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Entre 1940 y 2004 aparecieron 335 enfermedades nuevas

El próximo Vih aguarda en algún lugar del trópico

«Necesitamos estar allí, en las regiones claves, en busca del próximo VIH», ha advertido el autor de un estudio que dibuja un mapa sobre nuevas enfermedades infecciosas en el planeta, publicado en «Nature». Preocupan y mucho. Europa se prepara para ello. Pero ¿qué pasa con el resto del mundo?

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Chikungunya, gripe aviaria, tuberculosis, salmonelosis... Frente a las enfermedades mundiales, y sobre todo las llamadas emergentes o nuevas, un equipo internacional de cinco expertos vigila la salud de los europeos desde una célula de crisis recientemente desplegada en Estocolmo, lista para actuar las 24 horas del día, los siete días de la semana. En la pared, pantallas gigantes difunden las cadenas de información internacionales. Cinco relojes indican la hora en Estocolmo, Londres, Atlanta, Tokio y Moscú. Carteles con esquemas recuerdan los procedimientos de urgencia en caso de alerta sanitaria.

Como en el chiste, son un portugués, un español, un francés, un belga y un italiano. Ellos forman un equipo listo para actuar ante una alerta sanitaria. Operativa desde 2005, esta célula de crisis todavía no ha sido inaugurada oficialmente, pero forma parte del Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC), una agencia con sede en la capital sueca. «La principal misión del ECDC es identificar y evaluar las amenazas, dar opiniones científicas a los responsables políticos, promover la preparación de los Estados de la UE para enfrentarse a las epidemias...», explica su directora, la húngara Zsusanna Jakab.

El último número de la revista ``Nature'' publica el primer mapamundi detallado de la presencia de estas nuevas enfermedades infecciosas. Sus autores explican que se trata del informe con documentación más minucioso nunca realizado y que muestra un incremento de las emergentes patologías y vaticina los gérmenes que podrían aparecer en el futuro. «Necesitamos estar allí, en las regiones claves, en busca del próximo VIH», ha dicho uno de los responsables del estudio, Peter Daszak, director del estadounidense Consorcio para la Medicina de Conservación del Fideicomiso de Vida Silvestre.

Para designar esos lugares claves, los investigadores contabilizaron 335 apariciones de enfermedades nuevas entre 1940 y 2004, y luego analizaron los factores sociales y medioambientales que parecían protegerlos. La mayoría de las enfermedades involucraba gérmenes nuevos para los humanos, pero los investigadores también encontraron otras con gérmenes que ya existían y habían pasado a ser resistentes a las medicinas, se habían trasladado a una región nueva o eran ahora mucho más comunes.

Década tras década, esos incidentes aumentaron de manera constante de unos 25 en los años cuarenta, a unos 98 en la década de los noventa, excepto un incremento de 103 en los años ochenta. Algunos de los lugares claves que podrían aparecer en el futuro estaban relacionados con enfermedades que surgen en la vida silvestre, como sucedió con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) que causa el sida en los chimpancés.

Los investigadores indican en este estudio que las áreas con mayores riesgos están en zonas de Asia, América Central y América del Sur, el subcontinente indio, África, Europa occidental y algunos centros poblacionales de América del Norte. Esto es así porque los análisis históricos mostraron que el riesgo de esas enfermedades aumenta con factores como la alta densidad poblacional y la diversidad de la fauna y la flora.

Lo que parece evidenciar esta investigación publicada en ``Nature'' es que la próxima enfermedad emergente saltará de animales salvajes al hombre y probablemente en los trópicos. Las nuevas enfermedades infecciosas, además, guardan relación directamente con lo que hacen los humanos, con la producción intensiva de comida, con la cría de animales salvajes. ¿Cuándo ocurriá? Ése es el gran interrogante.

Los animales, en el origen

«Cerca del 70% de las nuevas enfermedades aparecidas en estos últimos años, como la gripe aviaria, se transmiten a partir de animales», destacó Larry Madoff, de la red mundial de vigilancia ProMed-mail, en la primera Conferencia Internacional sobre Enfermedades Emergentes, celebrada en Viena hace unos meses y que reunió a especialistas de más de 65 países, de la OMS y de la Organización para la Salud Animal.

«De los 1.500 vectores posibles de transmisión al hombre, más de la mitad han franqueado la barrera de las especies», alertó este experto, que reclama una mejora en la información de la medicina veterinaria para impedir la multiplicación de estas enfermedades contagiosas.

