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insólito fenómeno meterológico en estas latitudes

Último día hoy para observar las espectaculares nubes nacaradas

Nubes polares de ácido nítrico, habituales en las regiones cercanas a los polos, estaba previsto que arribaran ayer y hoy al cielo de la Península ibérica, dando lugar a un fenómeno de «gran belleza», siendo la primera vez que se tiene constancia que alcanzan estas latitudes. Son conocidas como nubes nacaradas o madreperlas y su estudio es reciente, después de que hace unos años se las relacionara con la pérdida de la capa de ozono estratosférico.

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Joseba VIVANCO | GASTEIZ

«E igual que en el capuz del firmamento/ hay allí puras tintas nacaradas/ y hay fatídicas notas enlutadas/ y luz y frío y sombra y ardimiento...», escribía el gran Juan Ramón Jiménez en su poema ``Nubes''. Ayer, seguramente muchos dedicaron parte de la tarde a rastrear el cielo en busca de las anunciadas nubes nacaradas que, el día anterior, se nos anunció que llegarían por estas latitudes procedentes de su habitual lugar de formación, el Polo norte. Si no lo consiguieron, hoy tienen todavía otra oportunidad. Como afirma el astrónomo del Planetario de Iruñea Javier Armentia, «dicen que siendo raras de ver, quien ha contemplado sus tonos iridiscentes nunca las olvida».

Es la primera ocasión, desde que los organismos meteorológicos tienen constancia, que unas nubes de estas características pueden apreciarse sobre la Península ibérica. Al parecer, dichas nubes -también conocidas como madreperlas- se desplazan estos días desde el Ártico hacia Gran Bretaña y, de paso, se dejarán ver entre nosotros.

Bautizadas como `nubes estratosféricas polares', se han convertido en años recientes en un foco de muchos proyectos de investigación, después de que se se les achara un papel dañino en el agotamiento de la capa de ozono. Algunos científicos llegaron incluso a vaticinar una mayor presencia de este tipo de nubes debido al calentamiento global. Curiosamente, las últimas noticias son que la capa de ozono se ha recuperado ya casi por completo.

Estamos, en cualquier caso, ante un fenómeno insólito en estas latitudes. Aparecen ocasionalmente en las regiones cercanas al polo durante el invierno a unas alturas entre 20 y 25 kilómetros, con temperaturas extraordinariamente bajas, inferiores a los 78º bajo cero. Se trata de nubes sutiles, formadas de ácido nítrico o de agua, de gran belleza, que sólo pueden observarse en los díás despejados a la hora del crepúsculo o en el amanecer.

Lo cierto es que son raras de observar en entornos septentrionales, aunque en internet uno puede ver imágenes de algunos ejemplos en Gran Bretaña o, en enero del año pasado, en Australia. Y es que una vez que las primeras identificaciones de estas nubes comenzaron en los años ochenta, se realiza un seguimiento de ellas gracias a satélites como el ENVISAT de la Agencia Espacial Europea, habiendo constancia de su presencia incluso en las regiones tropicales.

Las nubes, esas desconocidas

Estas nubes nacaradas serán un lujo para la vista, si es que los nublados cielos de estos días permiten su contemplación, y un oportunidad excepcional, sobre todo, para los aficionados a la meteorología. De paso, la noticia sobre estas peculiares y extrañas nubes ha servido para poner de actualidad lo que el recién publicado best-seller ``Guía del observador de nubes'' viene reclamando. Su autor, el británico Gavin Pretor-Pinney, no duda en proclamar que las nubes en general «constituyen la parte más poética de la naturaleza».

No ha habido disciplina artística que no se haya inspirado en ellas para crear su arte. Fundador de la Sociedad internacional de Apreciación de las Nubes (no se pierdan su web www.cloudappreciationsociety.org), este experto cuestiona, en la primera publicación oficial de esta sociedad que cuenta con alrededor de 11.000 miembros, la «mala e injusta reputación» que a su parecer se ha otorgado en muchas culturas a este fenómeno meteorológico tan cambiante.

«Las nubes se valoran de forma perjudicial, integrándolas incluso en expresiones negativas del lenguaje cotidiano como `tener la visión nublada' o `tener una nube encima de la cabeza'», según el autor de libro, que ya ha vendido más de 150.000 copias en Gran Bretaña y desde hace unas semanas está disponible en nuestras librerías.

Sin embargo, este diseñador británico especializado en nubes cataloga estas masas de vapor como «el arte y la poesía moderna de la naturaleza», capaces de transmitir muchas sensaciones beneficiosas para el alma con sólo su observación e interpretación y, además, ahorrar las facturas del sicoanalista.

Al margen de un papel onírico o romántico, las nubes juegan un rol fundamental en la purificación de la atmósfera, actuando como filtros del aire, de tal forma que en muchas ciudades sería imposible respirar sin ellas.

