Con objeto de poner freno al envite represivo contra el independentismo vasco abanderado por el Ejecutivo de Zapatero, alrededor de 40.000 ciudadanos secundaron ayer las movilizaciones convocadas en el marco de la huelga general de la izquierda abertzale.

Un sinfín de comercios de pueblos y ciudades de la geografía vasca amanecieron con sus persianas cerradas y fueron centenares las empresas que pararon su producción. Facultades e institutos tuvieron una baja asistencia de estudiantes y profesores; y ejemplares de medios de comunicación como GARA o «Berria» no tuvieron su habitual presencia en los quioscos.

Fueron miles y miles los trabajadores que cesaron en su labor diaria, aportando así su grano de arena en la denuncia del «estado de excepción» que padece Euskal Herria. Una excepcionalidad que se tradujo en la jornada de ayer en más de una veintena de arrestados y más de 25 personas heridas por las fuerzas policiales.

En una época en la que el independentismo vasco sufre un particular rosario represivo, la izquierda abertzale demostró su capacidad de hacer frente a todo tipo de impedimentos, convirtiendo la de ayer en una las convocatorias más secundadas en los últimos años. Así quedó constatada en las movilizaciones registradas por la tarde, donde recordaron a Lakua, con gran ironía, que todo un Gobierno no sacó recientemente a más de 14.000 personas a la calle -haciendo referencia a la marcha realizada en Bilbo en denuncia del «caso Atutxa»-. Agregaron incluso que esa cifra la consigue la izquierda abertzale «en un fin de semana».

En la manifestación celebrada al mediodía en la capital guipuzcoana, el secretario general de LAB, Rafa Díez Usabiaga, tomó la palabra con objeto de mostrar su rechazo a la escalada represiva de los últimos tiempos. Y aunque esta estrategia pretenda ser «una demostración de fuerza», el líder sindical entiende que lo que el PSOE está dejando en evidencia es que «está enfermo».

Rafa Díez hizo hincapié en que el Estado español tiene «una enfermedad con Euskal Herria» y aseguró que con actuaciones represivas como las de los últimos tiempos demuestran la «debilidad democrática para abordar el conflicto político en términos estrictamente democráticos».

Detalló que las ilegalizaciones, las torturas y las detenciones masivas son los ingredientes de la «terapia» utilizada por la formación de Zapatero. Una estrategia que, a juicio del secretario general de LAB, «no deja futuro alguno para este país».

Díez Usabiaga, que compareció momentos antes del inicio de la manifestación de Donostia en la que se congregaron más de 4.000 personas, se congratuló de la «importante» respuesta obtenida y reiteró que la sociedad vasca «está diciendo con claridad `no' a este estado de excepción encubierto».

Señaló que el deseo de la ciudadanía de Euskal Herria se basa en la «superación de todas las violencias», por lo que abogó, con contundencia, por la constitución de un marco democrático que respete a Euskal Herria como nación, así como la voluntad de sus cuidadanos en todos sus territorios. «Ésa es la terapia política para construir un futuro democrático y de superación de conflicto», apostilló.

Horas más tarde y en Bilbo, el histórico militante independentista Tasio Erkizia alzaba la voz para afirmar que la izquierda abertzale no pide «la independencia y el socialismo para mañana», sino una salida democrática al conflicto que padece Euskal Herria. «Pedimos el derecho a vivir y pensar como nación», manifestó.

Erkizia detalló que el seguimiento de la jornada de ayer fue «positivo, amplio y desigual, pero importante», y señaló que sirvió para decir «stop a la represión». Una estrategia, la de los estados, que, según Erkizia, «aunque genera sufrimiento no va a detener a este pueblo».

Tras las declaraciones del histórico militante, cerca de 3.000 personas marcharon rumbo a Sabin Etxea, donde los manifestantes se dirigieron a aquellos que durante esta semana han intentado «ridiculizar» la convocatoria de huelga, en clara referencia a PNV, EA, Aralar y Nafarroa Bai, indicándoles que «por encima de siglas e intereses partidistas», la convocato- ria fue reflejo de la «dignidad de un pueblo».

En ese sentido, se preguntaron por qué no secundaron estas formaciones la convocatoria de ayer, y mostraron sus dudas en torno a si la negativa responde al «desacuerdo con la convocatoria o a que la estrategia represiva beneficia sus intereses partidistas».

Para finalizar la movilización, recordaron a todos los asistentes que la lucha en favor de la independencia «nunca ha sido fácil en Euskal Herria» y destacaron que, aunque se percibe un futuro incierto, la izquierda abertzale «no cesará en su labor política». Detallaron además que tendrán «la mano tendida en favor de un marco democrático y el puño cerrado para denunciar todos los ataques».

Askatasuna, por su parte, subrayó que «por encima de todos los obstáculos» miles de personas alzaron su voz para «decir ¡basta ya!». Apuntó que la apuesta represiva ha tenido su respuesta en la calles, empresas y facultades, al tiempo que afirmó que el de ayer fue «un paso importante en la construcción del muro contra la represión».