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crónica | ruptura del bloqueo en gaza

Los egipcios aprovechan para ver a la familia y comprar

Algunos quieren ver Gaza para volver a encontrar a familiares a los que no han visto desde hace años, mientras que otros buscan una oportunidad para hacer negocios. En cualquier caso, son numerosos los egipcios que han aprovechado la apertura de la frontera de Rafah para viajar a Gaza.

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Inès BEL AÏBA y Mehdi LEBOAUCHERA

En las largas filas de vehículos palestinos que hacen cola desde hace cerca de una semana para atravesar la frontera, se incorporan habitualmente coches matriculados en Egipto, llegados tanto del Sinaí como de la capital, El Cairo.

En siete años, Mohammed al-Charafa, un cairota de 31 años, no ha visto ni una sola vez a la parte de su familia instalada en Gaza. «Estamos entusiasmados desde que la frontera ha caído. Hemos podido volver a ver a nuestro tío y a nuestros primos. Y también hemos aprovechado para dar una vuelta por Gaza, claro», explica.

Numerosas familias están, al igual que la ciudad de Rafah, divididas por la frontera, ya que los matrimonios entre egipcios y palestinos eran algo frecuente.

Y desde que los explosivos hicieron una brecha en la valla fronteriza, muchos egipcios han acudido a la parte gazatí de Rafah, a Jan Yunis o a la ciudad de Gaza para volver a encontrarse con sus allegados.

Otros unen el ocio con el negocio, según afirma Raafat al-Gabali, un taxista palestino que afirma que ha llevado a muchos egipcios a Gaza.

«Muchos quieren ver a su familia, pero también están quienes quieren ganar dinero, por ejemplo, buscando viejas baterías de coche de las que recuperan el plomo para venderlo después», explica.

Y aunque sean reacios a admitirlo, muchos buscan productos israelíes, ya que tienen fama de ser de calidad superior a los egipcios.

«Sí, es verdad, he adquirido jabón perfumado israelí. Hay una demanda muy alta en Egipto», reconoce, a su pesar, Chehade Chehayyed Slim, un comerciante de Rafah.

A pesar de que Egipto fue el primer estado árabe que firmó un acuerdo de paz con Israel en 1979, el sentimiento antiisraelí alcanza altas cotas en el país. Y para algunos, comprar productos israelíes es sinónimo de «colaborar con el enemigo».

«¡Por supuesto que buscan productos israelíes! Tienen fama de ser de excelente calidad», exclama Jalil Ibrahim Chagfa, de 25 años, dueño de un supermercado en la parte palestina de Rafah.

«¿Lo que más piden? Jabón y vestidos, porque tienen un mejor corte y son más baratos», subraya sin dudarlo.

Y, paradójicamente, aunque sea la franja de Gaza la que está sometida al bloqueo israelí, es en la Rafah egipcia donde existe una carencia de productos de primera necesidad después de una semana en la que los gazatíes se han hecho con todo lo posible.

«Un egipcio ha venido con una furgoneta y se ha llevado casi todo lo que tenía para revenderlo en el otro lado, ya que no tienen nada», afirma Tamer el-Guechta, un joven palestino que tiene un puesto de venta de frutas y legumbres.

florecen las bodas

Gracias a la apertura de la frontera con Egipto, Mohammed ve a su futura esposa, Hiba, resplandeciente en su largo vestido dorado, por primera vez desde hace meses. «Mañana nos vamos a casar, por fin», dice sin dejar de mirarla.

Mohammed Abú Mor, de 26 años, vive y estudia en Alejandría (Egipto). Hiba Ferwana, de 23, en Rafah, al sur de la franja de Gaza. Su boda estaba prevista en julio del año pasado, pero el bloqueo del territorio por parte de Israel tras la toma del poder de los islamistas de Hamas, el mes anterior, les obligó a suspender los festejos.

El pasado miércoles, el joven cruzó la frontera, destrozada por los explosivos, para casarse con su novia.

«Esa noche escuchamos enormes explosiones en la frontera. La gente comenzó a gritar en la calle `han reventado la frontera'», cuenta el padre de Mohammed, Jaber.

«A las tres de la madrugada -prosigue-, llamé a mi hijo y le dije `tienes que venir a toda prisa, la frontera está abierta'». «A las nueve, ya estaba en Gaza», añade Mohammed.

 

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