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El partido colorado deja el gobierno tras 61 años

Paraguay inicia una nueva etapa bajo el manto del «obispo de los pobres»

«Hemos culminado una etapa y hoy comenzamos la otra, la del compromiso de transformar Paraguay», subrayó el ex obispo Fernando Lugo tras proclamarse su victoria con el 40,82% de los votos. El domingo, los paraguayos optaron por el cambio, después de que los 61 años en el poder del Partido Colorado, incluida la etapa dictatorial de Alfredo Stroessner (1954-1989), hayan dejado al país sumido en la pobreza, el desempleo y la corrupción a todos los niveles.

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GARA | ASUNCIÓN

El conocido como «obispo de los pobres», Fernando Lugo, se ha hecho con la presidencia de Paraguay para desesperación del Partido Colorado, que ha perdido el poder por primera vez en 61 años. Su presidente y, hasta ahora del país, Nicanor Duarte, advirtió de que hará lo posible para recuperarlo en el menor plazo posible. Lugo no sólo deberá hacer frente a la más que segura férrea oposición de los colorados, también deberá conjugar las muy diferentes tendencias que engloban la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), donde, por una parte, está el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y, por otra, grupos de izquierda como Tekojoja («igualdad» en guaraní), el Movimiento al Socialismo (P-MAS) o Paraguay Posible, integrados básicamente por indígenas y campesinos sin tierras que, desde un principio, le brindaron todo su apoyo.

Lo que sí está claro es el gran interés que han despertado estas elecciones en la ciudadanía, que ha apostado por el cambio en uno de los países más pobres de Sudamérica. El índice de participación se situó en el 65%.

Tras conocer los resultados oficiales emitidos por el Tribunal Superior de Justicia Electoral, que otorgó a Lugo el 40,82% de los votos, decenas de miles de personas salieron a festejar el fin de la larga hegemonía de los colorados. Las calles de Asunción se llenaron de banderas paraguayas y de enseñas de los diferentes partidos políticos que componen la APC.

Una opción «no excluyente»

Entre gritos de «Paraguay, Paraguay», Lugo subrayó que «los pequeños también están capacitados para vencer». «Hemos culminado una etapa y hoy comenzamos la otra, la del compromiso de transformar Paraguay», añadió. Asimismo, se comprometió a encabezar un gobierno caracterizado por «la honestidad y no por la corrupción», asegurando que «nunca más» se hará política «en base al clientelismo», en clara alusión al Partido Colorado. «Nunca nos dejen solos. La democracia la haremos juntos. ¡Viva Paraguay!», exclamó Lugo, que el próximo 15 agosto asumirá la Presidencia del país en sustitución de Nicanor Duarte.

Sobre las tan dispares corrientes que integran esta coalición, resaltó que «esta opción por los pobres es una opción pastoral no excluyente, hay que incluir a los pudientes para poder consensuar temas. Creo que los diferentes partidos de la Alianza lo entienden bien».

«La APC se ha hecho para proteger a los más desfavorecidos, sin desconocer a la clase empresarial, a la clase pudiente que quiera apostar por un país diferente», insistió. En esa transformación, la reforma agraria y la energética, así como la lucha contra «la corrupción, la pobreza y la ignorancia» ocupan un lugar primordial en su agenda.

En cuanto a las relaciones de Paraguay con sus países vecinos, Lugo ha abogado por sumarse a «esa América Latina progresista, integrada, unida».

De hecho, ayer mismo, acordó con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, impulsar la Unión Suramericana (Unasur) y encontrarse «lo antes posible».

Según reveló la Cancillería venezolana, ambos coincidieron en una conversación telefónica en «seguir construyendo la Unasur sobre la base de la reivindicación de la historia de la lucha de nuestros pueblos».

Chávez ensalzó también «la impecable jornada democrática que desarrolló el pueblo paraguayo, lo cual demuestra la madurez política alcanzada por este hermano pueblo sudamericano». En ese mismo tono «amistoso», recordó su admiración por «la historia heroica del pueblo paraguayo, digno heredero de la memoria del mariscal Franciso Solano López».

Amplio respaldo popular

Bajo la premisa de que «la política es hacer posible lo que mucha gente piensa que es imposible» y de promover una democracia popular y participativa, el presidente electo se ganó la simpatía de los desheredados.

Con 19 años, Lugo ingresó en el noviciado de los Misioneros del Verbo Divino en 1971 y dos años después, profesó sus primeros votos. Luego, fue destinado a Ecuador como misionero en la provincia andina de Bolívar, donde entró en contacto con la Teología de la Liberación.

