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Raimundo Fitero

Una boda más

Yo no sé ustedes, pero en mi entorno la peña anda de bodas. Acabadas las comuniones, vienen los langostinos, los medallones de merluza y los solomillos de boda. De todas las bodas, una boda de risa: la de Belén Esteban. En directo, y los mismos cínicos que la tienen contratada diciendo que lo hace gratis. La sinvergüencería se contagia. No está nada mal que la venda, porque ya ha vendido su alma hace mucho tiempo, pero que no engañen. Se casa porque es una inversión. Y cuando se separe será otro motivo de ingresos de dinero. Es un mercado constante. Horas de retransmisión en directo de esta boda solamente pueden contabilizarse en el apartado de despilfarros y desarreglos mentales. Cuando no directamente en la casilla de idiotez.

Pero como nadie da puntada sin hilo, si alguien ha dedicado ese esfuerzo de energía, de material de retransmisión, de personal técnico y de supuestos periodistas, es que hay audiencia. O al menos intentan que la haya. ¿Si muchos varones saben cuánto miden, pesan y hasta piensan Casillas u Olaizola, ¿por qué no se van a interesar unos cientos de miles o millones de personas por la boda de una individua que desde que se juntó con torero famoso no ha salido de un plató de televisión? Obviamente la gente conoce a «la Esteban», pero no reconocen a un consejero o una ministra. Lógico.

Todo esto se está escribiendo bajo la presión en tiempo real de uno de esos programas de supuesta denuncia social. Para entendernos, en la línea de «Callejeros», pero añadiendo los que emiten en otras cadenas. Y, la verdad, uno se siente incómodo ante estos montajes. No sé si concederle el beneficio de la duda y pensar que en la primera estatal están pecando de ingenuidad o es que simplemente están vendiendo algo extraño, directamente xenófobo pero el tratamiento que dan a la inmigración, en esta ocasión la rumana, es verdaderamente vergonzoso. Obviamente hay población flotante que vive del descuido, que están en el campo recogiendo ajos, o viviendo hacinados en una edifico casi en ruinas. No se entiende esta focalización de señalar como delincuentes al colectivo rumano de una manera tan pertinaz. Seguro que lo sabe Rubalcaba.

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