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Maite SOROA

Dolor de tripas

AArnaldo Otegi lo tuvieron que poner en libertad y a algunos, como el editorialista de «Abc», les duelen las tripas. Aunque sólo sea por no haberlo podido evitar.

Por eso denuncian que «se podría decir que Otegi, al fin, entró en la cárcel después de la ardua campaña de inmunidad que le dedicó el Ministerio Fiscal durante el tiempo que duró la negociación política del Gobierno con ETA. Aún está vivo el recuerdo -más vivo con Otegi en la calle- de la escandalosa retirada de acusación por la Fiscalía de la Audiencia Nacional contra el líder proetarra en el juicio por ensalzamiento de la terrorista Olaia Castresana. (...) Otro tanto sucedió con la denuncia contra Otegi por la apología al etarra Arkaitz Otazua. La Fiscalía pidió el sobreseimiento e impidió al juez Grande-Marlaska continuar la investigación. Si Otegi entró en prisión fue debido a una condena impuesta en 2003, antes de que el cambio de Gobierno producido en 2004 cambiara su condición de proetarra en `hombre de paz', título que le concedió públicamente Rodríguez Zapatero, y con el que lo investía de hecho como interlocutor de la negociación con ETA y sujeto de inviolabilidad penal, de la que puntualmente se encargó el fiscal general, Cándido Conde-Pumpido. Antes de 2004, Otegi, pese a estar imputado en sumarios por integración por banda armada y hallarse Batasuna suspendida en sus actividades, fue el muñidor en la sombra con el Partido Socialista de Euskadi, de la tregua etarra de 2006». Y... ¿dónde está el mal? Recodaba el domingo el editorialista que «las víctimas han pedido, con justificado temor, que se le someta a vigilancia, aunque sea difícil desde el punto de vista legal atender esta petición». Les duele hasta su propia legalidad.

Y, enrabietado como una mona picada, el escribiente de «Abc» pierde liquidillo verde por sus llagas: «el dato histórico es que Otegi, un delincuente habitual, condenado hace tiempo por participar en un secuestro, luego procesado por integración en ETA, y nuevamente condenado por injuriar a Su Majestad el Rey y por apología del terrorismo, fue para el PSOE y para Rodríguez Zapatero el `caballero blanco' de la negociación con los terroristas». El llamamiento a la negociación como única salida al conflicto termina por ponerles de los nervios, pero buscan árnica en su botiquín: «No obstante, la cárcel parece haber suavizado a este delincuente. Por eso es tan recomendable que el mayor número de terroristas pase el mayor tiempo posible en prisión». Otra melonada. Y van...

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