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Jesús Lezaun Sacerdote

Zapatero, los obispos españoles y Rajoy

¿Qué razones teológicas tenéis para rechazar el separatismo como lo hacéis? Me imagino que habláis en realidad del imperialismo español

Pensaba escribir en GARA, ante el hecho inminente de las elecciones, un duro artículo sobre Rodríguez Zapatero recogiendo cuatro temas sangrantes entre nosotros: el de las ilegalizaciones gratuitas y caprichosas que ha desatado el PSOE; el del fracaso por parte de los socialistas del esperanzador proceso de pacificación y normalización política (¡vaya normalización la que propician!); el de no saber afrontar y resistir con eficacia el ataque constante y grosero del católico PP contra el Gobierno; el de la corrupción flagrante de la justicia con los constante juicios injustos, crueles y esperpénticos, de la mal llamada justicia española, de las horrendas cárceles.

Pero no lo voy a hacer. No sea que resaltando la política del PSOE y de Zapatero en persona vaya a pensar la gente que apoyo al partido católico de Rajoy, tan malo y peor que el PSOE de Zapatero. Ambos corruptos y corruptores de la esperpéntica e imperialista política española. No me interesa ninguno de los dos. No me siento español, y aunque sus miserias me conciernen, creo que lo mejor es huir de ellos como de la peste. Eso sí, quiero hacerles este diáfano y elemental argumento: si me despojáis, a mí y a tantos de los nuestros, de nuestra condición de ciudadanos, si nos quitáis derechos fundamentales y nos perseguís como posesos, cada vez nos consideraremos menos españoles. Yo me considero navarro y por navarro vasco, pacifista a ultranza y ciudadano del mundo. Lo demás, lo vuestro me interesa cada día menos. ¡ Allá vosotros!

Pero se han interpuesto en mis propósitos los obispos españoles con su rechazable y falsa nota. No quiero de ninguna manera que se vaya a pensar que les hago caso, que me pliego a sus imposiciones, que recomiendo votar al PP. Quiero señalar de ellos, de su escrito, lo siguiente: ¡cuánto nos hastían con sus siempre repetidos temas, la sexualidad, su interesada doctrina sobre la enseñanza, su afán de influencia y hasta de poder y de dinero. Que nos dejen en paz, que nos hablen de lo que sí interesa a la gente, de temas de actualidad, del verdadero cristianismo, de temas evangélicos.

Queremos que nos den a conocer a Jesucristo, que nos ayuden a ello, a profundizar en su persona y en su obra de enseñanza y redentora, cosas ya, después de tanto cansancio y desgaste, que nos interesan de verdad, verdaderamente evangélicas.

De su declaración se desprende su incapacidad para preocuparse y apoyar con ahínco a los pobres, tantos como existen en el ancho mundo que se mueren de hambre, de los que se preocupó con prioridad Jesucristo. Oí una vez decir a un obispo, al señalarle que no los citaba casi nunca, que él no cedía a las modas. Tamaña barbaridad no se oye todos los días. Pobres, desvalidos, emigrantes muertos a miles en nuestras costas, huyendo despavoridos del hambre y de la muerte por inanición. El silencio más sombrío de nuestros obispos los cubre con su mortífero desdén y desprecio.

Que nos hablen de los presos, miles y miles entre nosotros, muchos por razones políticas. Los obispos ajenos a ellos, ignorantes de sus tragedias, de su trágica situación diseñada por los políticos de nuestra famélica democracia. No vale una visita protocolaria en Navidad. O se comprometen de verdad los obispos en este tema o no cumplen con algo fundamental en el Evangelio convertido en señal mesiánica por el propio Jesucristo en persona. Os juzgarán en realidad en el juicio de Dios: estaba preso y os olvidasteis de mí, nada hicisteis por liberarme.

La justicia, en toda su amplia realidad es, sin duda, el tema más emblemático en toda la Biblia, antiguo y nuevo Testamento. ¿No os da vergüenza no decir nada del tema de la justicia en este país? «Perros mudos que no ladran», os condena la palabra de Dios. La justicia es la cruda infamia de esta democracia y vosotros demandando poder, influencia. Lo que a tantos escandaliza, a vosotros os parece normal.

Sois tan malos que miráis para otro lado ante los testimonios y las pruebas fehacientes de la tortura, tan frecuente en vuestro país. Sin duda será porque fuisteis vosotros quienes la institucionalizasteis en el mundo entero. Sois responsables con mitra y báculo.

Llevamos tiempos y tiempos ilegalizados de derechos humanos, que vosotros aún no habéis justificado. Algo inaudito. Os delatan vuestras carencias. No os podemos hacer ni caso.

Y encima os ensuciais haciendo referencia al dichoso nacionalismo. Al nacionalismo español, sin duda, al vuestro, tan inhumano y tan imperialista. Vosotros que desatasteis la guerra del 36 con un millón de muertos y de la que no sois capaces de pedir perdón, que os escuece la memoria histórica. Se explica, pero callad al menos.

Os haría unas brevísimas preguntas: ¿Qué razones teológicas tenéis para rechazar el separatismo como lo hacéis? Me imagino que habláis en realidad del imperialismo español. ¿Qué valoración hacéis de la destrucción del Reino de Navarra que costó miles de muertos en la batalla de Noain?

Y encima ensuciáis también la sublime palabra y concepto del diálogo que todo el mundo valora, único medio para arreglar las cosas. Después tenéis que aclarar vuestros embrollos para que la gente no os vitupere, y con razón. No sois fieles a Jesucristo. Eso os condena, y nadie os va a creer, aunque os vistáis de púrpura para intentar aclarar vuestras confusiones.

Yo votaré nulo, a mi pueblo, a su libertad, a su independencia, para no sucumbir entre las garras de los imperialistas. No me digáis que hay obligación de votar. ¿A quién? No me dejan. Y vosotros no decís nada.

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