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Elecciones municipales y cantonales

La pérdida de poder adquisitivo, clave en el retroceso de la UMP

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Martxelo DÍAZ | IRUÑEA

Aunque el mantenimiento de la Alcaldía de Marsella -junto a Niza y Burdeos- por parte de la UMP sirvió a la derecha francesa para maquillar la derrota electoral, todos los analistas destacaban ayer el triunfo del PS, que lograba imponerse en una cuarentena de plazas, algunas de ellas emblemáticas por su alineamiento casi inquebrantable a la derecha, como Toulouse, Estrasburgo o Metz.

Tomando los datos de todo el Estado francés en su conjunto, el PS y sus aliados lograron un 49% de los votos frente a un 47,5% de los obtenidos por la UMP y sus socios.

No deja de ser una derrota de Nicolas Sarkozy, pese a que el primer ministro, François Fillon, se agarre al clavo ardiendo de subrayar que no se pueden extrapolar conclusiones «nacionales» desde unas elecciones municipales y cantonales.

Es evidente que las actuaciones casi napoleónicas de Nicolas Sarkozy al frente de la República le han costado a la UMP una pérdida de apoyo popular. Las altas tasas de abstención, un 38% -que en unas municipales francesas es mucho-, pueden explicar la pérdida de ayuntamientos por parte de la derecha.

Más allá del malestar que pueda haber provocado entre los ciudadanos del Estado francés ver a Sarkozy subirse el sueldo y pasear, como si una estrella de las revistas del corazón se tratase, con Carla Bruni por lugares paradisíacos, la política económica que ha llevado a cabo -o las medidas que no ha tomado- pueden situarse en el fondo del descenso electoral.

Es lo que apuntó ayer el líder del PS, François Hollande, que, en su comparecencia para valorar los resultados destacó que «el mensaje que los franceses han dado en estos comicios se refiere esencialmente al poder adquisitivo». Y es que, entre las promesas electorales de Sarkozy en su campaña electoral de las presidenciales, destacaba la de aumentar el poder adquisitivo de la ciudadanía ante una crisis que se avecina con fuerza si no es que ha llegado ya.

Una vez llegado al Elíseo, esta promesa no ha figurado entre las prioridades de actuación de Sarkozy. Por si fuera poco, el nuevo presidente se subió el sueldo el primer día. Con unas encuestas que muestran que la pérdida de poder adquisitivo es la principal preocupación de los ciudadanos del Estado francés, no parece lo más inteligente presentarse ante la sociedad como un nuevo rico derrochador.

Hollande reclamó ayer un cambio de política económica, que debería basarse en la revalorización inmediata de los jubilaciones más bajas y un aumento del salario mínimo.

A todo esto, Sarkozy todavía no ha dicho nada sobre los resultados electorales. Durante la campaña ha estado poco menos que desaparecido y ayer optó por participar en un acto solemne en recuerdo de Lazare Ponticelli, el último soldado francés que sobrevivió entre quienes combatieron en la Primera Guerra Mundial.

Entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones, intervino para decir que tendría en cuenta el resultado, pero sin precisar cómo. Desde su entorno, se ha dejado caer que si hay cambios entre quienes forman el Gobierno, serán mínimos y afectarán más al «estilo del Elíseo», es decir, a las maneras de Sarkozy más que a su fondo.

De hecho, el primer cambio anunciado ayer se refirió a la comunicación del Elíseo. David Martinon ya no actuará como portavoz -se anticipa un «exilio dorado» como cónsul en Nueva York o Los Angeles-. Esta figura desaparecerá, pero «la voz oficial de Francia» estará en las gargantas de Claude Guéant y Jean-David Levitte, próximos y acérrimos de Sarkozy.

Junto a la UMP, otro perdedor es el MoDem, fagocitado por el bipartidismo. François Bayrou ha perdido su apuesta por la Alcaldía de Pau y su liderato al frente del centrismo puede ser cuestionado, sobre todo teniendo en cuenta que no fue capaz de arrastrar a toda la UDF a su nueva formación. Y es que es muy arriesgado poner en juego una carrera política en unas elecciones municipales.

Operación policial en la «banlieue» de París

Una gran operación policial tuvo lugar ayer, en plena resaca de las elecciones municipales y cantonales, en un barrio del sur de París en el que cinco policías resultaron heridos a comienzos de marzo. Un total de 19 personas fueron detenidas, según fuentes judiciales y policiales.

Unos 160 policías, apoyados por dos compañías antidisturbios, irrumpieron a las 6.00 horas en el barrio de La Grande Borne, en Grigny-et-Viry-Châtillon, en un operativo que puede reflejar cuál será «el nuevo rumbo» del Gobierno de François Fillon en relación a los problemas de convivencia que se registran en los barrios del extrarradio de París y de otras grandes ciudades del Estado francés.

El fiscal de la República de Evry, Jean-François Pascal, informó de que «los 19 detenidos -de los que nueve son menores- son más o menos conocidos por la Policía, algunos por actos de violencia contra agentes». Sin embargo, la Policía no localizó ningún arma.

La ministra del Interior, Michèle Alliot-Marie, calificó en su momento de «emboscada» el ataque a los policías, que despertó los temores de que resurgieron los disturbios que se registraron en 2005. GARA

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