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La inmigración, en el punto de mira

La ola migratoria reduce y revierte su ritmo

Durante años, el flujo migratorio crecía cuando la salud de la economía estadounidense era robusta; disminuía ligeramente durante las recesiones; fluía hacia el norte durante la primavera, cuando hay empleos disponibles en el sector agrícola y en el de la construcción, y se dirigía al sur durante las «fiestas decembrinas». Ahora, sin embargo, se hace evidente un cambio grande: el flujo migratorio de América Latina a EEUU parece descender.

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«La Jornada»

Por tercer año consecutivo, la Patrulla Fronteriza estadounidense reporta un agudo descenso de detenciones en la frontera y en sus cercanías. En 2006, la cifra cayó un 8%, cerca de un millón. El año pasado descendió una quinta parte. El semestre que concluyó en marzo mostró un descenso de un 17% en comparación al año anterior. El flujo migratorio es hoy alrededor de la mitad del torrente presenciado en 2000, cuando se efectuaron un 1.640.000 detenciones.

Esas cifras olvidan a quienes cruzan de manera satisfactoria y recuentan a los que fueron detenidos varias veces, pero muestran una clara tendencia. La misma que muestran las remesas. El Banco de México reporta que, después de años de crecimiento formidable, están descendiendo los envíos de los migrantes en EEUU. El año pasado ese flujo de efectivo fue de 24.000 millones de dólares, superior al turismo. Pero durante el primer trimestre de este año la cifra anual descendió 2,9%, según un nuevo informe de Goldman Sachs.

Es probable que la evaluación de los flujos fronterizos después de 2001 exagerara el índice de crecimiento real. Pero aun así, es evidente que los inmigrantes en realidad están enviando menos dinero a casa. Una encuesta realizada en EEUU, publicada por el Banco Interamericano de Desarrollo en abril, confirmó que pocos hacen remesas con regularidad: en 2006, tres cuartas partes hacían envíos; este año, sólo la mitad.

Es probable que dos factores, tan desagradable uno como el otro, expliquen el doble descenso en flujos de personas y dinero: la hostilidad a los inmigrantes, sobre todo «sin papeles», y la profundización de la crisis económica en EEUU. El impacto del primer factor es evidente: leyes estatales que consideran ilegal emplear a inmigrantes sin documentos, redadas cada vez más agresivas contra las empresas que los contratan, y mejor tecnología para compartir información que conduce a su arresto.

La enorme inversión en defensas fronterizas es el ejemplo más visible. El Departamento de Seguridad presupuesta 12.000 millones de dólares para el siguiente año fiscal con el objeto de «proteger la frontera contra personas en busca de trabajo». Y lo hará con aviones espías, helicópteros, sensores de alta tecnología y cámaras, 20.000 agentes y, desde luego, la enorme valla metálica que se despliega a lo largo de cientos de kilómetros de territorio desértico.

No es sorprendente, entonces, que las encuestas muestren que los inmigrantes se sienten menos bienvenidos y más preocupados por la xenofobia. Muchos temen ser deportados o quedarse con antecedentes penales. Los que alguna vez habrían sido deportados ahora corren el riesgo de ir a la cárcel. A medida que la frontera se hace más difícil de cruzar, los inmigrantes caen en las manos de los contrabandistas y son víctimas de los peligros naturales del desierto.

Hostilidad y muros importarían menos si la economía permaneciera sólida. Sin embargo, la economía estadounidense parece deprimida. En mayo, el desempleo se elevó al 5,5%. La depresión en el sector inmobiliario y de la construcción -donde trabajan muchos inmigrantes, sobre todo los recién llegados- ha sido en especial dolorosa.

En junio, el Centro Hispánico Pew publicó un informe con cifras de desempleo del 7,5% entre inmigrantes, que se elevaban al 8,4% entre mexicanos y al 9,3% entre los que llegaron al país después de 2000. El año pasado, más de 220.000 inmigrantes perdieron sus puestos de trabajo en la construcción. Y los que tiene empleo ganan menos.

Más allá de EEUU

Esta tendencia es la parte de un cuadro más grande. Muchas regiones, entre ellas Australia, el golfo Pérsico, algunos países de Asia y la mayor parte de África, experimentarán todavía una migración a ritmo acelerado durante algún tiempo. La mayoría de los mercados emergentes, donde el crecimiento económico permanece sólido, seguirán atrayendo a los trabajadores migratorios, y éstos seguirán escapando de sitios miserables donde hay más personas que empleos.