Muchos son también los mitos y creencias que rodean la figura de las nubes, como la posibilidad de predecir los desastres naturales con la simple observación de estas formaciones, un hecho, que según Pretor-Pinney, no está demostrado.

El autor británico aclara que tampoco es posible sostenerse en pie o tumbarse en sus mullidas ondas, aunque «todos podemos experimentar qué se siente al estar en medio de una nube cuando hay estratos».

«A veces, los estratos, más conocidos por nosotros como niebla o bruma, bajan a vernos y entonces es cuando podemos vivir la experiencia de estar entre una nube, una sensación que a mí me da mucha energía», cuenta.

Para una buena observación de las nubes, Gavin Pretor-Pinney insiste en que lo más importante, aunque sea una obviedad, es «mirar hacia arriba» y pensar en sus formas de una manera científica pero, sobre todo, dejando volar nuestra imaginación. Eso sí, este autor asegura que «algunas nubes huelen», como es el caso de los cúmulos, que absorben el aroma de las arboladas más altas, o eso afirman al menos pilotos de avionetas. Como reza uno de los saludos árabes, «que tu cielo esté cubierto de nubes».

Eclipse total de Luna esta noche, el último hasta 2015

Esta semana el cielo nos deparará más de una sorpresa. A las nubes nacaradas llegadas del Polo norte, la noche del miércoles al jueves tendremos la oportunidad, la última de aquí a 2015, de observar un eclipse total de Luna. Esta interesante efeméride astronómica dará comienzo a las 01.35 y podrá ser observada desde toda Euskal Herria hasta las 07.17 horas. La Luna estará completamente inmersa en el cono de sombra de la Tierra durante 51 minutos. A diferencia de los eclipses de Sol que duran poco tiempo, los eclipses de Luna duran varias horas y son visibles desde todo el hemisferio desde donde sea visible la Luna.

Un eclipse de Luna, como explican desde el Kutxaespacio de la Ciencia de Donostia, se produce cuando se alinean en el espacio el Sol, la Tierra y nuestro satélite y éste atraviesa la porción de sombra que proyecta la Tierra en el espacio. En esta ocasión, el fenómeno será visible desde la mayor parte de América del norte, Sudamética y el oeste de Europa, Asia y África.

Durante un eclipse lunar, la Luna no resulta del todo invisible, como ocurre con los eclipses de Sol, sino que se oscurece y toma un color rojo-anaranjado debido fundamentalmente a rayos del Sol que son desviados al refractarse en la atmósfera de la Tierra y que llegan a la Luna. El color rojizo se produce por efecto de nuestra atmósfera, que actúa como un filtro y absorbe todas las longitudes de onda menos la correspondiente al color rojo.

Aunque los eclipses siempre están producidos por la alineación del Sol, la Tierra y la Luna, cada eclipse tiene unas características visuales que lo hacen único, como explica Los colores y la profundidad de las sombras, las condiciones atmosféricas y la situación geográfica del observador influyen en su aspecto, para su estudio se utiliza una escala de color denominada escala de Danjon.

El Kutxaespacio donostiarra quiere difundir en qué consiste este espectáculo de la naturaleza y para ello ha producio un DVD de tres minutos de duración que se proyectará en la Sala Copérnico desde las 11.00 hasta las 18.30 del sábado y domingo próximos.

Una oportunidad para disfrutar de este espectáculo celestial si alguien no lo puede hacer en directo. El próximo eclipse lunar, aunque esta vez será parcial, llegará el 16 de agosto y también podrá ser visto desde Euskal Herria. En cuanto a los eclipses solares, el próximo, parcial, el 1 de setiembre, pero no lo veremos desde aquí. GARA

Un boticario inglés fue quien catalogó las nubes a principios del siglo XIX

No hay dos iguales, pero todas son clasificables y, según se sabe, distintas según el lugar de la Tierra donde las observemos. Pero de acuerdo con el Atlas Internacional de Nubes, publicado en 1956 por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), las nubes se clasifican en diez formas características, o géneros, que se excluyen mutuamente.

Las formas nubosas fundamentales son tres: cirros, cúmulos y estratos; todos los restantes tipos corresponden o bien a estos tipos puros o son modificaciones y combinaciones de los mismos, a diferentes alturas, donde la variación de las condiciones del aire y humedad son responsables de las diversas formas que presentan. Pero aunque las nubes habían estado presentes en la humanidad y han sido observadas por diferentes científicos a lo largo de los siglos, no fue hasta principios del siglo XIX cuando se dieron los primeros pasos para nombrarlas. En 1803, el boticario inglés Luke Howard presentó una clasificación basada en sus formas más habituales y las publicó en ``On the modofications of clouds''. GARA

seguimiento

Uno de los proyectos internacionales incluidos dentro del Año Polar, el Oracle-O3, y que realiza predicciones sobre el ozono estratosférico, es el que ha permitido detectar la presencia de estas nubes hacia la Península

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