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La Iglesia española matiza que «no decimos que no se hable con ETA»

La denuncia de «hipocresía» e «inmoralidad» con la que el Gobierno del PSOE ha respondido al mensaje de la Conferencia Episcopal contra la negociación con ETA ha hecho que ésta se matice a sí misma. Tras recordársele de modo unánime que un obispo medió entre el Gobierno del PP y la organización armada vasca, el portavoz eclesial español expone ahora que «no decimos que no se pueda hablar con ETA».

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El mensaje de la cúpula de la Iglesia española pidiendo indirectamente el voto para el PP con la negociación con ETA como argumento ha enervado al Gobierno del PSOE, que no ha dudado en poner sobre la mesa que fue precisamente un obispo quien medió entre el Gobierno de José María Aznar y ETA en 1999. Así las cosas, y ante la oleada de críticas desde el partido de José Luis Rodríguez Zapatero y otras formaciones, el portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino, ha salido a la palestra dos veces en las últimas horas para hacer sendas matizaciones.

Ya en la noche del miércoles, ante la tormenta levantada por la presentación del documento, Martínez Camino precisó en una entrevista radiofónica que «no es posible la negociación política, pero otra cosa es el diálogo y hablar de las condiciones para que los terroristas puedan dejar las armas».

Ayer, tras nuevas muestras de censura desde casi todo el arco político, Martínez Camino dio otro paso y concretó que «los obispos no han dicho que no se pueda hablar con ETA». Se hizo eco además de las alusiones a la participación de Juan María Uriarte para facilitar los contactos con ETA y Batasuna en 1998-1999 para señalar que «pese a que algún obispo haya podido hablar con ETA, no es un representante del poder político para negociar políticamente».

Blanco: «¿Aznar no pecó?»

El Gobierno de Zapatero no ha ocultado su malestar, aunque evita las salidas de tono. Tras el Consejo de Ministros, la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, confirmó que la víspera habló por teléfono con el máximo mandatario de la Conferencia, Ricardo Blázquez, sobre el polémico texto. Y anoche, en un mitin en Ourense, el presidente del Ejecutivo dijo que «si no le hemos aceptado a Rajoy usar el terrorismo, a los obispos tampoco».

El PSOE ha hablado aún con más contundencia. Su secretario de Organización, José Blanco, dijo en TVE que «a mí me enseñaron desde pequeño, como católico que soy, que mentir era pecado, y no se puede permitir que la jerarquía eclesiástica, en función de quién gobierne, pueda tomar una decisión o tomar la contraria».

Más concretamente, Blanco recordó que cuando Aznar «dirigía las conversaciones con ETA y enviaba a un obispo a las negociaciones, eso no era pecado», pero cuando Zapatero «intenta acabar con ETA, sí es pecado».

El número dos del PSOE concluyó que «como católico, me sienta muy mal tener una jerarquía eclesiástica hipócrita». Y retó a los obispos a «presentarse en las listas del PP; es lo único que les falta».

Desde el PSN, su portavoz parlamentario, Roberto Jiménez, también mostró su enfado desde su condición de «católico». Dijo estar «abochornado» como tal, y lanzó esta pregunta: «Si en 1998 uno de sus obispos estaba en mitad del meollo, ¿por qué no salieron entonces?».

Por su parte, el dirigente y candidato del PSE Eduardo Madina recordó que «la Iglesia ha jugado y ha sido un instrumento útil en procesos de finalización de violencias terroristas aquí y en otras partes del mundo. Latinoamérica está lleno. En Euskadi siempre ha sido un actor. Aznar sabe que Uriarte trabajó con ellos».

A ello añadió Madina que «el cristianismo en el socialismo siempre ha sido un instrumento acelerador, muy activo. Cristiano-socialistas tenemos muchos porque tenemos coinci- dencias de diagnóstico social y porque hay valores como la solidaridad que son comunes». Pero alertó de que «quienes pretendan decirnos qué modelos son los únicos válidos de familia, de identidad nacional, de sexualidad, de orientación ideológica o política nos van a tener en frente».

POST-BARAJAS

En este contexto de cuestionamiento del diálogo, el ministro Mariano Fernández Bermejo esgrimió en «El Mundo» que Zapatero autorizó el último intento negociador de mayo de 2007 sólo «para saber a qué atenernos».

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