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Raimundo Fitero

Sin Fidel

Uno quisiera volver al tiempo de la inocencia. Despertarse, escuchar la radio, leer la prensa, abrir el ordenador, poner todas las pantallas en funcionamiento y pensar que se está en un momento histórico trascendente. Sentir que la noticia principal, la segunda, la tercera y la décimo octava forman una explicación de la vida, una interpretación del mundo, una idea de las posibilidades del ser humano para organizarse políticamente. Cuando creíamos que todo era posible y que la información nos ayudaría a ser libres. Hoy estamos convencidos de lo contrario. Que toda información está manipulada, que cada noticia tiene un subtexto contradictorio, que la idea del mundo está camuflada, que es el Mal quien manda, pero disfrazado de un Bien unívoco.

Así se deduce de toda la intoxicación que están canalizando por todas las cadenas televisivas, radiofónicas, pantallas digitales, sobre Cuba. La vida sin Fidel. El post castrismo. Todo se analiza sin análisis, a base de consignas, de mentiras, de infundios, de deseos económicos disfrazados de vocaciones políticas, de odios vertidos como esperanzas. Si alguna vez se pudo creer que existía una posibilidad remota de que la narración de un hecho fuera una simple traslación mínimamente subjetivada, expresada en palabras justas, que dejase al que lo leyera, lo escuchara o lo viera la posibilidad de discernir, de tomar postura ante lo noticioso, hoy ese derecho se ha terminado, es un imposible.

Hoy, cada noticia es un campo de batalla en el que yace la libertad, donde se ve el trazo de la mentira, de la impudicia, de la falta de rigor. Hoy cada noticiario es un vertido de consignas y de nociones manipuladoras. Sean cercanas, sean lejanas, de economía, de lo social, de política o militar. Todo se produce en un éter asfixiante en el que es imposible respirar sin sufrir mareos. Miramos las noticias intentando encontrar detrás de las mentiras alguna posibilidad de respirar en una cierta verdad. Es como mirar esta asquerosa campaña electoral: ¿dónde está la posibilidad de encontrar una posibilidad de ilusionarse, de votar a favor y no simplemente a la contra? ¡Qué bonita es la inocencia democrática! ¡Qué lejana!

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