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Iñaki Lekuona Periodista

Como agua de Vichy

A Vichy se la conoce por sus aguas, pero también por un régimen autoritario y subordinado al Tercer Reich. Aquella Francia de Vichy, la de los traidores, la que no fue ocupada, la de Pétain, no fue del todo liquidada por la Liberación y la instauración de la IV República. Curiosamente, quedan retazos de leyes en muchas de las normas que se encuentran aún en vigor, por ejemplo en la vida laboral. Resulta que uno de esos jirones normativos se encontraba en las faldas del monte que los franceses se empeñan en llamar La Rhune, los academicistas vascos Larrun, y los que vivimos a su sombra Larun. En fin, la cosa es que por esas laderas ha venido rigiendo una normativa que impedía a los trabajadores del tren de cremallera beneficiarse de la reducción de la jornada laboral a 35 horas. Así es: todavía hoy un decreto del régimen de Vichy aprobado en 1941 sigue regulando el estatuto de los trabajadores del transporte urbano.

Tras dos años de negociaciones, los currelas han logrado un acuerdo con la empresa para evitar el ahogo de Vichy. La empresa, que depende del gigante francés Veolia, ha aceptado reducir de 41 a 37 las horas semanales, con lo que los tres eventuales de la plantilla podrán acceder a un contrato fijo. De quitarse la txapela. Además, la empresa ha asegurado que por el momento no subirá las tarifas. Hombre, vista cual es su cifra de negocio anual, cerca de tres millones de euros, no parece que les haga mucha falta. Además, no es más que el 0,001% de la cifra total de negocios de Veolia, o sea, una nadería. Pero una nadería que es más del doble de lo que la administración invierte en el euskara al norte de la muga que pasa por la cima del Larun.

«Una joya turística», dijo de Larun Jean Jacques Lasserre, antiguo consejero general del departamento y flamante presidente del consejo vasco de electos. Hasta que Francia no comprenda que el euskara es una joya en peligro de extinción y no un simple rasgo del folklore vasco, esta lengua no hará sino descender vertiginosamente en número de hablantes. El presupuesto que acaba de presentar la Oficina pública es el freno del tren cremallera, pero sólo el freno. Y el cambio constitucional para el reconocimiento de las lenguas minorizadas, agua con gas. De Vichy.

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