CÓRDOBA 0

EIBAR 1

Se acabó. A partir de ahora habrá que buscar otro argumento a la hora de realizar las previas de los desplazamientos del Eibar porque los azulgranas, por fin, dieron carpetazo a su mala racha como visitantes. Seis meses después de que se impusieran en el Ramón de Carranza, y tras cuatro derrotas consecutivas lejos de Ipurua, ayer volvieron a ganar.

Por encima de lo anecdótico, lo verdaderamente importante, la consecuencia de ese triunfo. Es decir, los 46 puntos con los que se montó el Eibar en el autobús. Una cifra que le deja ya a una sola victoria de la permanencia, con nada menos que nueve jornadas por delante. Sin duda, un éxito absoluto -salvo sorpresa mayúscula y prácticamente imposible- para un equipo no sólo recién ascendido sino que, una vez más, echó a andar hace ocho meses con el presupuesto más bajo de la categoría y repleto de jugadores que se estrenaban en la misma.

Al igual que el propio Javier Mandiola que ayer, por cierto, acertó de pleno con su pequeña revolución. Ya había anunciado la víspera que, viendo cómo iban las cosas lejos de Ipurua, quizá hubiera llegado el momento de buscar algún tipo de revulsivo. Lo hizo en forma de cambios, con el previsto regreso a la defensa de cinco jugadores, una vez que Jon Urzelai se había restablecido, pero también con la entrada en el equipo de David Zurutuza y, más llamativo aún, de Albert Yagüe en detrimento del pitxitxi Asier Goiria.

Igualado

La cosa salió bien. No sólo por el resultado final, sino también por el partido que, en líneas generales, cuajó el equipo.

El primer tiempo estuvo, así, de lo más igualado. El Córdoba, muy necesitado, intentó hacerse con el dominio del juego para avasallar a Iván Cuéllar, pero obtuvo el mismo resultado que su rival, más preocupado en mantener la portería a cero el máximo tiempo posible, provocando la ansiedad de su anfitrión. Ninguno de los dos dispuso de excesivas ocasiones y, por tanto, tampoco tuvo que sufrir. Sí en alguna jugada puntual, como el gol anulado a Assen por falta previa de un compañero, o el que tampoco pudo celebrar Yagüe por dudoso fuera de juego.

Disfrutar y sufrir

El panorama pareció cambiar tras el descanso. José González movió banquillo y, con la entrada de Arteaga y el reclamado Javi Moreno, el Córdoba pareció venirse arriba. Afortunadamente, en apenas un cuarto de hora, el Eibar le cortaba las alas.

Fue un zapatazo de Lluis Codina, desde más de 35 metros, el que acabó con el partido y la sequía de su equipo. Curiosamente, el tanto llegaba mientras el cuarto árbitro preparaba el cartón con el número siete, el del delantero catalán, que, tras apenas haber podido entrenar a lo largo de la semana, se resentía ya de sus molestias en el adductor. No pudo encontrar mejor manera de despedirse.

El gol, lógicamente, acabó de cambiar el paisaje del encuentro. Los verdiblancos tocaron zafarrancho de combate y, como ya sucediera en Ipurua en la primera vuelta, al Eibar le tocó sufrir en una última media de hora repleta de sustos. El mayor, con una internada en el área de Javi Moreno quien, tras superar la salida de Cuéllar, cedió el balón para que Arteaga rematara fuera. El acoso andaluces no concluyó hasta el pitido final, pero, sin ninguna duda, mereció la pena.