al público. Más explicito y con mejor humor, evidentemente, estuvo Djokovic. «Jo, has hecho un torneo increíble y si hubieras ganado lo habrías merecido. Todavía os quiero, no os preocupéis», dijo hacia el público que se había decantado a favor del perdedor. «Estoy muy feliz de haber ganado mi primer Grand Slam aquí y ojalá pueda veros aquí de nuevo».

LA presiÓN DEL CAMPEÓN

«Algunas veces puedes controlar tus sentimientos en la pista pero hay que aprender, sobre todo porque todo el mundo me daba como favorito. Había mucha presión, porque sentía la obligación de ganar mi primer grande».

Imitador en sus ratos libres y admirador de Maradona

Djokovic ya tiene en su poder su primer título de Grand Slam, algo casi tan preciado como la camiseta de la selección argentina que su ídolo, Diego Armando Maradona, le regaló firmada en el pasado Roland Garros.

El tenis del políglota jugador (habla serbio, alemán, italiano e inglés) ha explotado en el primer grande de la temporada, en el que ha logrado el octavo título de su carrera. «Es un jugador capaz de asombrar a todos», dice de él Jim Courier, ex número uno del mundo, ahora comentarista del Canal 7 australiano. «Es astuto, hábil, con garra y con un sentimiento en la pista que contagia a todo el mundo».

Así es Nole, cuyos padres Srdjan y Dijana han regentado una pizzería y un restaurante en una montaña de Serbia durante los últimos 15 años. Novak pudo ser esquiador como lo fueron de forma profesional su progenitor y sus tíos, o futbolista como lo fue también su padre, pero eligió el tenis a una temprana edad, y ahí se acabaron los deseos de Srdjan. Criado tenísticamente en la academia de Niki Pilic en Múnich, donde empezó con 12 años y donde permaneció durante dos temporadas, es el tenista más joven que alcanza las cuatro semifinales del Grand Slam, con 20 años y 247 días.

Acompañado por el técnico eslovaco Marian Vajda, desde junio de 2006, Djokovic se ha hecho famoso por sus imitaciones de otros jugadores, como Nadal, Federer, Roddick, y Sharapova, y su vídeo colgado en YouTube exhibiendo esa cualidad es uno de los más visitados.

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