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Va por ellas, va de mujeres (II) : De Carmen a Rita

Rita Hayworth (Margarita Carmen Cansino, 1918-1987) es uno de los mitos indiscutibles del cine. Una mujer de aplastante belleza y poseedora de un notable instinto para la interpretación. Su personalidad trascendió a su trabajo en el cine y, como dijo George Cukor, «consiguió que sus fan se interesasen por la persona más que por el personaje».

Iratxe FRESNEDA | Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

El 7 de setiembre de 1943, a la hora del almuerzo, Rita dijo a sus compañeros de rodaje de «Cover Girl»: «Si me demoro un poco es porque este mediodía me casaré con Orson». Según la biógrafa Barbara Lea-Ming en su libro «If This Was Happiness», Rita se cambió y se puso un traje beige y un sombrero con un pequeño velo. Su chófer Shorty, un enano ex convicto, le estaba esperando junto a Orson Welles, quien iba vestido con un traje de rayas. El enlace se celebró en el Bay City Building de Santa Mónica. La boda cambió su vida y más tarde acabaría con el idilio entre ambos. Rita Hayworth es uno de los mitos indiscutibles del cine. Una mujer de aplastante belleza y poseedora de un notable instinto para la interpretación. Su personalidad trascendió a su trabajo en el cine y, como dijo Cukor, «consiguió que sus fan se interesasen por la persona más que por el personaje».

Hija del bailarín Eduardo Cansino, natural de Castilleja de la Cuesta (Sevilla), y de la irlandesa Volga Haworth, Rita empezó su carrera como bailarina junto a su progenitor y utilizando su nombre real. Tenía 13 años. Se paseó por multitud de escenarios como pareja de baile de su padre y, según los rumores, éste la explotaba hasta la saciedad, e incluso se dice que abusaba de ella física, psicológica y sexualmente. Esta relacón marcó su personalidad de por vida. Llegó a Hollywood en 1933 y comenzó en papeles secundarios y películas de serie B en las que destacaba por sus dotes para la danza y su elegancia. De esta etapa destaca: «Charlie Chan en Egipto» (1937), de Louis King. Su marido por aquel entonces, Edward Judson, fue quien la lanzó al estrellato convirtiéndola en su mejor inversión personal. Consiguió para ella un contrato con la Columbia, a la que Rita Hayworth colocó entre las primeras compañías de cine. «Rita es la Columbia» llegó a decir en su día Frank Sinatra. Su primer papel importante fue como secundaria en una inolvidable «Sólo los ángeles tienen alas», de Howard Hawks (1939). La crítica se empezó a fijar en ella. Su personalidad tímida contrastaba con su fuerza y enorme impacto en la pantalla. Compartía cartel con Cary Grant y Jean Arthur, pero ella supo destacar entre tanto talento. Rita regresó triunfante a la Fox (que años atrás la había rechazado) reclamada por Rouben Mamoulian para «Sangre y arena» (1941). La cinta significó su lanzamiento como sex symbol indiscutible durante toda una década. Su carrera ya era imparable.

 
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