A partir de los años ochenta, los animales han estado en el origen de varias enfermedades infecciosas graves: el mono para el sida, los bovinos para la nueva variante de Creutzfeldt-Jacob, la civeta palmito para la neumonía atípica (SRAS) o el murciélago para la fiebre del Ébola.

Los casos de preocupantes brotes salpican el planeta. La población de la capital paraguaya de Asunción y sus alrededores agotó en sólo dos días el 75% del millón de dosis de vacunas suministradas, tras entrar en un estado de pánico al confirmarse ocho muertes por contagio de la fiebre amarilla, enfermedad que ha reaparecido en el país tras 34 años. Este ejemplo actual no es más que esa enésima evidencia sobre lo ya se viene llamando la atención desde hace un tiempo.

Precedente de alerta en 2007

Pero, paradójicamente, mientras el mayor riesgo potencial de aparición de esos nuevos virus apunta a países en vías de desarrollo, donde principalmente se centra la vigilancia mundial tan demandada es en Europa, EEUU, Australia o Canadá. «El SARS ha hecho que Europa se conciencie de la necesidad de prepararse mejor y de reforzar considerablemente la cooperación en el seno de la Unión», declaraba en su día David Byrne, anterior comisario europeo encargado de la salud y la protección de los consumidores.

Europa se dotó en el año 2005 de una célula de crisis con sede en Estocolmo. En caso de detectarse un peligro sanitario, el llamado ECDC se pone en contacto con el país o los países afectados. La célula de urgencia mostró su utilidad a principios de 2007, cuando un viajero americano con tuberculosis suscitó una alerta sanitaria mundial.

Mientras el viajero estaba en Grecia, adonde había llegado desde Italia, las autoridades sanitarias americanas habían determinado -aunque no tenían razón- que portaba una forma ultrarresistente de la bacteria, inmune a los antibióticos. Incluso cogió un vuelo con destino a Montreal desde Praga antes de ser interceptado en su regreso a EEUU.

«Al ser una forma muy grave, había que ocuparse de todos los pasajeros que habían estado en contacto con él», explica Denmis Coulombier, responsable de la unidad de preparación y respuesta a las epidemias. En 24 horas, la célula identificó al conjunto de pasajeros que habían estado expuestos a la enfermedad y debían consultar un médico inmediatamente.

«Nuestro servicio se inspira en el que se puso en marcha en Estados Unidos creyendo en una guerra biológica en el año 1951, en plena guerra de Corea», comenta este responsable. «A menudo, las primeras informaciones nos llegan por la prensa», afirma Coulombier. En caso de alerta, a su equipo, con una quincena de personas, le hacen falta unas 24 horas para proceder a una evaluación de riesgos para la Unión Europea.

El año pasado, la propagación de la epidemia del chikungunya en la isla de La Reunión, territorio francés al sureste de África, que fue causada por un virus transmitido por mosquitos, obligó a la comisión a modificar el reglamento para las transfusiones de sangre, como recordó el director del centro de Estocolmo. Desde 2005, el ECDC ha tratado un total de 270 casos de amenazas para la salud, de las cuales 140 procedían directamente de estados europeos.

Pero «también se sabe que en los próximos cinco o diez años aparecerá, sin duda, otra enfermedad emergente, originada en un lugar desconocido y que será completamente diferente a las que se conocen hoy», vaticina Coulombier. Hay quien defiende que la historia de la medicina enseña que nunca se ha predicho una nueva enfermedad. ¿Será esta vez la excepción a la regla?

La gripe aviaria sigue latente:

Europa

En lo que va de año, en Europa han aparecido aves infectadas en Polonia, Alemania, Gran Bretaña, Turquía y Ucrania, pero sigue sin haber víctimas humanas.

Muertos

Al menos 230 personas han fallecido desde la irrupción de la pandemia en 2003. Millones de aves han sido sacrificadas; sólo en la India, 3,4 millones de ejemplares.

Última víctima

Un niño vietnamita de once años es la última víctima. Este caso ha elevado a 52 el número de víctimas mortales de esta enfermedad en ese país asiático.

Endémico

La mayor preocupación se localiza en Indonesia, Bangladesh y Egipto, donde, a pesar de los controles, la presencia del virus parece haberse vuelto endémica.

Riesgo máximo

Los responsables de la OMS siguen pensando que el mayor riesgo actual es que el virus aprenda a saltar entre humanos. La pandemia estaría lista.

Contagio

Hasta la fecha, la OMS sólo tiene constancia de contagios limitados entre cuidador y enfermo. De momento, al virus le cuesta dar ese paso pero podría suceder.

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