La influencia de Oteiza en las generaciones artísticas más recientes fue analizada ayer a través de la proyección del documental inédito «Memoria y actualidad de Oteiza en el arte vasco contemporáneo», realizado para la ocasión y coordinado por el crítico Fernando Golvano, y un coloquio posterior que corrió a cargo del propio Golvano y el artista Asier Mendizabal (Ordizia, 1973).

«Nos interesaba el contrapunto de miradas para componer un prisma de memorias, siempre incompleto. Y creo que en las exposiciones que los artistas ofrecen en el documental sí queda reflejado cómo Oteiza sigue interpelando a generaciones más jóvenes, si bien es cierto que el contexto del arte ha cambiado, los conceptos estético-artísticos han cambiado», recordó Golvano. En la cinta presentada ayer tarde en Donostia han participado los artistas Xabier Laka, Txomin Badiola, Elena Mendizabal, Pello Irazu, Javier Balda, José Ramón Amon- darain, Manu Muniategiandikoetxea y Asier Mendizabal.

Sus opiniones constituyen una visión poliédrica del legado artístico e intelectual de Oteiza. En la primera parte del vídeo, cada uno rememora la primera percepción que tuvo de la obra y el pensamiento del artista de Orio en el inicio de su propia práctica artística. Algunos de ellos lo conocieron personalmente, la mayoría supo de él en la época estudiantil, y Asier Mendizabal es el único que, dada su juventud, reconoció no haber podido conocerlo en vida.

En el segundo bloque del documental, de media hora de duración, los participantes explican brevemente lo que consideran que tiene más vigencia de sus obras y postulados estéticos, culturales y políticos, mientras que en un tercer apartado seleccionan una cita o breve fragmento del «Propósito experimental» con el que Oteiza ganó en 1957 el premio en la Bienal de Sao Paulo.

«El arte para dar forma al caos»

Según concluyó Golvano, profesor de Estética y Teoría del Arte en la UPV, al término de la proyección, «lo más genuino de Oteiza es esa formidable potencia que él mostró, y en donde en parte reside su condición de genio, pero un genio muy paradógico; esa capacidad que tuvo para dar forma al mismo tiempo a las dimensiones míticas, estéticas, científicas, políticas y religiosas de la práctica artística».

«Entendió como pocos -dijo- que la tarea eterna del arte es dar forma al caos, al abismo, la existencia, el límite. Estaba fascinado por el laberinto, él mismo es un laberinto, pero también él siempre intentaba extraviarse y refugiarse en el laberinto, y también escapar de él. En esa contradicción es donde nos aporta realmente un bagaje, un abanico de propuestas, ideas y poemas realmente excepcionales. Pero también un conjunto de ideas que el tiempo se ha encargado de volverlas obsoletas».

Asier Mendizabal, por su parte, recordó que «la diferencia con el resto de artistas presentes en el documental es que yo no conocí a Oteiza, pertenezco a una generación que recibió de algún modo ese Oteiza mediado y mediatizado». De todos modos, resaltó que «si hay algo vigente y paradigmático, de una forma fundamental para con la lectura que ahora nos corresponde de todo el periodo de la modernidad, es que en esa especie de tensión entre los dos polos -el de demiurgo y el caracterizado como escultor- hay mucho de lo que es la tensión fundamental del proyecto moderno. Es cierto que Oteiza debería tener un espacio referencial en una cierta periodización del arte. Creo más; creo que en cada momento hace una lectura acorde un poco a las ansiedades e inquietudes de ese proyecto moderno, y creo que en la que nos toca ahora, si hay alguna preferencia que es pertinente, es precisamente la que encontramos en él. En la recuperación de momentos paradigmáticos de esta nueva lectura de la modernidad es fundamental».

Golvano apostilló que «hay un Oteiza paradigmático, como la propia modernidad, que está por descubrir. A él hay que estudiarlo y mirarlo con el concepto de la sorpresa continua que todavía hoy permite leer sus textos, sus obras, su proyecto, pero también con la distancia crítica de que el tiempo es otro».