Pero donde el reciente auge económico había sido más fuerte, y donde la entrada de migrantes había alcanzado sus máximos registros, las perspectivas de una aguda disminución son evidentes. Éste es, en particular, el caso de Europa occidental. Irlanda y el Estado español han presenciado llegadas masivas de extranjeros durante la década pasada. Pero también Gran Bretaña, Grecia o Italia. El rápido movimiento de personas fue de la mano con la expansión de viajes de bajo costo en Europa, sobre todo por avión.

Ahora algunos de estos flujos reducen su ritmo, incluso lo revierten. Este año, un estudio del Instituto británico para la Investigación de Política Pública (IPPR), apuntó que del millón de europeos del centro y este que llegaron a Gran Bretaña desde 2004, 500.000 ya han vuelto. La entrada de inmigrantes a Gran Bretaña desde esa región ha caído bruscamente, un 17% el año pasado. Danny Sriskandarajah, del IPPR, cree que lo que ocurre en Gran Bretaña quizá también suceda en casi toda la Europa continental. En parte, los factores en Europa son similares a los de EEUU: mayor hostilidad ante inmigrantes, vigilancia más estricta y declive económico en muchos países receptores.

La hostilidad viene en varias formas. Las operaciones fronterizas de la UE (Frontex) se jactan de su éxito en deportar (o al menos desplazar) flujos de supuestos «indocumentados» de África. Y la cooperación en la UE es cada vez más estrecha para disuadir la migración irregular. En Inglaterra, por ejemplo, los funcionarios que cazan trabajadores indocumentados han aumentado las redadas en fábricas, granjas, restaurantes y otros lugares de trabajo. Los nombres de los que administran empresas que emplean a esos inmigrantes serán publicados ahora en sitios web oficiales, para «avergonzar» a los involucrados en la práctica. En Italia, Berlusconi ha puesto al país en «estado de emergencia» contra la entrada de inmigrantes: ha aprobado medidas que criminalizan la entrada no autorizada, aplicado sentencias discriminatorias a extranjeros en situación irregular e impuesto penas draconianas a los italianos que proporcionen alojamiento a inmigrantes «sin papeles». El paquete de leyes facilita también la expulsión de ciudadanos de la UE, especialmente de los gitanos rumanos. Reglas similares se han impuesto en otros países europeos.

Zlotys y libras

A medida que las economías se desaceleran, su atractivo para los migrantes también. Irlanda y el Estado español son en especial vulnerables a un descenso doloroso por la crisis, especialmente, en el sector de la construcción. Pero más allá de la zona del euro hay también preocupaciones monetarias. En Gran Bretaña la economía se desacelera, y la repentina caída de la libra ha reducido el atractivo del país para los trabajadores extranjeros. Cada libra que un polaco envió a casa en mayo de 2004 le representó siete zlotys polacos; hoy serían poco más de cuatro. De manera similar, a medida que el valor del dólar desciende, la atracción de trasladarse a EEUU para trabajar ha disminuido.

Algunos se preocupan de una nueva oleada de migrantes, una vez que Rumanía y Bulgaria se conviertan en socios de pleno derecho, con libertad de acceso en toda la Unión. Pero, de hecho, antes de su entrada en la UE miles de personas de esos países ya trabajaban en el extranjero. Según Demetrios Papademetriou, observador del movimiento poblacional en Europa, «la mayor parte de lo que podría pasar ya ha pasado. No veremos otros grandes movimientos. El impacto de la migración ha terminado».

No se trata sólo de inmigrantes «indocumentados» o poco capacitados. Por ejemplo, para los de estudios avanzados, el atractivo de trabajar en Gran Bretaña puede disminuir ante la fuga de extranjeros que impulsan la emigración. En 2006, el 35% de los graduados de la UE provenientes de universidades británicas hallaron empleo en el extranjero; sólo el 25% se quedaron en Gran Bretaña a trabajar. El año pasado, tres cuartas partes de todos los doctores que cancelaron su registro en Gran Bretaña eran nacidos en el extranjero.

La oferta global para los migrantes no es escasa. Y la mano de obra mundial sigue creciendo muy rápido; la «reserva» actual de 200 millones de migrantes puede llegar con facilidad a 300 millones en unas décadas. Pero los grandes flujos migratorios se dan, sobre todo, entre países cercanos. Para EEUU hay pocas perspectivas de que la oferta de trabajadores se agote; América Latina sigue siendo relativamente pobre y joven. En contraste, para Europa occidental la oferta de personas del este con estudios avanzados podría declinar a medida que los vecinos se convierten en países de ingresos medios y de población relativamente vieja que tienen que importar trabajadores, no exportarlos.

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