En 1982 regresó a Paraguay, pero al año se trasladó a Roma, donde se especializó en Doctrina Social. El 17 de abril de 1994 fue ordenado obispo de la diócesis de San Pedro, una de las regiones más pobres del país. Allí se destacó por su implicación en la defensa de los derechos de los campesinos e indígenas.

Su decisión de dejar los hábitos y pasar a la vida laica fue rechazada por el Vaticano aunque, paralelamente, lo sancionó ad divinis y provocó la ira del Partido Colorado. Las acusaciones e insultos no se hicieron esperar.

Así, desde que en diciembre de 2006 presentara su renuncia como obispo e hiciera públicas sus aspiraciones políticas de cara a las elecciones presidenciales del domingo, se dispararon todo tipo de rumores.

Algunos le han atribuido una supuesta paternidad mientras que, en los últimos días de la campaña electoral, proliferaron los panfletos en su contra. En ellos se le llegó a acusar de estar implicado en la muerte de la hija del ex presidente Raúl Cubas. Ante esa «falta de respeto», declinó participar en el último debate televisado junto a los demás candidatos.

El presidente saliente Duarte insinuó que Lugo contaba contaba con el respaldo de Chávez, extremo negado por éste. Para el mandatario venezolano, estos comentarios responden al «miedo que las oligarquías y el imperio norteamericano le tienen al renacer de los pueblos».

crisis con el vaticano

El Vaticano «reflexionará y profundizará con calma, desde el punto de vista canónico, cuál puede ser la mejor solución» para definir el estatus en la Iglesia Católica de Fernando Lugo. Éste resaltó que prefiere «una salida de consenso con Roma».

el general golpista

El ex general golpista Lino Oviedo, candidato por el Partido Unión de Ciudadanos Éticos, dijo que la victoria de Lugo ha sido clara y que la «cúpula corrupta colorada» no podía continuar en el poder. Pese a haber quedado tercero, seguirá en política.

Más de cien años de doctrina de derechas al servicio del «orden» y la «tradición»

El Partido Colorado nació el 11 de setiembre de 1887. En su manifiesto fundacional aboga por «el mantenimiento del orden y la tranquilidad» que, según subraya, «sólo se puede conseguir mediante el acatamiento del principio de autoridad basada en la justicia, que es la causa más poderosa de los progresos que hemos conquistado en estos últimos tiempos». «La paz interna -añade- es una necesidad imperiosa para desenvolver el comercio, la industria y la agricultura como fuentes más preciosas de nuestra riqueza y prosperidad (...) Exceptuando los raros casos en que se justifican las revoluciones, las conmociones internas siempre serán un peligro permanente para los intereses públicos bien entendidos y una amenaza a las libres instituciones», resalta el acta del partido. La Carta Magna es otro de los pilares de esta formación. «La Constitución es el sagrado decálogo de los pueblos libres: venerar este Evangelio político, cumplir estrictamente sus prescripciones, es amar y servir a la causa verdadera de la libertad, es rendir el más señalado servicio al país dando ejemplo elevado de virtud cívica y patriotismo», remarca.

«El humanismo, nacionalismo, la democracia, el tradicionalismo y el idealismo ético» configuran su ideario político oficial.

De doctrina conservadora y de derechas, el Partido Colorado ha gobernado durante 61 años controlando todos los resortes del Estado, incluso bajo la dictadura de Stroessner. Por ello, para el sociólogo Luis Ortiz Sandoval, «después de casi veinte años del derrocamiento de Stroessner, el Estado autoritario que lo sostuvo está haciendo aguas por todas partes». En su opinión, lo que estaba en juego en estas elecciones era «el voto contra un partido hegemónico como única posibilidad objetiva de romper con la administración stroessnerista del Estado».

Tras más de un año maniobrando para lograr una reforma constitucional que permitiera su reelección, a Nicanor Duarte no le quedó más remedio que nombrar a Blanca Ovelar, ex ministra de Educación, candidata a sustituirle. «El plan B ya fue puesto en práctica en vista de que al parecer no existe posibilidad de que se logre la enmienda constitucional para buscar mi reelección», señaló Duarte.

Ovelar reconoció su derrota y el triunfo «irreversible» de Lugo. Duarte, que encabeza la lista del partido al Senado, también lo tuvo que asumir, al menos, verbalmente. Dijo que garantizará un traspaso pacífico del poder «sin derramamiento de sangre» y que será «un crítico tenaz». GARA

primeras reacciones

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, afirmó que este triunfo «es una piedra más para el fundamento de esa nueva América Latina justa, soberana, independiente y, por qué no socialista». Para el nicaragüense Daniel Ortega tienen «un hermano más».

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