Emisarios del Consejo de Europa calificaron ayer de «inaceptable« la situación de tres municipios del extrarradio de Bruselas en los que los alcaldes francófonos no han sido nombrados 19 meses después de las elecciones debido al bloqueo de las autoridades flamencos.

«¿Quién podría cuestionar que estos burgomaestres [alcaldes] han sido elegidos de manera democrática?», declaró ante la prensa Michel Guégan, el responsable de una delegación del Congreso de Poderes Locales del Consejo de Europa, un organismo que agrupa a 47 estados, tras un viaje a Flandes. Esta delegación estaba formada por un representante francés, un serbio y un sueco.

«Un municipio al que se le priva de burgomaestre no es una situación aceptable a la luz de la Carta de la Democracia Local, que es nuestra brújula», añadió. El Estado belga firmó esta carta en 1995 y la ratificó en 2004.

«Estas situación, que se prolonga desde las elecciones municipales de octubre de 2006, no es razonable», añadió Guégan, que instó al Estado belga a «buscar soluciones».

Estos tres municipios -Wezembeek-Oppem, Crainhe y Linkebeek- forman parte del extrarradio de Bruselas, ciudad situada en Flandes. Sin embargo, cuentan con una amplia mayoría de habitantes francófonos valones.

En las elecciones municipales de octubre de 2006, las listas lideradas por valones se hicieron con la victoria en las urnas. El Gobierno flamenco rechazó proceder al nombramiento de los cabezas de lista como burgomaestres, argumentando que iba en contra de la ley que establece que los municipios francófonos deben tener alcaldes francófonos y los municipios flamencos, alcaldes flamencos.

Crisis profunda en Bélgica

La cuestión de estos tres municipios se inscribe en la confrontación que vive el Estado belga entre los flamencos y los valones.

A juicio de los partidos valones, se trata de «un ataque a la democracia» que refleja «los esfuerzos de Flandes por reducir la presencia del francés en su territorio».

La situación de estos tres municipios es, junto a la cuestión del distrito bilingüe de Bruselas-Hal-Vilvorde (BHV) y las reivindicaciones de un mayor autogobierno por parte de los flamencos, uno de los principales problemas a los que se tiene que enfrentar el primer ministro belga, el flamenco Yves Leterme, que accedió al poder después de una profunda crisis institucional motivada por la cuestión nacional y que llegó a poner en duda la viabilidad del Estado belga.