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En puestos de descenso

Del cielo al infierno en un suspiro

Los rojillos tuvieron en su mano una victoria muy necesaria a falta de siete minutos para el final, pero acabaron tirando por la borda en ese escaso margen una ventaja que su rival, a la postre campeón, buscó con mayor ahínco pese a encontrarse en inferioridad numérica

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Natxo MATXIN | IRUÑEA

Increíble. Osasuna tuvo en las yemas de los dedos el primer paso para protagonizar la antesala de la salvación y, pese a tener todo a su favor -con superioridad numérica incluida durante toda la segunda parte-, tiró por la borda en los minutos finales lo que parecía un triunfo que en la grada ya estaba festejando.

De poder dejar por detrás a nada menos que seis rivales, los rojillos tienen ahora que depender de lo que hagan sus inmediatos oponentes, ya que se queda con el último puesto del descenso directo, donde ya quedó el sábado tras la victoria local del Zaragoza.

Paradójicamente, la escuadra navarra cayó físicamente en picado en la segunda parte -todo lo contrario que su rival- y en esta ocasión nada se puede achacar a factores externos, pues los errores de colocación del tramo final pasaron una factura muy cara.

Con lo que había en juego, el inicio tenía que ser trepidante. El Real Madrid presionando muy arriba y los rojillos saliendo con el balón bien triangulado y buscando en particular el costado del ayer interior César Azpilikueta. Apenas se había cumplido un minuto y los merengues ya avisaron con una internada de Robben, que cortó Krutxaga, rebotándole el esférico en la mano. No hubo reclamaciones por parte de los visitantes.

La réplica la dio Portillo, que no era titular desde la jornada decimoquinta, cuando trató de colocar un cabezazo, aunque flojo, que Casillas dejó que se fuera pegado al poste. El de Aranjuez pudo disponer de una ocasión más clara en el 25 si su compañero Vela se hubiera fijado que entraba solo viniendo desde atrás, pero el mexicano optó por disparar a las manos del guardameta merengue. Una posición desde la que también lo intentó un minuto más tarde el propio Javier Portillo, pero estaba demasiado escorado como para haberle hecho pupa al líder de la Liga. El partido estaba muy abierto.

Apenas unos instantes antes, Diarra lo intentó desde muy lejos, pero la dureza del disparo le creó ciertos problemas a Ricardo, que despejó a una mano a corner no sin ciertos apuros. Osasuna también probó fortuna desde larga distancia, pero tanto Vela como Portillo, en un margen de dos minutos, optaron más por la colocación que la fuerza y Casillas no tuvo problemas para detener ambos lanzamientos.

Expulsión

Bien ordenados atrás, los de Ziganda cerraban todos los huecos posibles para evitar las diagonales de Raúl y Robben, además de las incorporaciones desde la medular de Sneijder y Diarra. Lo importante era mantener la portería a cero y si alguien merecía ir por delante, ésos eran los rojillos.

Y en teoría el choque se les puso más de cara a los locales con la expulsión de Cannavaro. Había por delante todo un periodo para jugar con uno más y, sin embargo, se encogió la escuadra navarra. El Real Madrid tocaba mejor y se presentaba en el área local con bastante más peligro que en la primera parte.

Una vaselina de Sneijder al ver muy adelantado a Ricardo pudo ser el 0-1, pero se topó con el larguero -esta vez el poste estuvo del lado rojillo- y el propio jugador holandés dispuso de otra ocasión en una falta que botó rasa y duro, despejando no sin problemas el cancerbero osasunista.

Sorpresivamente, Ziganda optaba por el envío largo, dando entrada a Sola y Pandiani. Toda una declaración de intenciones, pero que trajo consigo que el juego local bajara muchos enteros respecto a los primeros cuarenta y cinco minutos.

Osasuna daba la sensación de estar fundido físicamente cuando por coyuntura era el momento más propicio para apretarle las clavijas a los meren- gues. Huérfanos de banda, el maná cayó del cielo en forma de penalti. A siete minutos para el final, el envite se ponía franco, pero ni eso se supo aprovechar.

El agotamiento y la mala colocación en una falta de estrategia provocó la debacle. Dos goles encajados en apenas dos minutos dieron al traste con una hipotética victoria que hubiera dado muchas alas para la salvación. Ahora, además, habrá que recuperarse del tremendo varapalo.

Ziganda: «Mientras estábamos lamentando el empate nos han metido el segundo»

Cariacontecido por la ingrata derrota, José Ángel Ziganda no pudo sino reconocer que su equipo se desintegró incomprensiblemente a raíz de la expulsión de Cannavaro. «No le acabamos de coger el tranquillo -acertó a decir-, hemos perdido el balón y el centro del campo. Nos hemos separado mucho entre líneas y ellos se han sentido más cómodos».

La primera valoración fue intentar explicar cómo se pudieron escapar tres puntos ya casi amarrados, pero mirando al futuro, lo más preocupante es saber cómo digerirá el equipo semejante mal trago. El de Larraintzar volvió a recurrir al habitual «nos han tumbado golpeándonos en la mandíbula, pero nos han noquedado». Sus pupilos tendrán que demostrarlo en Son Moix.

En cuanto al hecho de que la escuadra navarra no hubiera sabido controlar un encuentro en el que se puso por delante y con un futbolista más, Ziganda manifestó que «mientras nos estábamos lamentándonos por el empate nos han metido el segundo». «Lo teníamos en la mano y no lo hemos sabido hacer», ahondó.

Al técnico rojillo no le queda ni tiempo para recuperar anímicamente a los suyos. En muy pocas horas deberán montarse en el avión para disputar un choque trascendental en Mallorca. Ziganda insistió en que «quedan tres partidos y tenemos que ganar dos, no nos queda otra».

«La clasificación está muy apretada y casi ninguno de los de abajo hemos ganado, por lo que tenemos las mismas posibilidades que el resto de equipos. No se nos puede escapar la permanencia, ni echarnos las manos a la cabeza por lo que ha sucedido, hay que cambiar el chip y afrontar el final con las máximas garantías», apostilló el Cuco. N.M.

Clara descomposición física y mental

Lo que le queda de aquí en adelante a Osasuna es todo un auténtico examen final. Dos de tres para poder seguir el próximo año en Primera. Y encima, con la pregunta en el aire de si el equipo conseguirá remontar el vuelo después de una derrota tan ingrata.

No queda tiempo para lamentaciones y quizás sea lo mejor. Que el equipo vuelva a meterse en la dinámica de que pasado mañana tiene otro compromiso vital puede ser la receta idónea, pero no cabe duda de que la duda queda en el aire sobre si habrá suficiente oxígeno y fuerza moral.

Porque ayer a los de Ziganda se les vio rotos cuando más enteros debían estar, alicaídos en el momento en el que más debieron crecerse y desechos como azucarillos ante su propia afición y en un ambiente claramente favorable.

Una descomposición preocupante en lo físico y lo psíquico, que genera un montón de dudas ante un final tan exigente como el que les espera a los rojillos. Menos mal que en esta ocasión la mayoría del resto de resultados acompañaron, pero eso no va a ocurrir siempre, y la reacción debe producirse en Mallorca. N.M.

Krutxaga no podrá jugar en Mallorca

Krutxaga vio su quinta tarjeta amarilla y no podrá jugar en Mallorca. El capitán pagará por una trifulca que mantuvo con Heinze a la salida de un saque de esquina en el último tramo de la primera parte. El de Ezkaroze llevaba siendo titular indiscutible desde la jornada vigesimosegunda.

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