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Petxo Idoyaga Catedrático de Comunicación de la UPV-EHU

«Egunkaria» fue un patrimonio colectivo

Se trató de un proyecto social por su función, misión y visión, sus apoyos culturales y sociales plurales, la identidad de sus promotores, la definición del proyecto, los contenidos y tratamiento informativos, el modo de obtención de recursos, estructura gestora...

Euskaldunon Egunkaria» nació en diciembre de 1990 promovido por Egunkaria Sortzen. Fue un acontecimiento y una iniciativa fundamental para el proceso de normalización del euskera y para el País Vasco en su conjunto. No hay que olvidar que, tras el breve paréntesis de enero a junio de 1937, en plena Guerra Civil, nunca había existido un diario en euskera.

«Egunkaria» se configuró como un periódico convencional, implantado en el conjunto de Euskal Herria. Contó pronto con delegaciones en cada uno de los territorios y consolidó sus ventas en torno a los 11-15.000 ejemplares, y un nivel de lectura apuntado por el EGM de 17.000, aunque probablemente fuera de alrededor de 20.000. Entre sus lectores (euskaldunes alfabetizados) un 40,3% tenía estudios universitarios.

Se editaba en la imprenta del diario «Egin». Con el tiempo vino a zonificarse, mediante suscripciones, publicando ediciones especiales y suplementos dedicados a diversas comarcas y municipios.

El 2,7% que logró «Egunkaria» sobre la difusión en un país que leía mucha prensa no era poca cosa, habida cuenta que toda una televisión pública en euskera sólo conseguía un 4-5% de la audiencia. Ello revaloriza su rol y el efecto traumático que produjo su desaparición, que vino a ser cubierta pronto por «Berria».

«Egunkaria» era una contribución a la información, a la correspondencia entre sociedad y sistema comunicativo, al euskera y a la pluralidad, y significó entonces varias cosas al mismo tiempo:

a) Un medio de comunicación que ampliaba la oferta de información y fortalecía un sistema comunicativo autorreferencial para toda Vasconia y hacía corresponder más la opinión pública con la opinión publicada en el sentido de que todas las voces dispusieran de medios escritos. En aquella época el panorama de la información de la CAV estaba muy acaparado por el Grupo Correo (75% de la difusión), sólo contrapunteado por diarios de perfil ideológico-partidario, semi-bilingües, como «Egin» o «Deia».

b) Un medio que permitía una continuidad en el uso público del euskera evitando el corte entre un sistema educativo que lo suministraba y el vacío posterior de una de las herramientas de uso de cualquier idioma moderno: la información escrita diaria.

c) Una apuesta por la normalización mediática del euskera, dando un salto cualitativo sobre la experiencia de «Eguna» (semanal en euskera de «Deia») y «Hemen» (de «Egin») o de «Zabalik» (Grupo Correo) al ofrecer la oportunidad de informar y valorar el acontecer diario desde el euskera, así como de «vivir en euskera» en la información (el idioma como universo de herramientas para desenvolverse en la vida cotidiana social, laboral, cultural...).

d) El enriquecimiento intensivo del corpus conceptual y modernización de los registros de la lengua (así rezaba el folleto de promoción de 1990), de los estilos periodísticos, de las formas comunicativas, de adaptación de un idioma que debía modernizarse para dar cuenta de los acontecimientos cambiantes de toda naturaleza, de generación de un libro de estilo, de corrección lingüística, de locuciones y topónimos en claves de normalización, de educación conceptual, gramatical y sintáctica de sus lectores.

e) Iniciaba una experiencia de no vinculación empresarial ni partidaria en la prensa vasquista, y ya presente en las bases programáticas de Egunkaria Sortzen: independentea komunikabideekiko eta politikarekiko.

Con todo, dentro de un marco de independencia de partidos y de la pluralidad de columnistas, tuvo que elegir. O definir una línea informativo-editorial propia del Consejo de Administración -de valoración de acontecimientos, de prioridades en la información, de titulación...- con el riesgo de desafección de los sectores que coincidieran menos con las posiciones del media; o sacrificar la coherencia ideológico-informativa para intentar ser un medio que todos los euskaldunes -independientemente de su ideología- pudieran leer sin sobresaltos, primando la información lo más aséptica posible. Con el tiempo optó por la primera fórmula -como todos los medios de comunicación-, pero eso acotó también su público objetivo. La polarización del país empujaba hacia ello, pero el proceso de plural euskaldunización debió empujar en la otra dirección.

Asimismo, sobre la problemática de la violencia, entre dos opciones (mirar a otro lado o condena) eligió una tercera: información poco valorativa con desmarques públicos evidentes respecto a ETA y artículos de opinión de amplio espectro con predominio de las posiciones críticas.

Se trató así de un proyecto social por su función, misión y visión, sus apoyos culturales y sociales plurales, la identidad de sus promotores, la definición del proyecto, los contenidos y tratamiento informativos, el modo de obtención de recursos (venta, publicidad y vocación de obtención de subvenciones), estructura gestora... Fue un patrimonio colectivo independientemente de sus gestores o rutinas informativas.

Ese valor social es lo que llevó al Gobierno Vasco, por iniciativa socialista y de otros, a subvencionarlo a partir de 1994. De ahí la gravedad de la suspensión por orden judicial de su actividad con el consiguiente daño cultural, comunicativo, económico y político, incompatible con una democracia.

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